Escena 1

1.4K 151 30
                                    

Deadpool se encontraba en un taxi en alguna parte de alguna carretera, subiendo y bajando el vidrio.
¿Mencione que estaba en un traje de cuerpo completo rojo entallado, su máscara tenía ojos blancos rarísimos y cargaba con dos catanas cruzadas en la espalda?

Ahora bien, suena bastante raro hablar de mí en tercera persona. A Deadpool no le gusta hablar en tercera persona.
Demonios, lo hice otra vez.

Hice un intento de pasar del asiento de atrás hacia el del copiloto, calculando totalmente mal mi altura.
"Hola," sonreí cordialmente y recordé que la mascara no dejaba ver mi encantadora sonrisa. Que inconveniente.
"Hola," el taxista de apariencia árabe saludo, sin mostrar extrañeza por mi outfit a la moda.
Palmee por mi traje, bolsillos y mochila de Hello Kitty y descubrí algo preocupante.
"¡Mierda! Deje mis crayolas," hice un puchero que no se veía, "¡oh, no es cierto! Están justo aquí," saque un paquete para volver a guardarlo.
"Demonios, deje el resto de mis balas también," moví la cabeza de un lado a otro en desaprobación a mí mismo.
"Tendré que arreglármelas con uno, dos, tres..." continúe contando hasta llegar a doce, "doce balas. Genial."
Recordé que tenía a una persona normal, que no cargaba con balas o catanas, y voltee a verlo.
Lo único que atino a decir fue "¿cuál es su nombre?"
"Pool, Dead," respondí.
"¿Por qué el traje Sr. Pool?" preguntó cómicamente.
"Resulta que es Navidad y yo soy Santa Claus, y hay alguien que ha sido muy, muy malo," respondí "y tengo que enseñarle una lección."
El taxista parecía interesado. Y yo también estaba interesado en contar mi gran historia, pero había llegado a mi destino.
En medio de un puente de carretera, claro.
"¡Justo aquí!" grite y freno bruscamente.
"Serían... 27 dólares," sonrío.
Cheque mis inexistentes bolsas, al menos para fingir.
"Ahora no traigo nada... Pero, ¿qué tal esos cinco?" dije tan encantador como pude.
Su sonrisa se borró de su cara pero choco esos cinco. Me agrada.
Salí del taxi, con mi mochila y me senté al borde del puente. De todos modos, soy inmortal, ¿a quién le importa?
Decidí poner música (genial, por cierto), y saque mis crayolas junto con una hoja de papel.

Se preguntarán, ¿qué diablos? ¿Que hace el del traje spandex? ¿Dibujando? ¿A quién le enseñara la lección?

Para saber eso, amigos, necesitamos ir tiempo atrás.
Bastante tiempo atrás.
Digamos que era una agente en una agencia súper especializada del gobierno, y ni siquiera voy a aburrirlos con los estúpidos detalles.
La cosa es que me expulsaron porque soy malo, muy malo y me volví un mercenario bueno, muy bueno.
Un día estaba haciendo las cosas normales que un mercenario hace; lo que el cliente que pague quiera.
Tranquilamente aterrorice a un idiota que creyó que era divertido acosar a una adolescente rica.
Regresé al bar más genial del mundo después de recibir mi paga (que devolví porque trágicamente tengo corazón de pollo).
Y tampoco era el bar más genial, pero mi amigo si lo era.
"Michael Clifford, el mercenario," me saludo con una sonrisa.
"Calum Hood, el dueño de un bar," devolví el gesto y pedí alguna bebida de la que no me acuerdo.
Calum atendió a otras personas dejándome solo, luciendo como...
"Luces como todo un perdedor," me gano en el pensamiento una voz femenina y condenadamente suave.
"Gracias, tú te ves como una campeona," deje que el sarcasmo fluyera como normalmente lo hace.
La cosa es que se veía como una completa campeona; pelo corto, tez de durazno, complexión mediana, y un par de tetas para morirse.
Sonrío con los dientes y me quería dar un paro cardiaco, o algo por el estilo.
"¿Qué hace una chica como tú en un lugar tan lindo como este?" bromee y ella apreció la broma.
"Lo mismo digo... Déjame adivinar," tomó aire y fingió concentración, "infancia difícil."
"No sabes," replique divertido, "dormía con doce personas en tres camas si corríamos con suerte."
"Al menos tenias una cama," continuo con el juego.
"¿Dije cama? Me refería a algunas mantas esparcidas por el suelo,"
"Yo tenía un armario,"
"Uy, no menciones armarios. Me recuerdan a mi tío..."
"¿Solo uno? Se tomaban turnos para aprovecharse de mi,"
"Es que los demás lo hacían en una mesa de póquer. Apostaban quién iba primero,"
"Ojalá apostarán, a veces eran todos al mismo tiempo,"
"Por lo menos era a veces. Todo el tiempo era explotado de alguna manera,"
Los reímos descaradamente y ella me tendió la mano.
"Índigo," se presentó.
"Michael,"
"Bien, supongo que no requerirás mis servicios," se fue alejando.
"Espera, ¿eres una prostituta?" dije, honestamente anonadado.
"Oye, no juzgues. La vida es una perra," levanto una ceja.
"No me queje en absoluto," sonreí con un plan.
"¿Qué puedo obtener con 235 dólares y un cupón de Frozen Yogurt?"
"48 minutos y medio de lo que tu quieras, y un postre bajo en calorías," tomo el dinero y me guardo el cupón en la bolsa. 

La lleve a un sitio de maquinitas.
"¿En serio?" me dijo, soltando una carcajada.
"Quería conocerte," conteste genuinamente.
De todos modos solo necesito tres minutos.
Le partí el trasero en todos los juegos, inevitablemente.
Seré un caballero, pero los juegos son cosa seria.
Al final ella tenía como tres tickets y yo ocho mil.
Cobramos respectivos premios; yo obtuve una gran nave edición limitada, y ella un lápiz.
"Eso fue divertido," dijo guardando su lápiz en el bolsillo de sus jeans negros.
"Aún me quedan tres minutos," de acuerdo al plan.
Puso los ojos en blanco y asintió.
"¿Qué querrás hacer con los dos minutos restantes?" presumí.
"¿Abrazarnos?"

Y si, la cogí. Contra la pared.
Gimió, bastante. Fue genial.
"¿Cuándo puedes volver a hacer esto?" decía entre gemidos.
"¿Todo el año?" sugerí.
Razón por la cual, la cogí en Halloween disfrazados, Día de Acción de Gracias mientras tomábamos los sagrados alimentos de los cuerpos del otro, Navidad con gorritos de Santa Claus, Día de San Valentín, etcétera.
Y ella me cogió a mí el Día Internacional de la Mujer. (No es tan divertido como suena).
Ni siquiera tendría que decirlo, pero me enamore. Perdida, completa, irremediable y pendejamente.
Y decidí que era buena idea pedirle matrimonio en Navidad, antes de coger. (Qué romántico, lo sé).
"Índigo, eres la persona más asquerosamente hermosa, por dentro y por fuera que he conocido jamás. Y decidí que te amo, y que creo que eres la única persona que me ama de vuelta,"
La cara que tenía era incomparable a nada más. Le brillaban los ojos.
"¿Te casarías conmigo?" saque un Ring Pop.
Río y también lloro, pero mayormente río.
Y dijo que si.
A lo cual me dispuse a azotarla contra la cama después de ponerle en anillo y... Adivinaron. Coger.

Mi vida estaba yendo bastante bien. Era como una gran pausa de él constante terror en el que solía vivir. Un comercial extendido por un año.
Y obviamente, ya había durando un chingo mi pausa. Era tiempo de poner play y continuar con la pinche tragedia que era mi vida.

¿Saben que pasó?
Les diré en un momento. Y también llegare al punto del porque estaba sentando en ese puente hace rato.

((N/A: Baia, es el primer capítulo. Me digne a hacer algo con mis fanfics.
Esto de adaptar una película/cómic a fanfic es todo un desmadre. Pero ya ni modo, me comprometí.
No quise ponerle Vanessa a el personaje principal femenino, me gusto más Índigo. La veo como Valentina Zedda (búsquenla, es preciosa).
Ojalá les guste y todo eso, paz.))

DEADPOOL - M.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora