Trabajador intelectual y América Latina: Dussel, Enrique:
Nuestra generación pretende alcanzar la edad adulta como nación, como grupo de naciones, es necesario que la función de la reflexión se autonomice de la acción política para poder fundar acabada y científicamente sus articulaciones. El trabajador intelectual debe continuamente empuñar la espada de la acción, es muy difícil, de hecho, pueda construir el edificio científico que exige una metafísica para la acción.
El trabajador intelectual corre un doble peligro. Se siente arrastrado a una acción concreta que le impide poder consagrarse científica o propiamente a su trabajo; o, se encierra en un globo de cristal, en un aislamiento egoísta, en una irresponsabilidad social, en la apariencia de investigar los primeros principios sin interesarse del presente, presente en el cual todo principio existe y sin el cual ningún principio puede existir.
Los más grandes pensadores han respondido a la historia construyendo obras "comprometidas" con los acontecimientos. Todos han partido de un pueblo, de una problemática presente, para dialogar con los existentes y responder con existenciales. El trabajador intelectual latinoamericano es tentado por otras posibilidades propias de nuestra posición en el mundo de la cultura.
Podemos concluir que la tarea del trabajador intelectual latinoamericano es doblemente ardua; debemos asimilar, asumir como propia la tradición de nuestra cultura; debemos saber discernir los elementos que han nacido en tierra americana; debemos, por último, construir un pensamiento que sin negar nuestros orígenes ni nuestra originalidad, guarde su nivel científico y cimente la acción de aquellos que operan la historia prácticamente.
En américa latina debemos saber descubrir la estructura de nuestra conciencia como naciones, como grupo de naciones, como realidad sociocultural. Debemos analizar el origen, la evolución, la crisis de nuestra conciencia colectiva.
El trabajador intelectual latinoamericano debe ocuparse principalmente de Latinoamérica a fin de realizar una obra de valor universal, a fin de ser respetado en el mundo de la ciencia, por cuanto lo universal no se alcanza sino en la perfección de lo particularmente efectuado. Nuestra posición nos llama, nos exige, nos limita; a solucionar "nuestro" problema. De muchos pensadores que sueñan con una Europa perfecta y lejana, y luchan por imitarla en Latinoamérica; al fin solo alcanzan la conmiseración del europeo y la comprensión del latinoamericano. "Latinoamérica" debe dolernos; debe desesperanzarnos, debe tornarse problemática, debe ser el objeto mismo de nuestra reflexión. El pensador debe saber mostrar al político que el pueblo latinoamericano tiene ciertas características propias, que exigen soluciones propias.
Es necesario respetar no solo nuestras estructuras político-democráticas, económicas u otras sino la conciencia de nuestro pueblo. La revolución es posible y necesaria, pero en continuidad del alma de un pueblo, de la medula de su existencia, de las estructuras fundamentales de nuestras naciones (Europa y Estados Unidos).
No es el objeto de estas líneas el estudiar las estructuras de la conciencia latinoamericana, ni de exponer el método para poder alcanzar tal objetivo, sino simplemente de llamar la atención a profesores y estudiantes, a los sindicalistas, pensadores, literatos, artistas, a "volverse hacia la misma Latinoamérica", para hacerla objeto de su ocupación, de su pre-ocupación, de su trabajo.
Concluimos recomendando con insistencia al trabajador intelectual descubrir y poseer los instrumentos necesarios para el ejercicio de su acción.
La filosofía latinoamericana en tiempos de disolución: Follari, Roberto A.:
La dimensión epocal a que nos destina cada condición histórica merece siempre ser desentrañada, más allá de las limitaciones que encuentra en cualquier caso un pensamiento que busque objetizar su presente.
Cuando nos referimos a "filosofía latinoamericana" lo estaremos haciendo en el sentido convencional de aludir a la filosofía que se practica en nuestro subconsciente; en ese al que muchos preferimos denominar América Latina.
No estamos aludiendo a un tipo especial o línea específica dentro de esa filosofía practicada entre nosotros, tal cual es la denominada escuela de filosofía latinoamericana, entre cuyos disimiles representantes podríamos señalar a Arturo Roig, Leopoldo Zea y otros autores de menos llegada. A tal escuela la denominamos "latinoamericanista",en la medida en que reivindica la peculiaridad de nuestros intereses y de nuestra identidad sociocultural, e incluso a veces la supuesta originariedad de esta última.
Hemos criticado las limitaciones que guardan los denominados estudios culturales que reproducen en gran medida la moldura ideológica y temática de estos. Pueden advertirse logros incuestionables, como lo es su convincente rechazo a la pretensión de que la identidad resulte una especie de emanación connatural al sitio geográfico o a la peculiaridad socio histórica de los agentes sociales.
Las versiones "teluristas" de cierto latino americanismo fueron con el tiempo mayoritariamente desechadas; un caso de contraste es el peso que hay en la filosofía argentina, país constituido en gran medida por población surgida de la inmigración, tras la brutal liquidación de las etnias indígenas previas. Resulta paradojal pretender una actual identidad que se sostuviera en el pasado indígena. La reaparición permanente del rechazo a toda identificación con lo europeo, en un mecanismo que en términos freudianos no cuesta advertir como compensación culposa frente al propio pasado.
Dentro de la filosofía de reivindicación de lo nuestro, no han faltado voces de alerta contra posiciones naturalizantes respecto a la constitución de la identidad. Esta se construye, y lo hace desde un campo de significaciones, es decir, desde el lenguaje. Arturo Roig ha insistido en que la posición de un "nosotros" latinoamericano es algo a realizar, una especie de retorno a una predestinación natural que nos habitara por haber nacido en este suelo. La identidad no es una simple condición del ser, sino una del representarse lo que se es. Si bien hay una representación de realidad y representación, la representación es siempre una versión medida y especifica respecto de aquella. La identidad no es algo que tuviéramos esencialmente y pudiéramos perder, sino algo que hay que ir constituyendo y no esta predestinada en la condición de aquello que somos o que suponemos ser.
En el latino americanismo puede rescatarse siempre la búsqueda de salvaguardar nuestros específicos intereses, y regirnos por la fidelidad a ellos y a lo que existe de peculiaridad en nuestra historia. Dentro de los márgenes de universalidad toda individualidad incluye, es válido negarse a la subordinación a criterios generalizantes que nos definan y abarquen desde una lógica de poder externo.
Es algo diferente pretender una especie de peculiaridad esencial que nos hiciera ajenos a toda influencia, o que supusiera los contenidos culturales surgidos en otras latitudes nos fueran totalmente exógenos, como si no hubieran sido a menudo elaborados, incorporados, trabajados en una peculiar recepción y apropiación por parte de nuestras poblaciones y culturas.
Hay condiciones culturales que uno podría entender como autóctonas y pueden ser problemáticas, mientras muchos legados que hemos recibido desde otras latitudes lo hemos hecho tan nuestros como aquellas y algunos son parte de un acervo definitivamente emancipatorio.
El hecho de que seamos diferentes no nos pone en una peculiar situación de exterioridad dentro del sistema-mundo, o fuera de las determinaciones mutuas en que el sistema constituyo históricamente, las cuales se han vuelto más fluidas e intensas con el proceso capitalista de globalización.
La filosofía latinoamericana no es un espacio que fuera exógeno por completo a esa filosofía que se ha desarrollado hegemónicamente en Europa. Lo que cabe discutir es que lugar ocupamos en ese (des)concierto internacional, interpretados como desecho histórico, atraso social y cultura, o como curioso mundo "folk" apto para el turismo y el aventurismo de laya diversa.

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Filosofía
RandomUnidad I: Definición de filosofía, ¿Quien es el filósofo?, Comienzos de la filosofía, El origen del filosofar, El ocio y la admiración, La duda, Las situaciones límites, reminiscencia, La crítica, Del mito al logos, Presocráticos, Períodos, Discipli...