Capitulo 1.

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Siempre he dudado de la existencia de algo más allá de los humanos. Soy poco creyente en muchos temas, Religiones, fantasmas, aliens, cosas sobrenaturales y que no pueden ser explicadas, tal vez ese sea mi gran problema y el motivo de que ahora en mi vida todo sea confuso. . .

"Vallamos a ver las estrellas, helena"

"Bailemos, helena". .

"Tomemos algo de Te, señorita helena"

Desde hace unos meses todo lo que pensaba del mundo me hizo darme cuenta de lo equivocada que estoy. He sido tan ciega y gracias a eso todo perdió sentido en la vida.

Todo comenzó como un día normal en mi vida. Esa mañana desperté y fui a peinar mi largo y negro cabello con una sonrisa, pues era un buen día. Hoy mi padre, Richard, volvería. El es un arqueólogo famoso y sin duda a diferencia de mi, cree en muchas cosas, cuentos de Hada solamente, claro esta, pero cada quién a lo suyo.

Hace un mes el se había ido por un trabajo sumamente importante, según uno que cambiaría nuestras vidas en mucho sentido, pero al ser rutina, no le hice mucho caso, hasta ese día. Espere durante horas a que volviera, hasta hice su comida favorita, pero el nunca llego, ni ese día ni el siguiente. "Posiblemente se entretuvo con algo" pensé para mantener mis esperanzas, pero fue algo estúpido de pensar. Paso una semana y no supe nada de el, hasta que durante la noche llego una carta a la casa, esta poseía ese sello que mi padre siempre ponía, lo cual me trajo cierta esperanza, hasta que llegue a leerla.

[Carta]

Mi querida helena. Si te ha llegado esto, significa que algo malo me a sucedido. Tristemente ya no podré estar contigo, pero no debes preocuparte. En los próximos días, unos parientes lejanos irán a buscarte. Se buena y atenta con ellos.

Con cariño y afecto. Richard Duval. Tu padre.

[Fin]

Mi cuerpo sólo temblaba mientras que mi enojo crecía. ¿Qué paso? ¿Por que debía abandonar mi hogar? Además. . ¿Qué parientes? Mi padre era hijo único al igual que mi madre y muchos de nuestros parientes ya habían fallecido hace años.

"No lo entiendo" pensé en medio de mi desesperación y estado de crisis. Había tanto que no llegaba a entender y que posiblemente no entendería, aunque. . Tal vez esos parientes sepan que paso con el, así que sólo me quedaba esperar ¿no?.

Tras recibir la carta los días pasaban y pasaban como si fueran años, era desesperante, deprimente y cansado, posiblemente nadie llegaría por mi, estaba sola, lo único que tenía ya se había marchado quién sabe a donde, sólo para hacerme ver lo que había perdido.

— Lamento tanto haberte gritado tanto, papa.. — Susurre entre sollozos, dejándome caer en pleno suelo ya mugriento y polvoriento debido a mis pocos ánimos de querer limpiar.

Estaba acabada. .

—¡Oye no llores!.— Le escuche decir a una voz femenina e infantil.

—¿Quién esta ahí?.— Pregunte con temor.

Después de preguntar aquello pude ver como una chica se acercaba a mi, esta se veía que era posiblemente un par de años más joven que yo o posiblemente más. Su cabello apenas llegaba a los hombros y vestía tal y como una de esas sirvientas antiguas, que hoy en día son el fetiche de muchos hombres.

— ¡Ah! ¿Te asuste? ¡Lo siento! Soy Lu. Soy una de las empleadas de la mansión Sakurai. Me han pedido que viniera por ti.— Dijo.

—¿Venir por mi?.— Pregunte, secando aquellas lágrimas que habían caído en mis mejillas.

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