Antlia

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Conducían desde diferentes líneas.

Trazaban caravanas con la música dentro del auto.

Megan, con los vidrios muy arriba, el cigarrillo entre los dedos, y la música resonante inundaba todo el oxigeno acumulado.

Amelia, con los vidrios muy abajo, el vodka dentro de un baso con cubos de hielo, adormecían sus bellos labios rosados, la música a son bajo, hacía calma en su alma.

Hubo de noche, una calma, una alma, una vida, encontrada estrellas, cometas, planetas. Todo estaba junto, las voces resonaban, las calmas salpicaban, y el silencio bailaba. 

Un semáforo, se tornó a rojo. 

Megan se detuvo. 

Amelia no.

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