« Única parte »

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Cabreado.

Esa era la palabra que describía perfectamente a Rubén estos últimos días. O más bien, éstos últimos meses...

Oh si, totalmente cabreado.

Y lo aceptaba, aceptaba que la razón de su enojo era que Mangel estaba saliendo con alguien. Todavía no se olvidaba de las aventuras que había tenido con el morocho. Si, habian follado varias veces antes de que Mangel conociera a Beatriz, pero esa relación de "mejores amigos" de hace 10 años estaba intacta. Follaban y luego seguían con sus vidas, como si nada hubiera ocurrido, seguían siendo los mismos mejores amigos de siempre.

El problema era que Rubén, por alguna razón, habia empezado a sentir celos. No formaba parte de sus planes estar celoso, es más, esa era una de las condiciones a la hora de follar y después continuar normalmente con sus rutinas.

Nada de celos, esto es solo sexo para satisfacerse.

‹Hijo de puta› Pensó Rubén.

Y es que ahora se encontraba jugando vídeojuegos en su pc, tratando de apartar todos los pensamientos que involucraran a Mangel, y a la dichosa de su novia. Mientras el estaba solo en el día de San Valentín, los dos tórtolos estaban disfrutando de una velada romantica en París.

‹Oh, pero no me voy a quedar solo en un día como este, claro que no› Se dijo Rubén.

Cerró el juego, apagó todo, agarró las llaves de su departamento, y se dirigió a la puerta dando unos saltitos. Había decidido ir a bailar por ahí, tal vez encontrarse a un tío que quisiera follar no le vendría mal, de hecho ese era su objetivo. En eso se diferenciaba con Mangel. El era totalmente gay, mientras que el morocho le había dicho que no lo era, y que el único chico que logró atraerle era Rubén. El castaño no tenía problemas a la hora de meterse con cualquier chico, nada serio, solo una noche llena de pasión.

‹Vamos, Rubén, no pienses en ese gilipollas, el ni siquiera debe estar pensando en ti, diviertete, folla...

y olvida.›

×××××

Habían pasado 2 horas, quiza 3, 4, 5...pero a Rubén no le importaba.

Lo unico que le importaba es que durante todo ese tiempo, había llegado a un bar, y había bebido un poco, hasta que sintió una mirada posarse en él. Aquella mirada pertenecia a un chico bastante guapo, buen cuerpo, cabello rubio, ojos azules ... ojos que le transmitían a Ruben que si se enredaba con él, la pasaría genial esa noche.

Y ahí se encontraba, besandose salvajemente con este tío contra la pared de la habitación en su mismo departamento. Generalmente el terminaba en la casa de los chicos con los que coqueteaba, pero esta vez fue diferente. En ese momento se dio cuenta que no le había preguntando cual era su nombre. Separandose lentamente, rompiendo ese beso humedo pero delicioso, habló.

-No te he preguntado tu nombre - Rubén soltó una risita, mientras que el rubio lo tenia agarrado fuertemente de la cintura.
-Julian, dime Julian, vaya, yo sé el tuyo y tu ni siquiera te acuerdas de preguntarme el mio - Hizo un puchero y luego sonrió, el castaño casi se derrite ante esa perfecta sonrisa.

‹Lindo nombre para gritar en la cama, Julian›

Sin perder mas tiempo, Rubén estampó sus labios sobre los del contrario y sin darse cuenta, a los dos minutos ninguno de los dos tenía ropa puesta, todas las prendas estaban desparramadas por el suelo de la habitación. Y ellos dos sobre la cama de Rubén a punto de comenzar con lo que tanto deseaban.

Venganza « Rubelangel »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora