Pecado Mortal |✦| Keeping The Faith [Brian Finn/Edward Norton]

✿. | II

— Aaj, mi cabeza va a explotar.— hablo con la voz rasposa.

Brian se cubrió el rostro con la almohada, para no sentir los rayos de sol entrando por la ventana. E intenta volver a dormir hasta que reacciona y se da cuenta que no estaba en la iglesia, si no en el departamento. Se levanta rápidamente y trata de organizar sus recuerdos borrosos por el alcohol.

— ¿Qué rayos paso anoche?— se pregunto preocupado.

Y como una ráfaga de viento se tratase, los recuerdos de la noche anterior aparecieron en su mente. Brian cubrió el rostro frustrado. Acaba de cometer una estupidez.

— Soy un imbecil, no me merezco el perdón de Dios.— el rubio no paraba de culparse de la situación en qué se metió.

Brian no paraba de lamentarse hasta que escuchó un repetitivo sonido cerca del librero, toma sus boxers y se dirigió a contestar el buzón de voz.

— Brian, Holly. Soy Anna. Nos tuvimos que ir en la noche porque la madre de Jake estaba mal de salud, pero ahora está estable. Llegaremos en una hora, adiós.

El mensaje se termina. Pero Brian seguía analizando la situación en la que se había metido, él era un sacerdote que se había emborrachado, y tenido sexo con una mujer, rompiendo su celibato sacerdotal. Era una pesadilla.

— Estúpido— se llamo a si mismo molesto—. Eso es lo que soy, carajo.

Él se sentía frustrado, y dudando de su fé religiosa. Trato de tranquilizarse, todo iba a estar bien, Holly se fue y lo más probable es que no la vuelva a ver, Nueva York es una ciudad inmensa no va a pasar ni por casualidad, y si Anna la vuelve a invitar a una reunión, solo dirá que no puede asistir y la evitará.

Simplemente va a fingir que nada malo.

— Si, no será tan difícil — trato de convencerse así mismo, mostrando una sonrisa —. Ahora hay que ir a la iglesia, si no quien más dará la mejor misa de la ciudad.

Muy pronto serían las 10:30, tenía que llegar antes para preparar todo e iniciar con las confesiones. Tomo su ropa que se encontraba esparcida por el suelo, se cambió rápidamente y se dirigió al lobby para pedir un taxi.

Mientras que por el otro lado de la ciudad, una joven castaña se encontraba conversando con el Padre Havel. Desde temprano había llegado a la iglesia de la zona para conversar con el clerico, desde hace mucho tiempo tenía el deseo de unirse a la casa de Dios como monja.

— Me alegra escuchar eso, señorita Stockton.— el anciano mostró una sonrisa al saber la noticia—. Tenemos muy pocas monjas en esta iglesia, nos serás de gran ayuda.