El último Jedi

El Enemigo

Al aterrizar en el planeta sentí un poco de frío a pesar de que había varios ríos de lava muy cerca de ahí.

-¿Y qué haremos aquí?- le preguntó Creew a Zuth.
-Primero nos re abasteceremos y después buscaremos a alguien que nos pueda dar alimento.

Caminamos durante un largo rato hasta que encontramos una pequeña casa cerca de un gigantesco río de lava.
Tocamos... nada, ninguna respuesta.
Volvimos a tocar..... otra vez nada.

-Hay que irnos, no hay nadie- dijo Hare antes de darse la vuelta y empezar a caminar.

Cuando dio el primer paso la puerta se abrió y se asomó un hombre.

-¿Qué quieren?- nos preguntó asustado.
- Solo combustible y comida si no es mucha la molestia-respondió Zuth suavemente para no asustarlo.
-Claro, entren antes de que él los vea- dijo muy asustado.

El hombre era alto, delgado con ojos grises y el cabello del mismo color.

-¿Usted es el único en este planeta?-le preguntó Zuth.
-Pues hasta ahora, si- le respondió-Cuando el Canciller dijo en el Senado que la República se convertiría en el Imperio Galáctico, miles de soldados clon empezaron a allanar nuestros hogares y arrestarnos por cualquier cosa, pero logré escapar y construí esta casa que nunca encontrarán.
En ese momento tocaron la puerta y todos la volteamos a ver.

-No que nadie la iba a encontrar-le dijo Creew al hombre.
-¡Abre maldito campesino!-le gritó alguien fuera de la casa con una voz muy firme.
-Tienen que esconderse- nos susurró el hombre.
-No, él está solo, no viene con nadie. Te protegeremos-le dije con firmeza.
-¿Cómo sabes?-me preguntó el hombre.
-Lo puedo sentir.
-¡No me obligues a tirar la puerta y matarte anciano!- le gritó con un mayor tono de voz.
-Nos esconderemos debajo de la mesa y atrás de la puerta para rodearlo e interrogarlo.

Nos escondimos, el hombre abrió la puerta y corrió hacia atrás. Yo estaba debajo de la mesa y solo pude ver sus botas blancas pintadas con un símbolo republicano verde.

-¿Con quién hablabas?- le preguntó el soldado.
-Con...con...con nadie-le respondió titubeando.

Cuando el soldado iba a abrir la boca para responder, Zuth, que estaba detrás de la puerta, lo tiro al suelo y con los pies cerró la puerta.

-¡No te muevas!-le dijo.
-Tenias compañía Owen, esto te costará caro- amenazo al hombre.

Zuth lo levantó, lo puso en la silla y lo amarró.

-¿Qué quieren de mí?-le preguntó a Zuth.
-Información.
-No te daré nada- le dijo antes de escupirle.
-Ah no, Ocap ven aquí por favor.

Al oír mi nombre me arrastre hacia atrás y me levante. Lo primero que vi fue su uniforme y su casco, se parecía mucho al de mi ex-comandante clon...no, esperen él era mi ex-comandante.
La ira y el odio lleno todo mi cuerpo al acordarme que de todos disparos el de él había atravesado a mi maestra.
Saqué mi espada blanca para poder cortarle la cabeza y reír junto a su cuerpo sin vida.
Pero antes de abalanzarme contra él, Zuth me detuvo.

-Esa no es la manera- me recordó.

El comandante se quitó el casco y me miró a los ojos.

-Sobreviviste-me dijo sorprendido.
-Si,si sobreviví Comandante Quint.
-¿Extrañas a tu maestra?-me dijo en tono burlón.
-Si,si la extraño y no entiendo porque te burlas, ella confiaba en ti, ella te protegió, sabes lo que es perder a alguien que te cuido como si fuera una madre...-se me corto la voz, quería llorar pero no podía dejar que se alegrará al verme llorar así que me salí.

Después de varios minutos llegó Zuth y se sentó a mi lado.

-Ocap, ya nos vamos de aquí.
-Ahorita voy.
-Ocap quiero que seas mi aprendiz, quiero terminar lo que la maestra Sheev empezó, ¿aceptas?.
-Sí-dije emocionado.
-Bueno pues vámonos.

Empezamos a caminar hacia la nave pero me detuve.

-¿Qué pasa Ocap?
-¿Sientes eso?
-Sí, mucho frío...

Nos volteamos, una persona vestida de negro nos miraba.

-Atrás de mi-me dijo Zuth cubriéndome con su capa-¿Quién eres? y ¿qué quieres?

En ese momento hizo su capa a un lado y dejo ver un brazo metálico sosteniendo una espada con una garra.

La prendió y de ella salió una hoja color amarillo.

-¿Es otro Jedi?
-No,no lo es...