Introdución

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Tras varias largas y pesadas horas de viaje, pude comprobar que habíamos llegado a nuestro destino, mi madre estaba aparcando nuestro destartalado y viejo coche en uno de esos típicos garajes de los que suelen disponer la mayoría de los apartamentos, no era muy grande y había cuatro o cinco aparcamientos libres, no había nadie, sólo mi madre y yo en un aparcamiento oscuro y frío. Suspiré y me apresuré a bajarme del coche. Ana, mi madre pareció haberse dado cuenta de mi inconformidad y se acercó amí, por un momento creí que me daría una de sus típicas y aburridísimas charlas o que me hecharía la bronca, pero sin embargo apoyó su mano cariñosamente en mi espalda, y me empujó suavemente indicándome el camino, no dije nada, solo traté de andar y de no pensar en todo lo que me podría pasar a partir de este momento, sin pensar en el gran cambio que podría llegar a suceder en mi vida, salimos de los aparcamientos por unas escalerillas algo estrechas.
Cuando llegamos al final de ellas nos encontramos con una pequeña sala que sólo disponía de una mesa llena de papeles y llaves y con una silla posicionada detrás de la mesa, en la que estaba sentado un hombre de unos 34 años, rubio, con barba que tenía una cara muy seria y parecía estar cansado. Nos acercamos a él y enseguida nos atendió.
-Hola buenas noches, ¿puedo ayudarles en algo? - preguntó la voz ronca y bastante grabe del hombre.
-Si por favor, la semana pasada llamé para reservar una habitación, ¿me podría dar la llave si es usted tan amable?- respondió mi madre con una voz fina y simpática.
-Claro que si señorita, sólo dígame a que nombre esta la reserva y el tiempo que la necesitará y yo mismo les acompañaré hasta su habitación.
Mi madre le dio todos los datos necesarios y le explicó que estaríamos viviendo ahí por tiempo indefinido,hasta que encontráramos casa, el hombre nos acompañó educadamente hasta nuestra habitación, le dimos las gracias y se despidió.
Pasamos al interior de la habitación, era amplia y luminosa, casi se podría decir que era "lujosa" en comparación con todo lo demás que habíamos visto hasta ahora. Al entrar había un pasillito que tenía una mesita con un jarrón encima, las paredes eran blancas; seguimos caminando, a lo largo del pasillo había un cuarto de baño, tres dormitorios y una cocina, al final llegamos hasta un gran comedor que disponía de un sofá de esquina con una mesita pequeña enfrente, también tenía una mesa más grande, varias sillas y una televisión. Mi madre y yo ojeámos rápidamente la casa de arriba a abajo, tras verla entera elegí mi cuarto y fui a el para deshacer la maleta, era de un tamaño normalito y, en una de las esquinas de la habitación había una cama con un edredón blanco ataviado con unas rayas preciosas de muchos colores, al lado había una mesilla de noche con una lamparita encima, y en el extremo opuesto un armario dispuesto con dos puertas y que casi llegaba al techo.
Por decirlo de alguna forma no era el lugar de mis sueños, yo nunca pedí eso, aunque tenía que reconocer que aquello tenía su estilo y no me acababa de disgustar, aunque me costará reconocerlo, deshize la maleta y decidí salir a dar una vuelta.
Alicia era de pueblo, toda su vida había estado viviendo en uno, y aunque ya se había imaginado como era todo aquello, se le hacía raro tener que vivir allí, en Madrid.

Allí todo eran pisos y mas pisos y había muchos coches por las carreteras, todo aquello no me pareció muy interesante y además ya era tarde y al día siguiente tenía que ir a inscribirme en un instituto así que decidí volver al apartamento, al llegar no pronuncié palabra, sólo me dediqué a entrar en mi cuarto, no sabía que hacer,en cualquier otra ocasión habría leído mis whatsapp o hubiera entrado en skype para hablar con alguna de mis amigas, pero en este momento no me apeteció y me puse a escuchar música con mis auriculares.
Una sensación de caerme al vacío me recorrió todo el cuerpo junto con un horrible escalofrío, nada agradable, me incorporé un poco y caí en la cuenta de que me había quedado dormida, mire mi reloj, era la una, me quité los auriculares y decidí dormir.

Bajo el efecto de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora