Sin destinatario.

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Él está sentado en frente de su computadora, sonríe, una de sus amigas le ha enviado un mensaje. De pronto, mientras espera una respuesta devuelta, recuerda como hacía el mismo procedimiento pero sonriendo el doble, lástima que otra chica era la del otro lado de la línea.

Se estira en la silla jugando con sus dedos, pierde la mirada en sus piernas mientras se deja llevar por pequeños, exactos e imborrables recuerdos. Su propia y auténtica risa resuena en sus oídos como si escuchara su canción favorita. Imagina su rostro, este está un poco cambiado, el pelo obscuro que caía por sus hombros ahora está de otros tonos artificiales. Él puede imaginarse como sería hablarle nuevamente, él ya había olvidado sus propios y ajenos errores.

Pero de pronto, tiene miedo, tiene curiosidad <<¿ella ha cambiado?>>, traga fuerte y observa por la ventana, irá a llover. Pequeños flashes de ella diciéndole cuanto le gustaban las gotas y el ruido del repiqueteo vienen a su mente. El chico suspira, a él también le encanta que llueva, es su cosa preferida en el mundo.

No puede evitar extrañarla, no puede evitar seguir recapitulando, no puede evitar pensar en cuanto ella pretende despreciarlo solo porque él no era su indicado, su mitad. Él disfruta de ella, pero no de la forma en la que ella quería. Se acerca al computador, tiene mensajes de su reciente amiga, cierra la y escribe un post sobre sus recuerdos.

Han pasado seis horas, ella está stalkeándolo, como una de esas noches aburridas, dónde esa cosa no la molesta. Encuentra varios post, y no sabe qué hacer, definitivamente son para ella. Se estira en su silla jugando con sus dedos, pierde la mirada en sus piernas...

Pequeña Yo :: ✍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora