—Hola Max, ¿sigues viciado? si sigues así llamaré a viciados anónimos para que vengan a buscarte—se burló mi compañero.
Hice caso omiso del comentario.
—Deberías relacionarte con los de tu especie, no me acuerdo cuando fue la última vez que hablaste con una chica.
—Ahora mismo estaba hablando con una chica en el juego.
—Una chica de verdad, no un viejo verde con modulador de voz.
En realidad tenía razón, hace mucho que no hablo con chicas... ni con cualquier persona por temas que no estuviesen relacionados con dinero.
—Aún así, no voy a salir de casa ahora, ya es tarde.
—Ya, por eso te he apuntado en una página de citas.
Me giré hacia mi amigo con mirada asesina y me abalancé hacia el ordenador. Busqué en el historial, fingí no haber visto las miles de páginas porno que había y me metí en una que se llamaba "love forever".
— ¿Maximus love? ¿Qué clase de nombre cursi de usuario es ese?—grité a mi amigo.
—A las chicas les gustan esos nombres—respondió riendo.
Seguí revisando, viendo que la foto de perfil que había puesto era de mi "apuesto" hermano gemelo.
—Tengo 19 años, soy castaño, ojos azulados, mido 1'78, de piel pálida...—leí en voz alta.
No creo que el tono de piel sea algo que haya que poner en una página para ligar, pero es normal ser pálido teniendo en cuenta que en mi tiempo libre estoy en casa jugando a la play (sí, soy un friki) y el resto del tiempo estoy trabajando de repartidor de pizza en moto, por lo que tengo el cuerpo cubierto.
— ¡¿Por qué me haces un perfil?!—Grité enfadado a mi amigo.
—Te hace falta algo así.
—Vale—dije más calmado—pues te voy a hacer a ti uno, con nombre Austin "peligro" Powers.
— ¡No me llames así!—dijo enfadado mientras me quitaba el ordenador.
Nuestros padres eran amigos desde pequeños, al estar embarazadas nuestras madres y por motivos que nunca llegaré a entender, hicieron una especie de apuesta que ninguno ganó. El perdedor tendría que llamar a su hijo por el nombre del protagonista de una película vista recientemente. Su padre le llamó Austin por Austin Powers y a mí Max por Mad Max. Lógicamente no le gustaba que le llamasen así. En ese momento sonó el timbre de la puerta.
— ¿Quién es?—pregunté por la puerta.
—Soy Alex, ábreme.
Alex es nuestro casero, un hombre fuerte de unos 40 años, fue GEO pero se retiró, recibió dos disparos en la pierna derecha durante una redada. Ahora se pasa el tiempo libre por aquí contándonos "batallitas" suyas y enseñándonos cosas útiles.
—Max, necesito que te pases mañana por mi casa, tengo algo importante que contarte—dijo preocupado y con prisas.
—Dime ahora lo que...—no me dejó acabar, se fue sin haberme dado cuenta.
Al día siguiente me fui temprano a dejar currículos por Madrid, mi trabajo ocupaba bastante tiempo y quería cambiarlo, aunque si ya es difícil encontrar trabajo de por sí, más sin tener estudios. A los 16 años me fui de casa por graves problemas familiares, por lo que no pude seguir estudiando, tuve suerte de haberme sacado antes el carné de moto.
Me pasé el resto de la mañana y la tarde trabajando, a cualquier persona le puede parecer pesado ese trabajo pero aparte de los juegos, era el medio del que olvidarme todos los problemas, además se me da muy bien conducir motos.
Por la noche llegué a casa y me encontré a Austin tomando droga con unos amigos. Me miró y me ofreció con gestos.
—Sabes que yo no tomo nada malo para el cuerpo y tú tampoco deberías—dije enfadado.
—La carrera de medicina me estresa mucho, además que esto no es malo para el cuerpo—me rebatió.
—Hay muchas formas de des estresarse y todas las drogas son malas—no sé por qué, pero cada vez me enfadaba más, no soy una persona que se preocupe por los demás a excepción de con Austin.
Un chico que estaba consumiendo se me acercó.
—Esto no es droga, es algo nuevo creado por un científico como las medicinas, se ha hecho muy famosa y es posible que se legalice en breve—explicó el chico amablemente.
—Mientras sea ilegal no voy a tomar nada.
Dejé las cosas en mi habitación y observé la ventana, había empezado a llover, decidí abrigarme con mi chaqueta favorita, de colores azul y negro, fabricado con un material impermeable. Recordé la extraña visita de Alex y me fui a su casa.
Vivía en el bajo del edificio, llamé a la puerta y parecía no haber nadie, me di la vuelta para irme pero la puerta se abrió de repente y Alex me inmovilizó con una mano y con la otra tapándome la boca. Pese a estar cojo, no iba en silla de ruedas y a simple vista no se le notaba, era todo lo ágil que puede llegar a ser un cojo, a veces pensaba que se recuperó pero no volvió a servicio por las ayudas del estado.
Entramos a su casa, me tumbó apoyando la rodilla en mi espalda.
— ¡¿Has tomado droga de Austin?!—gritó mientras ejercía más fuerza sobre mí.
— ¡No! Me ofrecieron pero no tomé nada, —dije angustiado-¡¿se puede saber qué coño estás haciendo?!
Dudó unos segundos y me soltó, me levanté exigiendo respuestas pero se quedó mirándome fijamente, cogió el mando de la tv y puso los informativos.
—La nueva droga consumida por gran parte de jóvenes, lleva al consumidor a un estado de shock durante unos minutos, pasado ese lapso de tiempo, el consumidor se vuelve muy violento y necesita consumir más, la segunda consumición lo transforma en un ser violento, víctimas afirman que arañan y muerden, los científicos piensan que puede ser un virus debido a los actos similares de las víctimas. La policía pone el estado de alerta y recomienda quedarse en casa...
Miré preocupado a Alex, me devolvió la mirada y cogió su ordenador mostrándome unas imágenes de ¿personas? más bien seres, tenía claro que esos seres eran zombis.
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The shadow of armed zombie
Science-FictionMax es un joven de 19 años, se ve envuelto en un terrible problema causado por un virus que muta a seres humanos y otros animales transformándolos en salvajes bestias caníbales. Tendrá que aprender a sobrevivir en un mundo envuelto en caos y sangre...