Las alegres y ruidosas voces de los aldeanos inundaban toda la calle del mercado. El sol brillaba haciendo que un agradable clima deleitara a aquellos que se encontraban en la calle, el cielo estaba despejado cubriendo el horizonte con ese característico color azul, el leve viento primaveral se había levantado haciendo que los toldos de los puestos del mercado se levantaran, así como las ropas todos aquellos que se encontraban allí.
Los dueños de los puestos y mercaderes intentaban llamar la atención de posibles compradores, gritando y anunciando sus productos a viva voz con la esperanza da ganar dinero. Los vecinos y los ciudadanos compraban y paseaban por la concurrida calle, hablando con algunos conocidos, comprando alimentos para dar de comer a sus familias o simplemente pasando el rato por allí.
Andando con tranquilidad y esquivando con un poco de esfuerzo a la multitud, un joven paseaba sus ojos por todo aquello que le llamaba la atención de ese sitio. Los alegres niños jugando en la acera, las vecinas cuchicheando en alguna esquina, los vendedores negociando algún tipo de precio con sus compradores, todo el ambiente en general. Todo le llamaba la atención, todo aquello en lo que sus ojos magenta se posaban era interesante y a la vez algo inaudito.
Salem parecía una aldea más tranquila de lo que Ryuunosuke Chiba esperaba encontrarse en un principio.
Clavando sus ojos en el suelo durante un momento, decidió seguir con su paseo y aminoró su paso a través de la calle, mientras su pelo negro y el largo flequillo que llegaba a tapar sus ojos se mecía debido al incesante viento. Chocó con algunas personas, pero no le dio importancia alguna, ya que sus pensamientos estaban hechos un lío, girando en su cabeza una y otra vez en una vorágine de ideas y conclusiones.
Era el primer día que Chiba pasaba en Salem. Había llegado la noche anterior y a pesar de que la ciudad no estuviera tan sumamente lejos de su lugar de origen, Boston, él había llegado completamente agotado. Había pasado todo el día anterior preparándose para el viaje, haciendo las maletas y escuchando las palabrerías y consejos de su tutor legal, por lo que cuando se montó en el carruaje para marcharse, solo tenía ganas de dormir, pero por alguna razón no consiguió hacerlo durante el trayecto. En el momento en el que sus pies se posaron en la aldea, lo primero que hizo fue buscar con la mirada una posada en la que alojarse durante todo el tiempo en el que se encontraría allí, cuando la encontró no tardó mucho en entrar, pagar una habitación y darle una leve sonrisa a la chica que se encontraba en el mostrador, para después subir a su nueva habitación y tirarse en la cama con el fin de dormir hasta la mañana siguiente.
Ahora, tras haberse levantado totalmente despejado y haberse vestido con rapidez, había decidido explorar la ciudad un poco y orientarse lo más rápido posible, ya que intuía que pasaría más tiempo del que había planeado en esa aldea. Tenía una reunión con unos conocidos en un par de horas, pero sabía que tenía tiempo hasta entonces para observar los alrededores y familiarizarse con el entorno.
Estaba muy sorprendido del ambiente tranquilo, acogedor y hogareño que desprendía aquella calle comercial, con las personas sonrientes, las risas de los niños y las animadas conversaciones. Más teniendo en cuenta la situación por la que la aldea estaba pasando, todo aquello de lo que los pueblerinos habían sido testigos, la oscura y misteriosa razón por la que él se encontraba en ese momento en el pueblo de Salem.
Era 1963, y las brujas y seres sobrenaturales acechaban la ciudad con ansías de destrucción y agonía.
El pueblo de Salem había caído en pánico y Chiba lo sabía. Todo el mundo lo sabía, todos eran conscientes. La oscuridad acechaba la ciudad y a todos aquellos que vivían en esta. Las enfermedades, el hambre, la pobreza, la muerte, tragedias sin explicación y por las que los aldeanos se veían sumidos en el miedo y el desasosiego. Salem se había convertido en una ciudad maldita, cuya oscuridad y maldición amenazaba con tragárselo todo y hacer daño a todo aquel que encontrara por delante. Nadie sabía quién era el culpable, nadie sabía la razón de tanta desgracia. Todos estaban asustados y sin esperanza, apretando entre los puños un rosario y esperando a que Dios, su único y gran salvador, tuviera piedad de ellos y sus familias, que les salvara, que acabara con las epidemias y la muerte que les acechaba.
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Panic in Salem (Disc.)
FanfictionSalem estaba maldito. La oscuridad acechaba aquel pueblo, cuya maldición amenazaba con tragárselo todo. Era 1963 y las brujas y seres sobrenaturales acechaban la ciudad con ansías de destrucción y agonía. No había cabida para el amor, tampoco para l...