Riesgos

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Los rayos de sol consiguieron que despertara de mi profundo sueño.

Miré a las chicas y sentí una inmensa alegria en mi interior. Aún no me creía que esta pequeña criaturita fuera mi hija. Me rompió el corazón darme cuenta de que me perdí casi toda su infancia. Pero sobretodo me sorprendía el aguante que tenía aun siendo tan pequeña e indefensa... No, ella no era así. Aunque puede que a veces se sienta de esa manera. Pero se presiona demasiado. No debería hacerlo. Aun es una niña.

Escuché el sonido de las armaduras de los soldados en movimiento bastante cerca de la casa. Me levanté lentamente de la cama para no despertar a Lucy, Akira y Happy, y me acerqué sigilosamente a la ventana para ver que pasaba desde la rejilla.

- Hoy es el decimo aniversario del ascenso a capitana de la aprendiza de Scarlet.

- Sí, he oido que lo celebraran por todo lo alto.

- Eso signigica que todos los soldados estaran ahí. ¿Nadie vigilará las calles?

- ¿En esta birria de ciudad? ¿Para qué?

- Es cierto. Nunca pasa nada importante.

- Sin embargo, no me gustaría tener a La Capitana Dragneel como jefa. Esa mujer da miedo.

- Ya te digo. Y ya con la Capitana Scarlet, ni te cuento.

- Entonces... ¿A que hora nos retiramos?

- Justo a media noche.

Escuché atentamente la conversación de esos soldados. Aún tenía una oportunidad de cumplir la misión y avisar a Loke. Y por supuesto ayudar a Sting a escapar. Pero también me di cuenta de una cosa. Mi prima ya era capitana del ejército, igual que Erza. Es increible. Cuando eramos adolescentes ella nunca se dignó a asumir ese puesto no sé porque realmente, pero... ¿Por qué ahora sí?

- Hola, Natsu.

¡Menudo susto me dio! ¡Si había dado un grito y todo!

- ¡Akira, no me des esos sustos! Por Dios.

Ésta se rió y me abrazó.

- ¡Qué gracioso eres! ¡Vamos a desayunar, que ayer no cenastes!

- Tú tampoco, dragoncita.

Se detuvo en seco y me miró sonriente.

- Me gusta ese apodo. - me dijo mostrándome una enorme sonrisa.

Me dirigí a la cocina y vi que Akira necesitaba ayuda de una silla para llegar al mueble donde tenía la comida.

- Además, lo hago para que mamá pueda comer más.

La miré algo apenado y pensé que en cierto modo la comprendía. Lucy trabajaba demasiado todos los días hasta caer rendida y sin aliento en la cama. Y para alguien que hace un esfuerzo tan grande, necesitaba mucha comida. Pero claro para una niña que estaba en pleno crecimiento necesita comer de forma variada y equilibrada. Por desgracia, en esta casa no pasaba ninguna de las dos cosas.

- Buenos días. - Lucy se despertó y lo primero que hizo fue abrazar a su hija.

- Buenos días mamá. - la niña le devolvió el abrazo cuando dejo el pan y la mermelada encima de la mesa.

- Me voy a trabajar.

- Hasta luego mamá.

Se dieron un par de besos en la mejilla y luego Lucy se acercó a mí.

- Hasta luego Natsu y gracias por cuidar de Akira. - me dijo soriente.

- No hay de qué, Lucy. Hasta luego. - la abrazé y susurré lo mas bajo que podía. - Ten cuidado.

La Luz de Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora