Capítulo 2

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| Demián |

Alen no había podido dormir en días, concretamente en poco más de una semana y media, se sentía frustrada, su falta de sueño la tenia agotada, cansada. Había intentado ya de todo, desde tomar aquella bebida que tanto detestaba, té, ya que Lilian, su madre, le había dicho que tal vez le ayudaría a relajarse y le había insistido en que lo tomase, hasta tomar pastillas para el insomnio, pero nada había dado resultado, seguía sin poder dormir más de tres escasas horas. La noche del domingo después de cenar se había encerrado en su habitación, había corrido las cortinas dejando así el cuarto totalmente a oscuras y se había puesto los auriculares para escuchar música, y se acostó en la cama. Sino podía dormir, por lo menos quería un poco de tranquilidad por unas horas, quería estar sola. Había pasado horas escuchando música, y después de tanto se había quedado dormida.

Cuando al fin despertó se sentía bien, descansada y de mejor animo. Pero aquello se esfumó en cuanto tomo entre sus manos su celular para ver la hora que era.

Se levanto de la cama bruscamente, tomo la primera ropa que encontró, se cambio apresuradamente y salio de su casa corriendo.
La noche anterior se había olvidado completamente de poner su alarma e irremediablemente se había quedado dormida más de la cuenta.

Mientras corría volvió a mirar la hora, se había perdido ya la primera clase, y sino se daba prisa probablemente también perdería la siguiente.
Aumento la velocidad a la que corría hasta que sintió sus piernas arder, el viento azotándole fuertemente en la cara y enmarañandole el cabello azabache.

(...)

Llego cuando los últimos alumnos de su clase ingresaban al salón. ¡Justo a tiempo!, se dijo.

Con las prisas ni siquiera se había parado a fijarse en su aspecto. Cuando entro al salón, aún respirando agitadamente, reparo en Sam, y advirtió por la expresión de horror y sorpresa en el rostro de su amiga que se veía terrible.

Sentía las piernas débiles y los pulmones adoloridos por el gran esfuerzo que hizo al correr tan deprisa. Así que le fue de gran alivio cuando al fin encontró un lugar disponible al fondo del salón. Se dirigió allí y se dejo caer pesadamente sobre la silla mientras dejaba salir un largo suspiro. De inmediato Sam tomo sus cosas y se levanto del asiento en que estaba y se dirigió a donde su amiga. Le pidió al chico que estaba sentado a un lado de Alen que se levantara y le dejara el lugar. Él no se movió y Sam siguió insistiendo. El chico protesto pero al final se puso de pie y se alejo dejándole el lugar libre a Sam, quien en cuanto se hubo sentado se giro para quedar de cara frente a Alen. Ella mantenía presionada una de sus manos sobre su pecho.

—¿Qué ha pasado? Creí que no vendrías.

Alen se tomó unos cuantos segundos más antes de responderle. Inhaló y exhaló unas cuantas veces hasta que su respiración se normalizo del todo.

—No lo vas a creer Sam —se giro y hablo en tono serio—. Un hombre. Entro a mi casa, a matado a mis padres... —llevo una de sus manos a su cara, cubriendo su boca, como evitando dejar salir un sollozo. Estaba fingiendo—Los he encontrado en la cocina, había sangre por todas partes y... a querido matarme a mi también, tuve que correr por toda la casa y...

—Eso es mentira —le corto Sam.

—Si, lo es —afirmo Alen con autosuficiencia mientras sus labios se curvaron en una gran sonrisa. Se había percatado que algunos de sus compañeros que estaban sentados detrás de ellas se habían inclinado levemente sobre sus asientos para escuchar con más claridad la historia que la muchacha estaba contando a su amiga—. Me he quedado dormida.

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