Lo irónico de la verdad es que nadie quiere oírla.
Todos la pregonan, la idolatran, la desean.
Pero cuando está allí, frente a sus ojos, huyen. Como si fuera venenosa.
Y cuando la aprenden, por sí solos o con ayuda de alguien, la juzgan, condenan, la aborrecen.
No me vengan con hipocresías.
Yo también odio la verdad.
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Mesa para uno.
RandomHablo conmigo misma. Sueño despierta. Vuelvo a la cama vacía. Antes de caer en la demencia, escribo.