2: El Loto

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Ruby despertó a la mañana siguiente, se sentía terrible, ¿qué había ocurrido el día anterior? Aún no podía creer lo que había pasado con Sapphire. Se sentó en su cama y apoyó los codos en las rodillas.

Con furia dio un puñetazo a la almohada más cercana, maldiciéndose por haber sido tan lento. No podía dejar que eso sucediera de nuevo. Pero la muerte de Sapphire no hacía más que recordarle que había fallado.

Luego de unos minutos de meditación, Ruby se dio cuenta de que iba tarde, esa mañana debía asistir al reino acuático, a una tediosa audiencia con el rey sobre lo ocurrido con su hija.

Ruby estaba nervioso, pero se obligó a vestirse y a desayunar, aunque sabía que luego esa comida podría caerle mal. Tomó su arco y su carcaj del perchero tras la puerta, y salió a la brillante luz del día.

Ruby pronto se encontró a la entrada del reino acuático, y cruzando las columnas que hacían de separación entre el reino terrestre y el acuático, se adentró por entre las callejuelas que conducían al majestuoso palacio del rey.

Dos criados, una mujer y un hombre, lo condujeron por entre los largos pasillos adornados con jarrones antiguos y joyas preciosas, la mayoría, zafiros. Sus pasos resonaban por los pasillos con una fuerza inusual. Y cada habitación que cruzaban, era más bella que la anterior, Ruby había entrado antes al palacio del reino acuático, cuando Sapphire y él eran niños y jugaban a las escondidas en las numerosas habitaciones.

Por fin los criados dejaron a Ruby frente a dos grandes puertas, y tomando cada uno un extremo, abrieron la entrada a la sala de audiencias, una habitación de techo abovedado, con extraños grabados en runas antiguas. Frente a la entrada, se encontraba un alto podio, en el cual se sentaba la corte del rey junto al mismísimo soberano. Frente al enorme podio había una pequeña silla acolchada, con reposa brazos y respaldar alto.

La sala estaba en completo silencio cuando Ruby decidió dar el primer paso, su calzado resonó en la sala con un fuerte "tap, tap" mientras se acercaba a la silla y se sentaba con vergüenza. Ruby jamás había estado frente a personas tan intimidantes, quienes lo miraban con ojos acusadores.

Pasaron unos minutos, y cuando Ruby creyó que no podría resistir más las miradas de los inquisidores, el rey se aclaró la garganta.

-Ruby. Por favor cuéntamelo todo.

El chico se sorprendió al ver que las intenciones del rey no eran tan bruscas como esperaba, minutos antes estaba seguro de que el rey actuaría con furia al ver perdida a su hija y que gritaría improperios, pero más bien, parecía estar destrozado por dentro e incapaz de tocar el tema. Si pensarlo dos veces Ruby relató lo ocurrido. El relato fue emocionalmente duro para todos, más para el rey, Ruby vio que gruesas lágrimas corrían por su rostro surcado de arrugas.

-Lo siento mucho majestad, si hubiera sido más rápido... Esto no habría pasado. –Concluyó Ruby, intentando contener las lágrimas.

-Muchacho, hiciste todo lo que pudiste por salvarla, y estoy seguro de que donde quiera que esté, ella te lo agradecerá eternamente. Doy por terminada la audiencia, pueden retirarse.

Ruby observó al rey y a su corte mientras se levantaban y se encaminaban hacia las puertas laterales de la sala. Terminó por levantarse él también. Los criados le esperaban en la puerta, y educadamente lo condujeron de vuelta al exterior del reino acuático.

Al cruzar el umbral que separaba los dos reinos, Ruby sintió con fuerza el cambio de temperaturas, de un agradable frescor al picante calor de medio día, se lamentó no haber traído una botella de agua, pero suponía que el rey al menos lo invitaría a tomar algo en el palacio, pensaba que al haber sido el mejor amigo de la princesa, esto le conferiría un trato distinguido por entre los demás, pero solo se dio cuenta de que probablemente para el rey, él nada mas era un chico común y corriente, comparado con los ricos y poderosos hijos de duques y condesas que regularmente visitaban el castillo.

Pokemon Medieval: S @ RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora