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Era la hora de la salida y Tracey caminaba al lado de Jessica, ambas planeaban ver un maratón de The Walking Death esa tarde, la chica escuchaba atentamente a Jessica cuando pudó ver una figura conocida frente a ella.

Hey, Tracey.

H-hola.—Saludó tímidamente.

—¿Quisieras salir esta tarde?—Preguntó la persona que estaba frente a ella.

La joven se había quedado paralizada, no sabía que responder. Quería hacerlo pero estaba tan apenada que las palabras no salían de su boca.

—Vamos, es él chico que te gusta.—Le susurró su mejor amiga al oído, causando que Tracey estuviera aún más nerviosa.

—S-si, Jack.—Respondió  y se despidió de Jessica para caminar a lado de él.

Ambos caminaban uno al lado de el otro, sin decir nada. Jack sonreía así que Tracey también tenía una sonrisa dibujada en su rostro.

Ninguno habló, por que aveces así eran mejores las cosas, sin palabras.

Minutos después de caminar, ambos llegaron a un restaurante, el edificio era de un color oscuro y estaba decorado con arreglos de madera.

Llegamos.—Dijo él mejor amigo de Tracey rompiendo el silencio. Jack abrió la puerta para su mejor amiga y ella entró. Tomaron asiento y esperaron a que una camarera les atendiera.

Una joven de cabello pelirrojo se les acercó y mirando al joven inquirió con una sonrisa pícara.—¿Qué vas a querer, guapo?

No lo se, pero por ahora solo me gustaría decirte que la chica que es dueña de mi corazón, es ella.—Bromeó mientras apuntaba hacia en frente, Tracey miró en la dirección hacia donde apuntaba su dedo y pudo ver a una chica sentada sola en una mesa.

La camarera sonrío falsamente y se retiró apenada.

—Jack, se que no me incumbe pero me parece algo tonto que te enamores de una chica que acabas de ver.—Susurró la chica refiriéndose al comentario anterior de su mejor amigo.

—Tracey, te señalé a ti.—Bufó Jack algo molesto.

—Oh.

Oh, fue lo único que dijo su mejor amiga y la conversación entre los dos acabó.

De nuevo, Tracey no tenía idea de qué hacer.

Después de ese incomodo momento la muchacha solo miraba fijamente a su plato y él chico la miraba fijamente a ella.

Terminaron de comer, él chico pagó la cuenta y ambos salieron, aún sin decir nada.

Estaba oscureciendo y el cielo tenía un dulce color rosado, en los alrededores había un pequeño arroyo y un verde parque, él joven había traído a Tracey ahí ya estaba enterado de que ella le encantaba ir a ese lugar en donde jugaban de pequeños.

—¡Maldita sea Tracey! ¡He intentado decirte toda la tarde que te quiero!—Gritó el chico rompiendo el abrumador silencio, por segunda vez.

Los ojos de su acompañante se abrieron a tal punto que parecía que saldrían de su lugar, ella se había vuelto a quedar paralizada.

—Se mi novia ¿Quieres?—Continuó él mientras revolvía su cabello.

—No.— Respondió Tracey de la manera más fría e indiferente posible.

Él muchacho se había quedado atrás así que no estaba seguro si lo que había escuchado era verdad.

—¿Qué? ¿P-por qué?—Preguntó confundido.

—¡Tú solo me has tratado como basura, así que ahora yo haré lo mismo!—Grito recordando todas esas veces en las que había sido tratada como un juguete.

Lo se, lo se.—Dijo Jack poniéndose de rodillas frente a Tracey.—Pero por favor, quiero ser feliz y te necesito. Te amo. Y se que fui un estúpido por haberte tratado así pero...

Él chico no pudo continuar con su discurso porque fue interrumpido por un tierno beso.

Jack rogaba para que ese beso nunca se terminara.

Cuando ambos se separaron para tomar aire, él volvió a unir los labios de la chica con los suyos.

Tal vez su vida estaba hecha un lío, tal vez estaba metido en más de mil problemas, pero que más daba, si estaba con la persona que amaba.

Hey, JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora