Primer día

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- Rinriin, Rinriin...
Abrí los ojos, era el viejo despertador que mi padre me regaló al cumplir los 12 años, lo apagué de un manotazo y me incorporé tratando de despertar mi mente, parece que algo me obedeció, porque despertaron bruscamente muchos sentimientos contradictorios en mi; un nerviosismo tranquilo, miedo pero a la vez valentía y ganas de empezar el día, una alegría triste... ; todo muy raro...
Escuché como mi madre me decía que me esperaría abajo, y yo le respondí con un simple vale, entonces, miré el reloj, ¡mierda las 7:40!; las clases empezaban a las 8:00, así que salí de la cama lo más deprisa que pude, me puse unos vaqueros y una camiseta cualquiera y me peiné, no tenía tiempo para más, así que fui a la cocina y cogí un paquete de galletas que me comería por el camino. Bajé a buscar a mi madre todo lo deprisa que pude y me la encontré hablando con el recepcionista, se despidió de el, y de camino al coche me estuvo relatando la conversación que habían tenido, nada interesante, simplemente que había tenido un pequeño problema con el calentador del agua cuando se estaba duchando y tras acabar bajó a quejarse y de paso aprovecharse para obtener un poco de información acerca de la ciudad.
Subimos al coche y no hablamos nada más. Al llegar al instituto, fuimos a hablar con la directora y no tuvimos ningún tipo de problema para que me aceptasen, pues, mis notas eran normalitas y nunca había tenido problemas graves que marcarán mi expediente.
Me dijeron que podía incorporarme ese mismo día, así que no tuve optativa y me puse a buscar mi aula, no tenía ni idea de donde se encontraba, así que decidí dejarme llevar por las indicaciones que la directora me había dado un rato antes; " El aula a la que tendrás que dirigirte está situada en la segunda planta, es la segunda clase del primer pasillo a la derecha" pero con mi gran orientación resulta que me equivoqué de aula y fui a parar al aula contraria, todos los alumnos que se encontraban allí se rieron descaradamente de mí; un sentimiento de impotencia invadió mi cuerpo, pero no pude hacer nada, mis mejillas se encendieron a toda velocidad, sentí una vergüenza inexplicable, no quería hacer más el ridículo así que bajé la cabeza y salí.
Cogí el otro pasillo y entré en el aula opuesta a la que, anteriormente, resultó ser una gran pesadilla para mí, esta vez no me equivoqué, me pareció que nadie se dio cuenta de mi presencia, estaban todos hablando entre sí en grupitos o parejas, intenté pasar desapercibida y me senté en un sitio desocupado al final de la clase, pero como por arte de magia, como si yo fuera un imán que atrajera las miradas ajenas, todos se giraron para observarme, yo sin saber que hacer me puse a mirar mi mesa, me sentí estúpida, una chica me grito algo en tono burlón que no fui capaz de escuchar pues entró el profesor en ese momento, puf menos mal, pensé, y deje escapar un suspiro.
- Buenas tardes hoy daremos historia, id sacando los libros - dijo y hecho una ojeada por toda la clase, por ultimo, detuvo por un momento su mirada en mí y continuó hablando. - Tu debes ser la señorita Morales ¿no es así? Salga aquí y Preséntese.
Sentí una punzada en el estómago me levanté y caminé lentamente por el pequeño pasillito que había separando los pupitres, cuando llegué no supe que decir y simplemente dije mi nombre y poco más. - Hola me llamo Alicia Morales Barragán y soy nueva por aquí, no tengo nada mas interesante que contaros. - Creó que parecí una autentica idiota, ¿como iba a tener algo interesante que contarles? ¿Y porque dije que era nueva?, si estaba allí por primera vez era obvio que lo fuera..., tampoco habría sido necesario decir mi nombre completo, ¡Que estupidez!; traté de forzar una sonrisa aunque no fue muy convincente. - Bien puedes sentarte, bienvenida, esperó que te vaya bien. - Tras decir eso fui a sentarme, pude ver a tiempo que, la misma chica que me gritó anteriormente como burlándose de mí , me estaba poniendo el pie, esta vez no me controle y en vez de esquivarlo lo pise disimuladamente todo lo fuerte que pude, no fue lo más correcto pero no podía dejar que me comieran el primer día, se escuchó por un breve instante un murmuro de sonrisitas en la clase, la chica se retorció del dolor y me echó una mirada asesina, yo, en vez de devolvérsela, le dirigí una de mis mejores sonrisas,que, desde mi punto de vista le jodió bastante más que cualquier otra posible respuesta, eso me alegró, por un momento me sentí como la mala de una película pero se me pasó al instante, porfin llegué a mi pupitre, el tiempo que había estado de pie se me había hecho eterno, me senté tranquilamente y el profesor comenzó a dar la clase, que, se me hizo muy larga sin tener a nadie con quien comentar algo ni preguntar nada, antes mi compañera de mesa era mi mejor amiga, con la que, podía consultar dudas , comentar cosas y charlar de vez en cuando; pero eso ya era mi pasado, tenía que hacerme a la idea de que mi vida había cambiado y de que nada sería como antes, debía mentalizarme por mi propio bien.
Pasó una clase, la siguiente, la siguiente..., al final de cada clase sonaba un timbre que indicaba el cambio de profesor y a la vez el final de esa asignatura. Después de las seis largas horas de clase porfín sonó el timbre que indicaba la salida, recogí mis cosas lo más rápido que pude y salí de aquel lugar. Había un comedor en el que se quedaba a comer la gente que quisiera, bien por gusto o por que debía asistir a actividades algo más tarde y no le diera tiempo, yo desde luego escogí marcharme. Abrí las altas verjas que estaban cerradas con seguridad durante toda la mañana y que se habrían sobre esa hora y salí de aquel horrible recinto.
Empezé a caminar explorando con la mirada aquel lugar nuevo para mí, de repente veo un coche que me resulta algo familiar, ah claro cómo no, era mi madre que estaba esperándome, abro la puerta de aquel vehículo, la saludo y me subo.
El resto del día fue aburridísimo, pues no hice gran cosa, simplemente me encerré en mi cuarto y no salí de ahí en toda la tarde, me dediqué a escuchar música, a hacer los ejercicios que me mandaron por la mañana y a poco más. Más tarde cene y decidí acostarme temprano debido al cansancio acumulado y a la falta de tener algo que hacer, así que me metí en la cama y estuve pensando en todo lo que me sucedió en aquel largísimo y no muy buen día hasta que me quedé dormida.

Bajo el efecto de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora