Amor sin título

30 0 0
                                    

Sin darme cuenta y sin saber cómo, entré a su juego. Acepté todas y cada una de sus reglas sin cuestionar nada.
Ambos estábamos entregados a ese nuevo juego que llamábamos "amor" pero sin el mundo de problemas que conlleva una relación seria, con título oficial. Lo nuestro era un amor libre, un amor sin ataduras.
Cuando te enteres de las reglas que nos impusimos, te vas a dar una idea del contexto en que redactamos nuestra historia, en nuestro juego. Por ejemplo: no estaba permitido presentarnos con nuestros conocidos o amigos como "novios", no seguíamos los principios básicos de una relación normal, pasábamos mucho tiempo juntos pero rara era la vez en que nos decíamos apodos tiernos. Jamás lo llamé amor ni tampoco él a mí. Podíamos caminar de la mano, pero también podíamos hacerlo de la mano de alguien más, es decir, rompimos con todo contrato de exclusividad...La fidelidad no era base en nuestra relación.
Teníamos varias prohibiciones que eran inamovibles. Una de ellas era que no se podía sentir celos ni reclamar absolutamente nada. Si eso pasaba, era imposible hacerlos notorios, nos lo teníamos que tragar, se atoraban en la garganta pero no los podías decir.
Otra prohibición, y era quizá la más importante: estaba completamente prohibido enamorarse.
Estoy segura que fui presa de serios prejuicios de cualquier persona hacia mí, ya que me decían que él jugaba conmigo, que era la otra, la amante, la segunda, que escondía algo...Pero no era así. Ni yo tenía un titulo ni tampoco lo tenían todas las demás. Éramos muchas, pero él era distinto con cada una.
Como dije, al principio fue divertido, pero...¿hasta qué punto es sano compartir ese tipo de relación? Cabe destacar que yo era la única que compartía, pues en mí nunca hubo otra relación cuando estaba con esto a lo que llamábamos "amor sin título".
Después comprendí que no era amor, sino que era ilusión de ratitos, de esas cosas que te encantan pero jamás cambian, nunca evolucionan, sólo se estancan y también lastiman.
La respuesta es sencilla: tu interior rompió la prohibición más fuerte. Si mirás un poquito adentro, te vas a dar cuenta que vos sí te enamoraste, que vos sí te enganchaste...Pero no lo podés decir. Vas a quedar completamente perdida en ese doloroso laberinto hasta que te des cuenta que estás jugando un juego en donde sólo pierde el corazón...Y no el de él, sino el tuyo.

Diarios IntimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora