Frisk se derrumbó en su cama, cansada del día.
Los pájaros del alba ya cantaban, y la joven sólo pudo gruñir contra la almohada en respuesta. La angustia que sentía en su pecho no cesaba, a pesar de los intentos de relajarse sobre las suaves mantas con las que Toriel más tarde la arroparía, creyendo que aún estaría dormida.
Había vivido ya ese día, y el recuerdo amargo de cómo había terminado aún permanecía en su memoria, después de haber alterado por enésima vez en su vida la línea temporal.
Debía de darse por vencido y dejar de meter la pata por culpa de sus sentimientos y hormonas.
Con pesadez, se metió en la cama y fingió dormir plácidamente hasta que su madre adoptiva apareciera tras su puerta. Unos ligeros toquecitos en la puerta fueron la señal para que Frisk se estirara en la cama, girándose al tiempo que Toriel entraba en su cuarto.
- Buenos días, cariño - dijo ella con una cálida sonrisa. Frisk se sintió instantáneamente mejor, abrazando a su madre cuando ésta se sentó al borde de su cama.
- Mnos días, mamá - susurró contra su pecho. Toriel acarició los cabellos de su niña, ya un poco crecidos hasta los hombros. Ondeaban graciosamente alrededor su rostro, dotándola aun del mismo aire fresco e infantil con el que la había conocido. Ya tenía 18 años, pero para Toriel no parecían significar nada; seguía tratándola en muchos aspectos de la misma manera que cuando dejaron el Monte Ebott.
- Pareces agotada, ¿Has tenido mala noche? - preguntó con preocupación.
Frisk se apartó de ella con suavidad, frunciendo los labios mientras miraba hacia otro lado. No quería mentirle, pero tampoco tenía sentido preocuparla por algo que pensaba arreglar ella misma. Ansiaba hablarlo con alguien... aunque fuera para desahogarse, pero por alguna razón no encontraba la persona ni el lugar que la incitaran a abrir su corazón. Ya lo había abierto demasiadas veces.
- Podría decirse. Compadezco a los monstruos por no sufrir la adolescencia y... las hormonas - dijo mientras se levantaba de un salto de la cama. Toriel, confusa al principio, comenzó a reír. Por suerte tenía suficiente información sobre adolescentes de distintas edades trabajando como profesora en un colegio mixto de monstruos y humanos.
- Te equivocas, pequeña. Nosotros también experimentamos esos cambios, solo que como no envejecemos hasta que encontramos nuestra alma gemela, los sufrimos más leves o más tardíos. - contestó con tranquilidad. Afiló los ojos, viendo a la jovencita vestirse con rapidez. A juzgar por el silencio y atención, el tema interesaba a Frisk. - ¿Dónde vas?
La joven tardó un poco en responder, empujando su cabeza dentro de un jersey amarillo que se ajustaba a su cuerpo hasta las caderas.
- He quedado con Sans y Papyrus en su casa. Vamos a hacer los disfraces de Halloween para la fiesta de la universidad del viernes. - terminó de enfundarse unos shorts sobre unos pantys claritos con dibujos de puntitos blancos. Decidió apostar por sus zapatillas floreadas para conjuntar. La vez anterior su aspecto había sido el habitual, y aunque fueran cambios mínimos, bastaba para que la joven se sintiera más confiada en cambiar sus errores.
- Mándales saludos de mi parte si es así. - contestó su madre a sus espaldas. Tras un breve silencio en el que Frisk se anudaba las zapatillas en el suelo, Toriel continuó;- Frisk - la joven alzó la cabeza para ver la seriedad en su rostro - Si necesitas hablar sobre... tu condición, sabes que te escucharé, verdad? Sé que puedo ser un poco sobre protectora... - Frisk alzó una ceja - vale, está bien, bastante. - la joven se rió levemente mientras se aproximaba - pero si puedo ayudarte, quiero... quiero hacerlo. Has pasado por mucho estos años, y ser representante de todos nosotros ha sido un peso muy grande para tí que aun estás cargando...
- Lo sé mamá. - la joven la abrazó con calidez, agradecida de haberla tenido siempre junto a ella en los momentos difíciles. Reunirse con su antigua familia había sido uno de esos; éstos no habían prestado interés hasta que Frisk se convirtió en una figura importante dentro de la nueva sociedad mixta.
- Volveré sobre las diez, aunque es posible que igual no durmamos; hay mucho trabajo y no sé cómo nos vamos a apañar con la máquina de coser sin Alphys presente. - suspiró, rascándose la cabeza. Realmente no lo sabía, ya que su viaje temporal había sido a la ocho de la noche.
- Si ves que se hace tarde mándame un mensaje y quédate a dormir. Viajar de noche desde el Underground hasta aquí es peligroso.Frisk asintió y se envolvió el cuello con una bufanda, tomando las llaves para meterlas en el bolsillo de su abrigo color crema. Fuera hacía un día precioso, era una lástima que sus amigos esqueletos aun no hubieran trasladado su residencia al pueblo cercano como habían hecho ya el 70% de la población de monstruos. La relación entre las dos razas, al principio un poco tensa, se volvió con los años más sólida y normal. Frisk estaba orgullosa de haber invertido parte de su vida en ello, asegurando una vida pacífica para todos.
El Underground se había convertido en un lugar bastante turístico y popular donde incluso se realizaban campamentos para acercar la historia de los monstruos a los humanos y así empatizar con ellos. Ahora el Underground era un lugar precioso y bien mantenido, lleno de vida, como un tesoro en la montaña. Frisk entendía la razón por la que los que habían sido residentes desde un principio, aun no quisieran trasladar su residencia. Incluso algunos humanos habían decidido comprar casas ahí. Había más tiendas, más alegría. Aunque naturalmente, se protegían las zonas sagradas como los jardines de las flores eco o ciertas partes de las ruinas, donde se daban paseos guiados.
Frisk arrancó su coche azul de segunda mano. Tenía cariño hacia ese vehículo un poco descascarado, recordaba ahorrar e insistir en que su madre no le comprara ninguno nuevo. Acarició el volante cubierto de una funda de lana de colores mientras conducía hacia la nueva ruta que cruzaba la montaña por dentro. Con ese nuevo camino tardaba unos 30 minutos desde su casa hasta la de sus amigos.Para cuando aparcó junto a la casa, el aire frío ya competía con la calefacción de su coche. Una capa de nieve cayó sobre su capó cuando la marcha se le escapó y chocó con un sordo sonido contra un árbol. Maldijo e intentó relajarse.
- Todo irá bien, Frisk, solo no hagas estupideces... - murmuró con los ojos cerrados.
Bajó del coche y se congeló hasta el tuétano; la vez anterior había llevado botas, no había tenido en cuenta que había nevado aquel día.- AHHgggg... - su rostro se contorsionó en silencio, y toda tensa, caminó hacia la puerta de la casa. - abre, abre, abre, abre... - rogó tras darle al timbre. Papyrus abriría y tendrían que esperar por Sans unas dos horas mientras miraban un programa especial de Mettaton.
- Hey...
Una voz grave interrumpió la revisión de datos que Frisk estaba procesando. Alzó la cabeza y encontró al hermano equivocado mirándola con cierta evasión.
Sans.
- H-hola - se apresuró ella a decir. ¿Qué demonios hacía él en casa a esas horas? Su actitud volvía a asemejarse a todas las veces en las que ella alteraba la línea temporal; frío, reservado, meditativo... Pero eso era mejor que verlo romper su corazón y su amistad un millón de veces, ¿No?
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Not Love (Frisk x Sans)
RomanceTras la caída de la barrera del Monte Ebott, los monstruos conviven en paz con los humanos gracias a los esfuerzos entre ambos bandos. Hasta ahora. ...