Capítulo 2: ¿Qué es esto?

14 1 0
                                    


Por fin domingo, apenas he pegado ojo esta noche, estoy impaciente por volverla a ver.

-¡Jules, Ha desayunar!-

-Hmmmmm, ¿Tan temprano?-

- No te hagas el remolón y arriba, que hoy desayunamos los cuatro juntos.

- Vale, mama...

Me levanto de la cama y voy al comedor para desayunar. Abro la puerta y....

-¡Por el amor de dios!- la mesa de desayuno está llena de comida, en el centro hay una fuente llena de churros, al rededor hay muffins de chocolate y mermelada de higo, mis favoritos y los de Golden y una jarra humeante que por el olor deduzco que es chocolate caliente.

Golden es mi hermano pequeño, tiene 10 años y muchas veces me dan ganas de comérmelo. Tiene un pelo rubio con destellos dorados, y desde la raíz hasta las puntas el pelo le va pasando de un rubio intenso a un castaño claro, tiene unas cejas finas, que parecen dibujadas a pelos y señales, sus ojos son azules como el cielo de después de la lluvia, y sus pestañas son enormes. Tiene una nariz que parece de porcelana, tiene unos labios carnosos preciosos y unas orejas súper adorables. En fin, que tiene una carita de porcelana. Su cuerpo es fino y está en forma. Y en mi opinión es muy alto para su edad, mide cerca de 1,60.

-¡Felicidades!- grita toda mi familia en cuanto sale Golden de su habitación.

- Mmm, ¿me he perdido algo?- Estoy más perdido que una albóndiga en un plato de garbanzos, no entiendo nada.

-¿No te acuerdas?- Me pregunta Golden.

-Pues no, ¿de qué me tenía que acordar?

- Menudo cabeza hueca estas hecho, ¡Hoy es mi cumpleaños!

- ¡Ay va! Lo siento pequeñín, se me había olvidado. ¡Felicidades!

-Muy gracioso Jules, me parto y me troncho ja, ja, ja- casi se pone a llorar y no me queda mas remedio que resignarme. Saco del bolsillo de mi pijama una cajita envuelta en papel de regalo y se la doy:

-¿De verdad pensabas que se me había olvidado?- Golden me miró con los ojos brillantes y me dio una abrazo que me pillo por sorpresa.

- Pero no lo abras todavía –le digo guiñándole un ojo- Espérate a luego renacuajo.

- Vale-me dice con una sonrisa que pudría revivir a un muerto- ahora vamos, que hay que desayunar.

Los cuatro nos sentamos a la mesa y desayunamos tranquilamente viendo la tele. No solemos desayunar en abundancia, pero no sobro nada de lo que había en la mesa.

En acabar de desayunar me voy al baño a asearme antes de salir. Me paro delante de la pica y me miro en el espejo del armarito. Tengo el pelo desordenado, igual que siempre, hace tiempo que desistí a peinarme cada día, un poco de agua y listo, me agacho y me tiro un poco de agua en el pelo y me lavo la cara. Levanto la cara del grifo y miro detenidamente mi cara. Mi pelo rojo claro, casi anaranjado me cae levemente goteando por la frente. Tengo la piel morena y lisa como un cielo limpio, sin nubes. Mis ojos son oscuros, casi parecen dos trozos de carbón, tengo una nariz pequeña y unos labios finos y carnosos.

En cuanto me aseo me voy a mi habitación a vestirme, me pongo unos vaqueros y una camiseta de Guns n' Roses de manga corta y unas converse negras y me voy al comedor a ver.

-¿¡ Estáis listos?!- Grita mi madre.

- Si mamá.

- Pues daos prisa que salimos por la puerta ¡YA!

Estamos en el coche de camino al parque. En la radio está sonando "I wanna grow old with you" de Westlife, tal vez os parezca que es una cursilada pero es una de mis canciones favoritas. Dejo de pensar y me pongo a escuchar la letra de la canción. Estoy completamente metido en la letra de la canción cuando el coche da una fuerte sacudida.

-¿Qué ha pasado?- Le pregunto a mi padre que era el que estaba conduciendo.

- Hemos chocado con algo-

Antes de que nos de tiempo a reaccionar mi hermano ya ha salido del coche.

-¿Qué es esto?- Pregunta Golden algo confundido.

Salimos todos del coche y vamos delante del capó.

-¿Esto, que?- Ahora mismo estoy muy perdido, no veo nada

-Aquí Jules, justo debajo de la rueda.

Me agacho para ver debajo del coche y veo que salta una chispa y desaparece en el aire y la rueda pinchada.

-Ya veo, me temo que tenemos que cambiar una rueda.

-¿Qué os parece si dejamos el coche apartado y nos vamos caminando el cacho que nos queda?- Preguntó mi madre. Y antes de que nos diese tiempo a contestar ya estaban mi padre y ella moviendo el coche. Nos esperaban veinte minutos caminando hasta el parque cargados con las cestas de picnic.

Una Novela de Amor y Sorpresas sin TítuloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora