-Pasa.
-Entonces le gustan los gatos.
Sonreí inmensamente, no lo olvidó. -Sí.
-Bien.
Borré la sonrisa, ¿eso es todo? -¿Tanto esfuerzo para empezar una conversación?
-El mayor esfuerzo posible.Miró sus manos mientras jugaba con ellas, retorciéndolas. Se veía como una niña pequeña que no sabía cómo ponerse enfrente de su madre. Subió su cabeza y congeló su vista en la ventana, ¿qué era lo que encontraba tan interesante?
-Eh... -Empecé a balbucear. Ella levantó su cara y clavó sus grandes ojos grises en mí, como si quisiera averiguar en que pienso. Cuando vio que no hice nada volvió su cara a la ventana. ¡La maldita ventana que era más importante que yo!. -Penelop... P.
-¿Qué? -Ni siquiera me miró. Creo que estoy empezando a envidiar la ventana. -Hace calor.
-¿Quieres que prenda el aire?
-¿Funciona?- Empezó a mover sus preciosos y grandes ojos grises hasta donde mí haciéndolos abrirse cada vez más.
-Sí, P. Pero cuéntame, ¿cómo eres en clase?
-Inteligente.
-¿Y los demás?
-Títeres.
-¿Por qué?
-Creen saberlo todo por los libros, o las clases, y no se atreven a crear sus propias hipótesis.
-¿Y tú sí?
-¿No se nota?- Volvió a mirar sus manos.
-¿Te agradan tus manos?
-No.
-Hablando de eso. ¿Qué te agrada de ti?
-Mi forma de pensar.- Me miró.
-¿Ah sí?
-No soy como los demás.
-¿Y cómo eres?
-Peor.
-¿Te agrada hablar de esto?
-No.
-Entonces dime, ¿has montado elefantes?
-No.
-Pero te gustaría.
-Me agradaría, ellos me medio agradan.- Se paró hiendo hasta la ventana, la abrió y trató de subirse en el arco de esta pero me paré corriendo a quitarla. -¿Qué?
-¿Qué intentas hacer?
-Algo diferente.
-Hay más cosas que hacer.- Tomé su mano, su fría pero cálida mano, la sujeté fuerte para que ella se apoyase en mí, y lo hizo, pero para empujarse hasta poder sentarse.- P.
-Siéntese conmigo, venga.- No me miraba, miraba el sol, estaba triste, no este sino sus ojos, el vacío tornó tristeza.
Subí con ella, me coloqué a su lado poniendo mi brazo detrás para cualquier intento. -¿Te agrada?- Pregunté mirando hasta sus ojos.-Sí, es diferente, quema y huele bien.
-¿El sol?- sonreí. -¿Cómo que huele bien?
-¿No hueles?
-Sí, pero no huele a nada.Miró hacia abajo, me preocupé, pensé que se tiraría, es la 3era planta pero solo tiró sus zapatos.
-P...- La tomé del brazo.
-No, no diga nada.
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Aún psicólogo.
Teen FictionDía 19, 1973. Las terapias continúan sin funcionar, es igual, tiene los mismos síntomas, no reacciones, no sonrisas, no palabras de emoción, nada, un vacío intenso en sus ojos, no se quita.