CAPÍTULO V

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El despertador marcaba las 7:59, el miraba el techo de su cuarto mientras esperaba que la alarma sonará a las 8, llevaba unos 15 largos minutos viéndolo, sonó, se quitó el grueso cobertor que cubría su cuerpo casi desnudo, a excepción del bóxer gris que tenia puesto, dando pataletas a diestra y siniestra, se había mantenido despierto hasta tarde, muy tarde, algo que a el no le le gustaba, y no quería dejar esa sensación de placentero descanso y cobijo que da la cama y su grueso cobertor. Desactivo el reloj despertador (tenia forma de calavera aquella cosa y marcaba la hora mostrando los dígitos rojos en las cuencas de los ojos y se desactivaba presionando el cráneo) había sido un regalo de cumpleaños de una ex novia en tono burlón, eso y carta blanca para hacer lo que el quisiese en toda la noche, valla que lo paso bien, se quedó unos instantes sentado frotándose los ojos con las manos mientras bostezaba, miro a su alrededor, un cuarto no muy grande, todo ordenado y pese a la vieja pintura de las paredes se sentía limpio y acogedor el lugar, con vida, pero sentía algo, que olvidaba algo, frente a el estaba su escrito y su silla con la ropa que uso ayer, tomo el pantalón de mezclilla y se lo puso de pie, repaso rápidamente lo que hizo el día anterior hasta que su mente se quedo traba en los eventos que transcurrían después de las 12 de la noche, no lograba dar exactamente con esos recuerdos todo lo que paso en ese lapso le parecía un ensueño, pero de lo que si estaba seguro era de que se durmió alrededor de las 3 de la mañana y que al despertar ya traía consigo ese sentimiento de no saber, ni de lo que soñó se acordaba, pero sentía que era importante.
Su caminar era lento, y bostezaba constantemente, se dirigía al cuarto de baño con los ojos entrecerrados, le molestaba la intensidad de la luz que entraba por el pasillo desde la sala, las cortinas de las ventanas han de estar abiertas, pensaba, entro al cuarto de baño, era algo pequeño, tenia el tamaño exacto para un lavabo, el inodoro, la regadera y poder pasar sin problemas por el. Abrió la llave del agua y un chorro frío comenzó a salir de esta puso sus manos juntas bajo el pequeño torrente de agua y la que se acumuló en estas fue directo y sin pensar a su cara, un ronco alarido salio de su boca mientras frotaba su cara con sus manos, se limpio el agua del rostro con la pequeña toalla colgada de un toallero al lado del lavabo, se miro el rostro a través del gran espejo que estaba frente a el, este reflejaba desde sus pectorales hasta unos 15 centímetros arriba de su cabeza, se quedó mirándose un rato, trataba de recordar, ahora con su mente más despierta que era aquello que había olvidado, miraba su cara, su nariz era fina, sus ojos claros, su cabello crespo y un poco largo, castaño, bajaba la mirada por su cuerpo, era claro un poco bronceado por el sol, se detuvo en su pecho, miro la larga cicatriz que lo atravesaba de lado a lado con la singular e imperfecta piel que caracteriza a las cicatrices muy grandes.
-Michael- susurro el joven pasando su mano por la cicatriz mientras recordaba, había estado esperando a su madre, salió del baño dejando la puerta abierta, camino por el pasillo hasta detenerse enfrente de la puerta del cuarto de su madre (la cual estaba enfrente de la del suyo), su madre le había hablado cerca de las 3 de la madrugada, cuando el ya había perdido toda fuerza de esperarla y había caído rendido en su cama, recordaba, que, entre sueños había contestado su celular, que su madre le decía que estaba en camino, que no se preocupara que estaba con Michael.
Abrió la puerta, en un gesto rápido, mostrando todo el cuarto, se quedó inmóvil, no había nadie, todo estaba justo como el lo dejo ayer (con las sabanas rosas, el tocador llenos de pinturas y maquillaje y los viejos osos de peluche que siempre había tenido su madre) después de limpiar el piso, no había dormido ahí nadie, retomó el paso, dos metros más de pasillo terminaban en una sala no muy grande, con unos vistosos ventanales que dejaban entrar la luz en un mar dorado por entre las muy delgadas cortinas de color dorado y la puerta de acero con cristales blancos que sólo dejaban ver silueta de personas que pasaban por enfrente de ella, todo el departamento estaba pintado de un con una paleta de colores claros, que submarino había seleccionado cuando se mudaron ahí y que los dos habían pintado juntos en una tarde,miro a su madre recostada en el sofá con su cabello rojo cayendo de un lado y acurrucada cómo una niña de 10 años que se quedo dormida al lado de sus padres, regreso al cuarto de su madre y saco del gran ropero de madera una sábana y se dirigió de nuevo al sofá donde estaba ella, la cobijo con cuidado de no despertarla, de no chocar con la mesita de cristal que estaba en frente del sofá y de su bolsa de mano que había, tal vez, su madre dejado caer a la mesa por el cansancio del desveló y de todas las cosas que de esta se habían esparcido entre la mesa de centro y el suelo. Las recogió todas, maquillaje, labiales, un pequeño espejo de mano, unos condones una tarjeta que decía "Michael J. King 555 - 795 - 335" y la fotografía de una chica sentada en un sofá mirando quien sabe que, se concentró en la tarjeta de Michael, era nueva al igual que el número "entonces, si esta aquí" pensó mientras volvía a colocar todo de vuelta a la bolsa de su madre y la colocaba en el sofá de dos personas que se encontraba al lado izquierdo del sofá principal, donde estaba acostada Frida.

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2016 ⏰

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