12.

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Me recuesto contra la pared, contemplando mi celular por décima vez en quince minutos.

Admito que fue en parte mi culpa. Pero ¡vamos! Él intentó..., más bien, él me besó.

Si una chica besa tu mejilla, es una clara señal de no querer más que eso..., al menos por el momento. No necesito que mi vecino me lo aclare.

El clima de Londres comenzaba a descender, al igual que las nubes cargadas de agua comenzaban a cubrir el cielo. Estar en el tejado no ayudaba demasiado a la temperatura corporal, pero valía la pena. Esta vista no se encuentra en muchos sitios, y soy de esas personas que prefieren disfrutar de las pequeñas cosas al máximo antes que no disfrutar nada.

Veamos. Yo amo a Robin.

Bueno, no..., amar es una expresión demasiado grande. Sé que pienso que es amor, aunque posiblemente sea..., no lo sé. ¿Deseo? ¿atracción? ¿cariño? Lo que fuera es un sentimiento que llevo conmigo hace años.

Él es demasiado sexy, pero a pesar de eso, por dentro es dulce. Lo sé porque lo he visto.

La Navidad pasada iba caminando por la acera cuando ví a dos niños corrieron en dirección opuesta a la mía. Detrás de ellos estaba Robin. Los perseguía como si fuese un mounstro. Fue la imagen más tierna que alguna vez hubiese visto; ya sea por el hecho de parecer un chico problemático y tener un corazón de oro, o por la manera tan graciosa en la que se encorvaba hacia adelante para asustar a los pequeños.

Nadie pensaría que un adolescente de complexión ancha, fornido, que utiliza chaquetas de cuero y lleva pircings y tatuajes por doquier jugaría a una cosa tan infantil en la calle, cuando cualquiera podría verlo. Quizás en muchos fuera un acto vanal, pero en él... en él se veía perfecto.

Así y todo le rechazaste un beso.

¡Fue culpa de mis nervios! Nunca había besado a nadie y temía quedar como una idiota. El problema es que ahora he quedado peor.

Suspiro con fuerza tomando el celular nuevamente.

Estoy en un terrible dilema: Mandarle o no un mensaje disculpándome.

Creo que eso sería lo más lógico. Ya que estuve enojada con él mientras sólo intentó darme un mísero beso. Lo cual es totalmente estúpido.

Yo: Hey.

Yo: Realmente siento lo del golpe. Estaba algo nerviosa y no sabía lo que hacía...

Miré su última conexión. Hacía más de una hora que no se conectaba.

Algo que me encanta ver es su foto en Whatsapp. Había salido tan rebelde con su cabello, compuesto por esos (apenas notorios) rizos azabache, alborotados levemente. Su mirada café tan dura y penetrante como sólo en los libros se puede apreciar, y luego estaban sus labios, ¡Oh Dios! Sus labios, tan carnosos y del grosor perfecto, acompañados por esa pequeña barba que, por lo general, llevaba rasurada al Instituto. Es, definitivamente, la sensualidad en carne y hueso.

Bloqueo el aparato cuando oigo algo que llama mi atención: una melodía, dulce y triste. Es un punteo que trata de decir tanto, que te transporta a otro lugar.

Es una guitarra, y creo saber de donde proviene.

Con dificultad me pongo de pie, caminando silenciosamente hasta obtener una vista decente a la ventana de mi vecino. Y él esta allí, sentado sobre su cama.

Una guitarra color madera yace sobre sus piernas.

Se ve tan inmerso y tranquilo tocando que sonrío. Parece agradable este Harry.

Consejos De Un Patán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora