Capítulo 1: ¿Regreso?

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Cualquier otro día menos ese hubiera sido uno mejor, cualquier otro lugar menos aquel hubiera sido un sueño, tal vez en otra época hubiera estado mejor. Cualquier otra cosa, pero no, Vida no es así, al igual que tampoco lo son ellos, los hermanos Destino. Desde hacía décadas no se me había cruzado por la cabeza regresar, pero a pesar de los años hay cosas que no se olvidan. Y esta ocasión no fue la excepción.

La Señora Luna se alzaba en el cielo nocturno y nos brindaba su escondite oscuro. Pero, algunas nubes espesas la cubrían de vez en cuando, haciendo que las luces de los faroles iluminaran aún más las calles y yo tuviera que cubrirme la cara aun más esas veces para que nadie me viera. Los humanos ya se estaban a punto de ir a dormir, pero aun a esa hora seguían algunos en la calle con lámparas en mano y viendo de un lado a otro para asegurarse de que nadie les siguiera. Mis pisadas eran tan suaves encima de la fría piedra que son las calles, sin atraer si quiera una sola mirada.

Al estar enfrente de la reja que obstruye el paso me dan ganas de regresar a la jungla a esconderme. ¿Por qué ahora se les ocurre querer hablar conmigo después de casi cien años? me pregunté cuando estaba introduciendo la vieja llave en la oxidada cerradura de la reja, esperando por un momento que no abriera. Empujo la puerta y entro a la propiedad; un oscuro jardín, hasta podría decir que está marchito a pesar se haber sido verano. El rechinido de la reja al cerrarse me hace dar un vistazo arriba del hombro, esperé a que nadie me siguiera, y afortunadamente así fue, simplemente y como siempre seguía siendo aquel fantasma en la oscuridad de la noche. Seguí caminando por un camino de piedras pequeñas hasta la entrada de la casona en medio de la extensa propiedad. Al estar en la puerta toqué tres veces y me abrió un señor ya mayor con traje negro y unos guantes blancos.

—Disculpe pero busco a los señores Moore —le dije educada.

El señor solo pasó sus ojos sobre mí de arriba a bajo, un claro ejemplo que no creyera que pudiese siquiera haber escuchado de los señores de la casa pero a pesar de todo luego asintió, abriendo un poco más la puerta y haciéndose a un lado me dijo:

—Pase —con mucha educación.

Haciéndole caso un poco dudosa entré de nuevo a lo que alguna vez llamé hogar, a una vieja casona que por los años ya debería estar cayéndose por pedazos. Me retiré la capucha de la cabeza y dejé al descubierto mi marca, aparentando estar orgullosa de ella, lamentablemente solo abruma mi mente con dolorosos recuerdos, esa es la marca de la maldición que llega a ser el amor.

—Perdone, pero, ¿cuál es su nombre? —me pregunta el anciano después de cerrar la puerta al yo ya estar dentro, siento su mirada en mi espalda, y no puedo evitar colocar un mechón de cabello encima de la marca de colmillos que tengo en el cuello.

—Solo dígale a la pareja que estaré esperando en el salón, ellos ya saben quien soy —le respondí dando unos cuantos pasos hacia el centro de la habitación, más qué nada para dirigirme al lugar indicado de mi espera.

—Sí, claro, como guste —me respondió dando una reverencia y luego yendo a algún otro sitio en donde se encontraban Roderick y Elcira Moore.

Al estar de nuevo sola me quité la capa y la dejé encima de un perchero, igualmente me retiré los guantes y los guardé en mi vieja mochila de viaje café y algo sucia, para casi de inmediato comenzar a ser inundada de los momentos en los que había atravesado ese pequeño tramo de mi antiguo hogar. El salón había sido restaurado hacía poco. Había sido pintado con hermosos paisajes en el techo, y las paredes eran blancas como el mármol, tan parecidas a mi piel; el piso fue barnizado y estaba impecablemente limpio sin ninguna huella, como dije estaba, ya que al comenzar a caminar dejé un rastro de tierra detrás de mí.

Nuestro mundo entre las Tinieblas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora