La calma tras la tormenta

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- Oh, joder, ¿estas de coña verdad?- dije para mí, burlándome de mi destino.

- Creo que podemos darnos ya por muertos- dijo la chica, que se había puesto pálida tras el rugido triunfal.

Mi mente bullía por encontrar una solución, en un aparcamiento subterráneo a oscuras, metido en una caravana con una chica a la que apenas conocía, enfrentándome a uno de los peores zombis con el que te podías encontrar si no llevabas armamento pesado.

Decidí hacer lo único que se me ocurría: encender las luces de la caravana para ver si el monstruo estaba por ahí, y descubrí que el grito triunfal se debía a que había ido a por otra cosa, otra persona lo más probable, y había desistido de intentar alcanzar nuestra caravana.

Los rugidos, junto a las pisadas, se fueron escuchando cada vez más lejanos, hasta que fueron apenas se sentían en el aparcamiento. Expulsé el aliento contenido hasta el momento, y todo mi cuerpo se relajó, haciendo que me quedase medio hundido en el asiento del conductor.

- Creo que ya podemos estar tranquilos. Él ya no va a molestarlos más.

- ¿Pero qué era esa cosa, fuese lo que fuese?- preguntó, todavía algo tensa.

- ¿Ese monstruo colosal? ¿El que nos ha estado persiguiendo durante todo este rato? Era un puto zombi titan, uno de los peores que te puedes encontrar si no vas con armamento pesado, como por ejemplo ametralladoras ligeras, fusiles de asalto o lanzacohetes. Es la única manera que conozco de intentar cargarte a esa cosa- contesté, sin perder de vista al monstruo ni a la chica.

- O sea, que si no llega a ser porque ese monstruo se ha distraído con lo que sea con lo que se haya distraído, nos podría haber matado. 

- Sí, así es. Si nos hubiese cazado, nos podíamos dar por muertos- dije, y dándome cuenta de que todavía no conocía el nombre de la chica, decidí presentarme- Dado que ya hemos dado esquinazo a ese monstruo, y estamos algo más tranquilos,  me he dado cuenta de que todavía no nos hemos presentado. Me llamo Thomas, ¿y tú?

- ¿Yo? Me llamo Mia. Encantada de conocerte- dijo Mia, como si todavía siguiésemos en el otro mundo. 

- Encantado de conocerte, Mia- dije, continuando la broma, pero contento de haber encontrado a alguien al fin- Voy a salir un momento, solo para comprobar cómo está la caravana tras la carrera que nos hemos pegado con ella.

- Vale, me quedo aquí- dijo, algo cortante. 

Salí de la caravana, linterna en mano, y alumbraba los 

- Como tu prefieras, Mia. Pero ten los ojos atentos para poder ponernos a cubierto si la cosa se complica, ¿queda claro?

- Si, si, lose. Los ojos bien abiertos, no gritar y esas cosas.

Salimos de la caravana, e intentando hacer el menor ruido posible, inspeccionamos la caravana con la ayuda de un par de linternas. Mientras yo revisaba la caravana, Mia vigilaba para avisar si algún zombi se acercaba a nuestra caravana. Pero, para nuestro bien, ningún zombi se acercó, lo cual hizo que me relajase del todo.

- Bueno, parece que la caravana está bien incluso tras esta huida. Lo único que debo rellenar un poco el tanque de gasolina, y poner algún que otro parche aquí y allá. Pero lo demás parece estar en buen estado.

- Oye, me ha parecido ver un destello rojizo por ahí, cerca de donde debería de estar el acceso a la planta baja. ¿Vamos a ver si hay alguna cosa importante?

- No, es demasiado arriesgado. Quién sabe si hay más zombis titan aquí abajo.

- No creo que haya ninguno más,

Rumbo a la Nación EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora