Otra vez ese asqueroso tirón... Odio tener que someterme a esos idiotas cada vez que a alguno se le antoja que necesita ayuda para cualquiera de sus estúpidas intrigas, traiciones y demás estupideces. Lo único bueno es el final. Verlos sollozar de terror, de dolor, de odio, al contemplar como hago realidad todos sus miedos, sus pesadillas, como castigo por haberme importunado aunque solo fuese un instante de la eternidad. Aunque algunos eran más divertidos... Sonreí en medio del vórtice que tiraba de mí hacia el mundo de los mortales al pensar en esos "afortunados" que al finalizar su contrato guardaba para mi disfrute personal. Para algunos, o debería decir algunas, era peor eso que la condena eterna que se les habría impuesto normalmente. Y sin embargo... Si, desde luego aquellas eran mis favoritas, aquellas que en lugar del infierno que habrían sufrido a manos de cualquier otro demonio, habían encontrado en el submundo un paraíso... complaciéndome. Si, desde luego, la eternidad se te hacía mas corta teniendo a un par de gatitas como esas acompañándote... Y como siempre llegó el final de ese horrible viaje. A ver, a ver... ¿Como me presentaría ante mi invocador? La niebla negra con un par de ojos rojos estaba muy visto. Presentarme como un monstruo enorme con cabeza de perro negro, un látigo y alas negras como hacían muchos de los idiotas de mis colegas me parecía patético... Somos demonios, no significa que no tengamos buen gusto. Y en mi opinión, un demonio mayor debe tener clase, aparte de inspirar terror. Bueno... si... Podría hacerlo de ese modo, aparecer como una fina columna de humo, y cuando hubiese visto a mi invocador, decidirme por algo adecuado. Entendedme, no es lo mismo aparecer ante un hombre culto que necesite de mi sabiduría, que ante cualquier cabeza hueca que vaya a perder su alma por matar a otro imbécil probablemente aún mas grande.
Me quedé de piedra al ver lo que había ante mí. Me habían invocado en multitud de lugares, pero esto era nuevo. Porque, vamos a ver: ¿donde te crees tú que suele invocar la gente a un demonio mayor, de lo mejorcito que se podía encontrar en el infierno? No, no en una torre negra, en una noche de tormenta, con lava y fuego alrededor, y una risa inquietante escuchándose por todo el valle... (Menuda tontería, si alguien se riera así, se destrozaría la garganta) Ni tampoco en una oscura cueva, decorada con versos satánicos escritos con sangre en las paredes... (Eso también es una estupidez, odio aparecer en un sitio que apesta a muerto. ¿Como podéis pensar que nos gusta eso? Es repugnante.) No. aparecí en una habitación muy bonita, un poco cursi para mi gusto, paredes decoradas con posters de cantantes sin talento, ni imaginación, pero con la cara bonita... Pero qué se le va a hacer, los humanos no suelen entender de música. Ante mí tenía a mi invocador. Era una chica, debía de tener unos quince años, la verdad es que era guapa, bajita, pero no mucho, morena, buen cuerpo para una humana (un poco infantil eso si). En fin, una agradable sorpresa al fin y al cabo. Esperaba aparecer en algún estudio o laboratorio, últimamente, sólo me llamaban viejos estudiosos. Parecía un poco confundida, me imagino que por no habersele aparecido una bestia rugiente con cuernos. Bueno, al menos sabía como iba a aparecerme. Decidí hacer como que salía de la niebla, para que fuese más artístico. Las mujeres suelen tener mas gusto que los hombres, según mi experiencia. Y esto fue lo que finalmente apareció en el pentáculo rojo que había en el suelo de la habitación (¿En serio?¿Me habían invocado en un pentáculo de pintalabios? Lo que se van a reir de mí ahí abajo...). Un chico moreno, un poco mayor que ella, un año o menos, elegante, con camisa negra y pantalones pitillos negros también. Lo único que demostraba que no era un chico normal (aparte de haber aparecido de la nada entre la niebla en un pentáculo dibujado en el suelo), era que había dejado que en mis ojos brillara una luz roja. La chica se había quedado boquiabierta al verme, me pareció tan gracioso que me desternillé de risa allí mismo. La chica aún se quedó mas confusa al verme, y luego se puso muy roja. Secándome las lágrimas que me salieron de tanto reírme, le sonreí y le dije:
-¿Qué? ¿Sorprendida?
Ella cerró la boca, pero se puso aún mas roja, pero al menos consiguió contestar.
-No eres como te imaginaba.
-¡Eso ya lo sabía guapa!- Le dije riendo.- ¿Y como es que una chica buena, con las paredes pintadas de rosa y las bragas tiradas por el suelo, invoca a un demonio en el suelo de su habitación?- Volví a partirme de la risa, no lo podía evitar.
-¿Quieres dejar de reírte de una vez? Pareces idiota, de todos los demonios que podría haber invocado, voy y escojo al retrasado mental.-Guau, tenía genio la niña. Pero el que lo dijese mientras empujaba sus bragas debajo de la cama le quitaba seriedad al asunto.
-¡Oye, eso ofende! Que me llame idiota una cría de quince años... Increíble. Encima de que me tomo la molestia de venir a ver quién es el idiota que me a invocao... Yo me largo.- Me di la vuelta, haciendo como que me iba.
-No puedes irte sin mi permiso, ¿te crees que soy tonta?- Me dí la vuelta cabreado, me había pillado la niñata.- Sé que tienes que acatar todas mis órdenes, que no puedes salir del pentágono de invocación hasta que yo no lo permita, que puedo castigarte si quiero...¿A que ya no eres tan gallito?
-Muy bien niña, y también sabes que el trato tiene un precio no?
- Perfectamente.
-¿Eres creyente?
-No, soy atea desde siempre.
-Y quieres venderte por toda la eternidad a alguien como yo... interesante...
-Eso a ti te da igual. Tú estás aquí porque yo he querido, las preguntas las hago yo si quiero, tú a callar.
-Vale, vale... Qué poca educación, de verdad. Siempre lo digo, los NIÑOS de hoy día...
-¡No soy una niña demonio imbécil!- Sonreí, había conseguido pillarla. A esos chiquillos siempre les fastidiaba que les recordasen que solo eran unos crios.
-Bueno, bueno, tranquila... No hace falta que te pongas así. Pero te recuerdo que aún no me has contado por qué me has arrancado de mi bonito hogar para traerme a esta odiosa dimensión, ni qué tipo de trato piensas hacer conmigo.
-Bueno... La verdad me interesaría firmar un contrato de guardián, que me acompañes y protejas en el tiempo que dure nuestro contrato, y que fuese ampliable, rescindible, y modificable.
-Vamos que me invocas para que te acompañe en lo que dure el pacto, que se pueda alargar el plazo, que se pueda romper (aunque eso lo veo difícil, no pienso renunciar al alma de una chica tan guapa) y que se puedan añadir nuevos servicios durante el transcurso de nuestra relación comercial... Un contrato abierto entonces. Muy bien. Firma aquí por favor.-Dije sacando el pergamino en el que se había grabado a la perfección el tipo de servicios que ella deseaba. Ella lo miró dubitativa, y me dijo:
-¿Como se supone que he de firmar? ¿Con un boli?
-Solo tienes que poner el dedo en el hueco de la firma.-Contesté sonriendo. Ella apolló el índice en el pergamino, y pegó un bote cuando vió que su nombre y apellidos se escribían solos en el papel. Sonreí de nuevo. Ya era mía. Que bien me lo voy a pasar, pensé.
¿Qué les parece? La verdad no se muy bien qué hacer con esta historia, si hacerla de miedo, aventuras... o de amor, pero no se si eso será buena idea xd. Voten y comenten!
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demonio
FantasyBueno, ya estoy aquí otra vez. Otra vez sujeto a las órdenes de un patético humano que quiere mi ayuda. Pero al menos esta vez puede que me lo pase bien... ¡Mi invocador es nada mas y nada menos que una chica de quince años, y he aparecido en su hab...