29

159 15 0
                                    

—Joder, chicos. Ya llevamos una maldita semana. —les gruñó con fastidio mientras golpeaba su cabeza en la dura mesa—. Entréguenme lo que me deben y ya, no la soporto. —volcó los ojos, cansado y frustrado.

—Calma, Connor. Haber, tengo veinte y somos cinco sin contar a esos idiotas. Cada uno de ustedes ponga veinte dólares. —ordenó Aaron y los demás entre bufidos lanzaron los veinte dólares sobre la mesa juntando así cien dólares—. Bien hecho Jensen, ganaste. Aquí tienes. —le dio la suma de dinero y todos chocaron sus puños entre risas excepto Cameron, Adam y Charles que estaban fuera de la apuesta.

—¿Con quién apostaremos ahora, chicos? —rió un Logan divertido mientras jugaba con las llaves de su auto.

—¿Qué tal con tu hermana, Charles?

—Toca a mi hermana, y te corto las pocas bolas que tienes infeliz. —lo miró furioso mientras gruñía.

—Tranquilo, tranquilo. —le sonrió Adam—. No la tocarán.

—¡Claire! —gritó Connor mientras saludaba con la mano a la nombrada quien se sonrojó y escondió su cabeza entre sus libros.

—¡Con mi hermana no, jodido imbécil!

Charles lo tomó de la camisa y seguido de eso le dio varios golpes deformándole aún más su rostro. Lo tiró al suelo para seguir su tarea pero paró en seco cuando unos débiles y frágiles brazos de niña le sujetaban el antebrazo.

—¡¿Qué haces!? —le dio una bofetada con la cual casi le gira el rostro—. ¡Sabía que eras tú, idiota! —volvió a abofetearlo con los ojos llenos de lágrimas y se arrodilló al lado de su novio.

—Cariño, ¿estás bien? —lo ayudó a levantarse.

—Claro que sí, ese idiota no me rompe ni un hueso. —sonrío con satisfacción.

—¿Quieres probar? —lo desafió.

—Charles. —habló una voz femenina y todos la observaron.

—Lily, ¿Qué quieres? —bufó observando a la rubia quien era su mejor amiga al igual que la de Candace.

—No sigas con eso. —tiró de él hasta sentarlo al lado de Cameron—. Déjalo en paz, no se merece ni un golpe de tu parte. —le sonrió y se volteó hacia Cameron—. Hola cariño.

—Hola bebé. —el castaño le sonrió y ella se sentó en su regazo. Se dieron un pequeño pero tierno beso y quedaron así abrazados hasta que comenzaron a oír una conversación.

—Candace, debo hablarte. —un Connor aguantando las carcajadas la tomó del brazo y la alejó un poco del resto.

—Dime cariño. —le sonrió con los ojos brillosos y le tomó la mano.

—Se acabó. —se le escapó una risa—. Ésta es la mejor parte. —masculló entre risas observando a sus amigos, la pelirroja palideció.

—¿Q-qué? —le soltó la mano bruscamente mientras fruncía el entrecejo.

—Estuve contigo por una apuesta. —la miró de arriba hacia abajo—. Y no estuvo nada mal, pero no me pueden ver más contigo. Ya cobré mi dinero así que... Adiós. —se encogió de hombros y con todo el descaro del mundo le besó la mejilla. Se dirigió hacia sus amigos dejándola ahí parada y todos comenzaron a reír y a burlarse.

—No... —musitó en un susurro mientras algunas lagrimas comenzaban a salir de sus ojos.

—¡Jodido imbécil! —le gritó una Lily roja de la furia—. ¡Jugaste con mi mejor amiga! —siguió gritándole mientras la pelirroja solo se dedicaba a dejar caer sus lágrimas.

—Cameron, llévala fuera. Yo calmo a tu fiera. —dijo un frustrado Charles y asintió, dirigiéndose hacia Lily.

—Hey. —llamó a Candace mientras la abrazaba—. No llores, tranquila. Vamos a tomar un poco de aire. —la arrastró hasta el patio y la sentó en su regazo, dándole pequeñas caricias en la pierna.

—¡E-es un... un...! —masculló entre dientes mientras se tiraba los cabellos.

—Cálmate Candy, él no te merecía. Eres muy linda y demasiado buena para alguien como él. No llores, no merece ni una de tus jodidas lágrimas.

—¡Pero... yo pensé...! —sorbió su nariz y sollozó en el hombro del novio de su mejor amiga.

—Es un jodido idiota. —le besó la coronilla—. Olvídalo, no te merecía. Ya no llores, tranquila nena. —intentó consolarla.

—Me lo advirtió... —sollozó.

—Sí Candy, te lo advertí. —habló firme y un nudo se formó en su garganta al oír lo que dijo.
Candace se bajó de su regazo y se apartó unos cuantos pasos de él negando con la cabeza.

—N-no puedes ser t-tú... —siguió negando mientras el asentía.

—Sí Candy, joder. Me gustas. —se acercó a ella para calmar sus repentinos sollozos—. No sabía cómo demonios hacértelo saber así que te envié esas notas...

—No puedes... —negó firmemente y se limpió las lágrimas con la remera—. Tú eres el jodido novio de mi mejor amiga.

—Y tú la mejor amiga de mi novia. —se acercó hasta que quedaron frente a frente y le acarició con suavidad la mejilla.
Se observaron por unos minutos y comenzaron lentamente a rozar sus labios hasta que los unieron en un dulce, tierno y desesperado beso.

—Y ustedes unos jodidos traidores.

Te amo, CandaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora