Prólogo

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La luna llena se veía prefectamente desde el gran y frondoso bosque. La noche, claramente sin ninguna nube, brillaba más que nunca por las numerosas estrellas del Manto Plateado.
El bosque, tranquilo y sereno, con los típicos sonidos de presas moviendose, estaba silencioso.
Pero algo inrumpió esa calma.
Una sombra gatuna veloz, pasó entre un árbol y se escabulló entre otro. Luego, le siguieron dos más. Mas tarde tres y cuatro. Y así hasta ser muchas sombras pasando por aqui y por allá.
Ágiles como el viento, estas sombras esquivaban con facilidad las rocas en el suelo, mirando atravéz de la noche sin dificultad.
De a poco, el terreno del bosque comenzó a desparecer, llegando a una llanura.
En esta, solo había una pequeña madriguera donde apenas cabía un zorro.
Una de las sombras se acercó a la madriguera. Su largo pelaje blanco brillaba en la noche.
El gato, miró a su alrededor, fijandose que sus compañeros estuvieran haciando guardia.
Volvió a mirar a la madriguera, y con sus largas garras, comenzó a arañarla hasta lograr una entrada donde pudiera caber.
Con un poco de esfuerzo, logro meter la mitad de su fibrozo cuerpo dentro, verificando que cabía.
Luego, salió de nuevo y se dirigió donde uno de los demás gatos.
Con solo una mirada de ojos, este le entrego al gato blanco una singular piedra plateada con forma luna.
Al recibirla, la cargó hasta la madriguera, se introdujo dentro de ella y depositó ahí dentro la piedra.
Luego salió de ahí y tan pronto lo hizo, comenzó a tapar la entrada de la madriguera con tierra, hojas y piedras, hasta solo parecer un montón de basura del bosque.

El gato blanco se dirigió hasta los demás gatos y asintió.
Uno de ellos, le habló:
-¿Crees que alguien la encontará, Garra de Hielo?.-
El gato blanco miró denuevo la antigua madriguera.
-No. Ningún gato será capaz de encontrarla...Pronto vendra la Estación sin hojas, y la nieve lo cubrirá por completo. Nunca nadie sabrá que esa piedra existió.- exclamó Garra de Hielo, mirando friamente a sus compañeros.

Los demás gatos se mirarom entre sí, algo nervisos.
-Pero, nosotros si sabemos de su existencia. ¿Además, como sabes que ninguno de estos cerebros de ratones no te van a traicionar?- preguntó una pequeña gata atigrada.

Garra de Hielo se le acercó. Ronroneó divertido y la miró a los ojos.
-Tranquila Sauce, me encargaré de que ninguno abra la boca.- dijo con un tono siniestro.
Y acto seguido, con una de sus largas garras, le hizo un corte en la garganta a Sauce.
La aturdida gata cayó al suelo agonizando, mientras la vida se le iba de sus patas.
Los demás gatos presentes miraron la escena con horror, alejandose de a poco del lugar.
Garra de Hielo sonrió.
-Ningún gato jamás sabrá sobre esto.- Y luego de hablar se dirigió a los demás gatos.

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Los Gatos Guerreros: "El Secreto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora