Capítulo 1

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| Tonos Opacos |

Observo detenidamente su brazo, más específicamente la parte de este cercana al hombro. Tenía un moretón. Se sorprendió ante aquel descubrimiento, a pesar de que ya había pasado por aquello anteriormente: por aquella extraña situación de despertarse y descubrir pequeños moretones y marcas en su piel. Pero de eso había pasado años. Cuando era pequeña.

Atribuyó aquella marca al hecho de que por la tarde había tenido un partido de basketball, tal vez había pegado con alguna chica del equipo contrario y no se había percatado de ello.

Llevaba ya algunos días sin poder dormir bien, o mejor dicho, sin dormir. Pero no se preocupaba por ello, hasta cierto punto, ya estaba acostumbrada. Es el estrés se decía, creía que tantas cosas pendientes por hacer la tenían presionada, lo que por obviedad provocaba su insomnio.

Odiaba eso, el no poder dormir.

¿Por qué dormimos? Para poder reponer toda aquella energía perdida durante el día y para descansar.
Hasta ahora había vivido, o mejor dicho, dormido sin preocupaciones, sin miedo, pero eso estaba por acabarse.

Se recostó en la cama con la esperanza de que aquella noche fuera diferente y al fin pudiera dormir y descansar un poco tan siquiera.
Al rato sus párpados fueron cerrándose lentamente llevándola al mundo del sueño.

(...)

No recordaba haber despertado, haberse levantado y salir de casa. No recordaba haber llegado a aquel lugar, ni como, ni el motivo. No recordaba nada.

Se encontraba en un lugar desconocido, que jamás había visto. Aquel lugar era muy transitado, se veía gente por todas partes, que iban de un lado a otro sin parar. Decir que estaba desconcertada seria poco.

Caminaba. ¿A dónde voy? Se preguntó. Trato de detener su andar, pero no pudo, sus pies no atendían a las ordenes dadas por su cerebro, parecía ser que estos tuvieran vida propia.

Observó el lugar para tratar de orientarse. Era un tanto extraño: una ciudad, pero lo relevante de aquel lugar radicaba en la mezcla entre una cuidad con grandes rascacielos, modernos y una cuidad con edificios antiguos, que bien podrían ser de siglos pasados, y que parecieran a punto de derrumbarse. La naturaleza imperaba también, se extendía por todas las paredes de todos esos edificios y muros.

Y entonces lo noto. Un pequeño detalle que había pasado por alto, que por insignificante que fuese le había ayudado a comprender.
Los colores, no eran vividos, parecía mas grises, de tonos opacos.
Es un sueño, estoy soñando, se dijo.

Al saber que aquello no era real, sino solo un sueño, se sintió mas tranquila, así que solo siguió caminando y observando su entorno.

Todas esas personas que caminaban sin parar a su alrededor eran desconocidas para ella, aunque no podía decirlo con seguridad pues eran también de tonos opacos, difusas, como ilusiones, estaban y no estaban allí.
Pero entre todas vio a alguien, a un hombre que le era por demás conocido, que conocía de toda la vida y quería: su padre. ¿Pero que sentido tenia aquello? Ninguno por supuesto, o eso creía ella.

Caminaba en sentido contrario al que ella iba. Pero había algo raro en aquel hombre. Tenia un tatuaje en la parte posterior a la cabeza, en la nuca, este en su totalidad de color negro. Se negó al hecho de creer que él fuese su padre pues él no tenia tatuaje alguno, siempre había sido un hombre correcto, serio, además de que por su trabajo no lo haría. Tenían los rasgos de su padre, los mismos que ella. Era él, sin duda.

Vaciló un momento pero lo llamo y sin saber como, interrumpió su caminar y dio vuelta para seguirlo. Mientras se abría paso entre la multitud seguía llamándolo. Se dio cuenta también que su padre no era él único, todas las demás personas tenían también un tatuaje en la nuca. Su padre parecía no escucharla, pues seguía su andar. Se alejaba cada vez más.

—Alen.

Se detuvo de súbito al escuchar su nombre. Creyó por un momento que había escuchado mal, pero cuando la persona que le había hablado anteriormente volvió a llamarla se dio media vuelta lentamente para poder ver a aquella persona. Lo primero que vio fue un fino hilo de color rojo, atado alrededor de el dedo anular de su mano izquierda. ¿Por que tenia atado ese hilo rojo?

Siguió con la mirada aquel hilo, y se encontró con que a unos cuantos metros de distancia, parado frente ella, se encontraba un chico, que tenia el otro extremo del hilo atado, al igual que ella, en el dedo anular de la mano izquierda.

Aquel hilo rojo los unía.

Si antes su sueño le había parecido raro, con eso, no sabia si clasificarlo como tal, pues eso era por demás raro, extraño.

Él era diferente a las demás personas que caminaba por la cuidad, él no era difuso ni de tonos opacos.
El chico mostraba en su rostro una gran expresión de alivio, como si se alegrara de verla, de encontrarla. Camino hacia enfrente, con la clara intención de acercarse a ella.
¿Que debía hacer ahora? ¿Irse? ¿Quedarse? ¿Acercarse al igual que él? Se hacia preguntas sin parar y estas se acumulaban en su mente.

Ella también camino. Si quería las respuestas a las preguntas que se estaba formulando tenia que hacer algo para obtenerlas y quedándose solamente allí parada no lo haría, no llegaría a ningún lado.

Su avance se vio dificultado. Las personas comenzaron a aumentar en numero, interponiéndose en su camino, como evitando que se encontrase con aquel chico.

No pudo avanzar más, las personas de tonos opacos eran demasiadas, la empujaban de un lado a otro. Se sentía atrapada.

Y entonces todo a su alrededor se transformó, se fue tornando aun mas opaco si cabía, los edificios fueron desapareciendo, las personas se esfumaron y con ellas también aquel chico. Todo desaparición y la oscuridad se hizo presente.

Estaba sola, perdida en una inmensa y total oscuridad.

(...)

Despertó con la respiración agitada debido al miedo. Si, le había dado miedo aquella oscuridad.

Se sentó en el borde de la cama, y esperó a que su respiración se normalizara. Se percato entonces de que fuera llovía y del leve sonido que las diminutas gotitas de agua provocaban al dar contra el vidrio de la ventana, aquel sonido era de lo más tranquilizador. Miro el reloj que estaba sobre la mesa de noche junto a su cama. Aun era de madrugada.

Después de transcurridos los minutos volvió a recostarse, pero esta vez no cerro los ojos.

¿Por qué había soñado con su padre? ¿Quien era aquel chico que la había llamado, por qué estaba, literalmente, atada, unida a él? ¿Que significaba aquel sueño que había tenido?
Si antes tenia preguntas en mente, estas era aun más. Quería respuestas, y pronto las tendría.

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