Por envidia y atención actuamos alguna vez. Intentamos recuperar lo que fue nuestro, pero, nos castigaron.
Ese cabello. Café en la luz, negro en la sombra. Rojizo cuando se enoja, anaranjado en la vergüenza. Castaño en la felicidad. Rubio en la tristeza. ¿Por qué? Ese cabello, ese tipo de voz; profunda, agradable, preocupada. Era imposible que fuera él. Un huracán de recuerdos y sentimientos pasaba por mi mente en el camino para el centro.
La verdad no era tan difícil entrar, sólo es necesario saber las entradas; algunas de ellas son más agradables que otras, y están en todas partes. Una de ellas puede ser aquel tronco viejo cerca de tu casa, o esa puertita pegada en la casa. Aquella coladera en la cual siempre pasas caminando, o esa trampilla que parece insignificante en el suelo. Se puede entrar por todas partes, pero sólo los del centro pueden usar esas entradas. Cada entrada está conectada a una misma central, y esa central está dividida en varios pasillos más, que no mencionare por ahora. La entrada que usamos esa vez era una la cual fue creada desde que iniciaron las remodelaciones en el metro, y en las calles. No voy a decir exactamente donde está, o cómo podemos entrar, cómo es, cual es. Simplemente voy a decir que estaba en el subterráneo, y no es tan agradable como podría pensarse.
— ¿Cuánto tiempo piensas estar callada? —preguntó sorprendiéndome.
— ¿Por qué preguntas eso? ¿No puedo estar callada un rato? —pregunté, recargándome en la pared metálica.
— ¿Qué le has hecho a la Rina que yo conozco? —una sonrisita apareció en sus labios. La miré extrañada.
— ¿A qué te refieres con eso? —esas pequeñas sonrisas son tan hartantes para mí, no puedo mirarlas. Expresando tanta burla en un pequeño gesto es algo irritante.
—Te has mantenido en silencio demasiado tiempo, sin moverte, simplemente viendo al vacío. ¿En qué piensas? —ella también se recargó en la pared metálica, sus brazos se cruzaron encima de su pecho, y me miré con atención esperando una respuesta.
—No tienes por qué preocuparte por lo que me pase, con tal que siga viva y de su lado estará todo bien —Bajé la capucha dejando ver de nuevo mi cabello para alborotarlo casi de inmediato.
—No creo que aunque estés de nuestro lado todo se encuentre bien.
Mantuvimos un silencio en el cual yo me sentí incomoda, me daban ganas de salir de una vez. Mahina no despegó ni un segundo sus ojos de mí. Unos minutos después sonó una campanilla, la cual anunciaba que el corrido había sido finalizado.
Yo no me apuré a salir de ahí. Miré de nuevo mi mano, aún había rastro de carbón. Cuando lo veo me dan ganas que me engulla por completo. Como si con eso lograra recuperar la vida. Antes hasta había tenido que soportar el calor de una llama extendiéndose por la mitad de mi cuerpo en una misión. A comparación con eso, la mano no había sido nada, pero, aun así fue el inicio de lo que no podía dejar de pensar. Cerré la mano y dirigí mi vista hacia el pasillo. Oscuridad. Perfecto.
~•~•~•~
Divisé el suelo a mis pies, y una gran telaraña negra detuvo mi inquietante caída.
— ¿Te quedarás ahí todo el día?
Mahina ya estaba levantada y lista para avanzar. Algo que me sorprendió. La Mahina que yo recordaba prefería ir a su ritmo y si yo me atrasaba ella no me esperaría.
— ¿Es por qué vuelvo a ser la nueva? —le pregunté algo sarcástica al momento de levantarme.
Ella que estaba recargada en una puerta de madera, sólo negó con su cabeza y esbozo una sonrisa.
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Nuestro mundo entre las Tinieblas.
Adventure~ Nosotros somos una leyenda antigua, venida de Europa. ~ Mi piel es pálida como mármol y fría como la nieve. ~ La mayoría de mis órganos están hechos polvo en mi interior, la sangre que recorre mis antiguas venas no me pertenece, el corazón que la...