Capítulo 2: Insistente

72 1 0
                                    

El bendito sonido de la campana a las 4 de la tarde daba a entender que acababa la jornada. ¡Aleluya! Todo un dia completo soportando a mi compañero de asiento y ahora al fin podia inme a mi hermosa casa.

Era en estos momentos cuando añoraba mi hogar. Aunque quedara apenas a unas podres 3 cuadras de distancia.

Me levaté de mi asiento al mismo tiempo que lo hizo Lanzani.

-Te acompaño a casa- sonrió simpático.

Rodé los ojos. Y otra vez venia con lo mismo.

Un mes habiamos pasado como compañeros de banco y cada dia de todo aquel mes se habia ofrecido a llevarme a casa.

Cada. Maldito. Día.

Aveces me preguntaba si no se cansaba de insistir, pero al parecer tener una conquista menos no le enorgullecía demasiado. Porque eso era para él: conquistas. Podia ser el chico mas dulce, agradable, y todo lo que quisieran las demas chicas. Pero seguia siendo un chico, un conquistador de cuarta.

-No- me negué-. No necesito a alguien que me escolte a casa- dije cortante.

-Ya va treinta veces que te niegas- conto él-. Dejame acompañarme alguna vez.

-No- me negué nuevamente-. ¿Que parte de aquella puta palabra no entiendes?- cuestioné enfadada.

-La palabra "No". Te acompañare a casa quieras o no esta vez. No aceptare que haya pasado todo un mes y te hayas negado- dijo él sonriendo torcidamente y me guiñó un ojo.

Gruñí. Ag, cuánto odiaba a este tipo. Era un maldito insistente, estúpido y guapo. Odiaba que fuera guapo. Lo odiaba.

Tomé mi mochila bruscamente y camine afuera de ese salon rapidamente. No permitiría que Lanzani supiera dónde vivía. Nunca. Jamás. En la vida.

Salí de la escuela dando zacadas pesadas y rápidas. Estaba enojada y apresurada a la vez, y ambas opciones eran por el tonto Lanzani. Tan estúpido, tan tonto, tan simpático, ¡tan guapo! Ese era el mayor problema.

La vida no era justa.

Iba caminando hacia mi casa cuando en un momento agudizo el oído y escucho los pasosn de Lanzani detrás mío. ¿Como supe que era Lanzani? Pues porque era más que obvio que era el único imbécil a mi ritmo. Además que nadie venía por aquí más que yo.

Me desvié de mi camino, yendo a la dirección a una biblioteca que habia cerca, para que Lanzani no se enterara dónde vivía.

Al llegar frente a la biblioteca, me regañé a mi misma.

¡No podía ingresat! Rayos, se me había olvidado por completo que me había exiliado para siempre de ese lugar por "ocasionar problemas".

Estúpidos bibliotecarios, giardias de seguridas, policias y bomberos. Les juro que de verdad no entendia por qué me habian exiliado de aquel lugar. ¡Libros rotos, personas enfadadas y un incendio en la biblioteca se tomaba como un accidente! Malditos que me habian señalado cuando los policias preguntaron si alguien habia provocado todo aquel desastre.

De toda formas, debia admitir que la biblioteca se habia mejorado bastante del accidente. Ya no habia marcas de que huvo un accidente.

-Lali...- una voz a mis espaldas me hizo reaccionar de mis recuerdos.

Mierda. Para empezar esa voz la conocia, no habia otra voz que me irritara más que la de él. Y segundo: sólo ese tonto me llamaba por mi nombre.

Volteé y mi mirada se topó con el de Lanzani.

-¿Por qué mierda me sigues, Lanzani?- cuestioné ya al borde de la histeria.

¡Este tipo era jodidamente insistente, irritante e insoportable! ¡Y más encima guapo! ¡Cuánto odiaba a la muy maldita realidad!

-Te dije que te acompañaría a casa- respondió él con una sonrisa y yo bufé.

-Lanzani, te vas AHORA. No estoy de ganas para pelear, porque te juro que si no te largas ahora te doy un puñetazo en tu maldita cara de niño bonito- dije alterada y molesta.

Odiaba cuando alguien no me hacia caso, detestaba a mas personas asi de insistentes... Lo odiaba a él. ¡Odiaba su manera de ser!

-¿Crees que soy un niño bonito?- cuestionó con una sonrisa coqueta.

¡Mierda y más mierda! ¿¡Es que este tipo era tonto o se hacia!?

-"Niño bonito" se traduce como "mimado imbécil, hijo de mamá" por si no lo sabias- dije suficientemente molesta como para lograr que su semblante alegre se tornara serio.

¡Y sentí que por fin lograba domar a la bestia! Siempre tan malditamente alegre y ahora al fin lograba borrarle la sonrisa de su rostro.

-No tienes derecho de hablarme asi, lindura- dijo volviendo a su postura de coqueto.

-Vete a la mierda- dije mandándolo a freír espárragos y luego de dar media vuelta me fui a mi casa. SOLA.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 19, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

School Wings | Laliter | AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora