Día IV.

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-Pasa.
-Entonces le gustan los gatos.
Sonreí inmensamente, no lo olvidó. -Sí.
-Bien.
Borré la sonrisa, ¿eso es todo? -¿Tanto esfuerzo para empezar una conversación?
-El mayor esfuerzo posible.

Miró sus manos mientras jugaba con ellas, retorciéndolas. Se veía como una niña pequeña que no sabía cómo ponerse enfrente de su madre. Subió su cabeza y congeló su vista en la ventana, ¿qué era lo que encontraba tan interesante?

-Eh... -Empecé a balbucear. Ella levantó su cara y clavó sus grandes ojos grises en mí, como si quisiera averiguar en que pienso. Cuando vio que no hice nada volvió su cara a la ventana. ¡La maldita ventana que era más importante que yo!. -Penelop... P.
-¿Qué? -Ni siquiera me miró. Creo que estoy empezando a envidiar la ventana. -Hace calor.
-¿Quieres que prenda el aire?
-¿Funciona?- Empezó a mover sus preciosos y grandes ojos grises hasta donde mí haciéndolos abrirse cada vez más.
-Sí, P. Pero cuéntame, ¿cómo eres en clase?
-Inteligente.
-¿Y los demás?
-Títeres.
-¿Por qué?
-Creen saberlo todo por los libros, o las clases, y no se atreven a crear sus propias hipótesis.
-¿Y tú sí?
-¿No se nota?- Volvió a mirar sus manos.
-¿Te agradan tus manos?
-No.
-Hablando de eso. ¿Qué te agrada de ti?
-Mi forma de pensar.- Me miró.
-¿Ah sí?
-No soy como los demás.
-¿Y cómo eres?
-Peor.
-¿Te agrada hablar de esto?
-No.
-Entonces dime, ¿has montado elefantes?
-No.
-Pero te gustaría.
-Me agradaría, ellos me medio agradan.- Se paró hiendo hasta la ventana, la abrió y trató de subirse en el arco de esta pero me paré corriendo a quitarla. -¿Qué?
-¿Qué intentas hacer?
-Algo diferente.
-Hay más cosas que hacer.- Tomé su mano, su fría pero cálida mano, la sujeté fuerte para que ella se apoyase en mí, y lo hizo, pero para empujarse hasta poder sentarse.- P.
-Siéntese conmigo, venga.- No me miraba, miraba el sol, estaba triste, no este sino sus ojos, el vacío tornó tristeza.
Subí con ella, me coloqué a su lado poniendo mi brazo detrás para cualquier intento. -¿Te agrada?- Pregunté mirando hasta sus ojos.

-Sí, es diferente, quema y huele bien.
-¿El sol?- sonreí. -¿Cómo que huele bien?
-¿No hueles?
-Sí, pero no huele a nada.

Miró hacia abajo, me preocupé, pensé que se tiraría, es la 3era planta pero solo tiró sus zapatos.
-P...- La tomé del brazo.
-No, no diga nada.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2023 ⏰

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Aún psicólogo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora