Capitulo Dos

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–Siento mucho el desorden, tengo un labradoodle un poco inquieto– dice Louis cerrando la puerta detrás de mí.

Su apartamento es acogedor, huele a panqueques y un poco a cigarro. Detrás de la pared del pasillo se escucha el sonido de la tele en bajo volumen. El sonido de agua corriendo y burbujeado me hacen dirigir la mirada al fondo, donde una pecera grande mantiene a lo que parece una decena de peces multicolores. El labradoodle en mención está acostado a un lado de la pecera, totalmente indiferente a mi presencia. En el pasillo están colgados portarretratos con 5 mujeres sonriendo y él en medio, otras de él con tres muchachos sonriendo en lo que parecer ser un estudio de grabación.

–¿Te interrumpí el almuerzo?– pregunto aun mirando alrededor, pero sin moverme del pasillo.

Louis mueve su cabeza en negación, ya sin el cigarro en su boca, no sé en qué momento se deshizo de él.

–Recién los preparaba, quédate a almorzar– dice, pasando a un lado de mí y dirigiéndose a lo que parecer ser la cocina.

No sé si seguirlo, me mantengo estático aun mirando a mi alrededor, sintiéndome completamente indiferente. Prácticamente estoy en la casa de un extraño, de un extraño que ya me vió desnudo y que ya estuvo dentro de mí. ¿Por qué me parece más íntimo estar dentro de su casa?

–¿Te vas a quedar ahí?– pregunta su voz desde la cocina.

Camino inseguro, saliendo del pasillo y entrando a otro donde la sala está debajo de tres escalones pequeños, un cuarto redondo con sillones blancos de tela, una televisión gigantesca y delgada con un mundo de lo que parecen ser videojuegos dentro de un armario de vidrio. Las cortinas están entreabiertas, son largas y de color crema, acorde a la alfombra verde limón que recubre toda la sola. Hay plantas colgadas de un extremo a otro y un espejo con bordes dorados en la pared contraria a la televisión. Vive con un estilo que no me hubiera imaginado.

Entro a la cocina que por igual es color crema con una estufa color negro, tiene una mesa alta y cuadrada con sillas que simulan las de un café de los 50's.

–¿Quieres leche con tu té?– pregunta acercando una taza y la tetera.

–Si– respondo débilmente, aun mirando alrededor. Luce impecable. No se que a se refería con que su casa era un desorden.

–¿Vives con alguien?– pregunto. Tal vez ese alguien es quien mantiene este lugar tan decente.

–Solía vivir con mi ex pareja– responde.

Asiento. A esa persona se refería Rose.

Termina de servir el agua caliente en mi taza y acerca la leche y cubos de azúcar frente a mi, ya está un planto repleto de panqueques frente a mi, al igual que limones partidos por mitad.

–¿Y bien? ¿Qué te trae hasta acá, Harry?–

¿Recuerda mi nombre?

–Estoy esperando un bebé– digo sin quererle dar vueltas al asunto. Esta noticia la he tenido atorada en el pecho desde que las cinco pruebas de orina me dieron positivas, desde que el eco confirmó mi terror y desde que lloré hasta comenzar a quedarme dormido del cansancio que sentía de tanto sollozar.

Louis abre sus ojos grande, sonriendo después, da unas palmadas a mi hombro.

–¡Felicidades!– exclama y después se carcajea.
–¿Sabes? Eres la conversación más rara que he tenido en toda la semana, apenas y pasamos una noche, después de un mes y medio vienes y me platicas que serás papá, en realidad que eres de las interacciones más...– se detiene a media oración para verme, sus facciones cambian, las arrugas en las orillas de sus ojos ya no están y su sonrisa ha caído. –Estas embarazado de mi, ¿cierto?–

Asiento, pellizcándome el labio inferior con nerviosismo, no le aparto la mirada, mi pierna se mueve errática.

–¿Estas seguro?– pregunta con un tono más bajo, alejando de enfrente de él el plato de comida.

Busco en el bolsillo de mi gabardina marrón las cinco pruebas de orina y la ecografía que me realice la semana pasada.

Se las tiendo y él las toma con delicadeza. Las observa en silencio, pasando un largo tiempo mirando la ecografía, frunce los labios y arruga la nariz, rasca su frente con su dedo pulgar e inclina la cabeza hacia un lado.

–¿6 semanas?– pregunta

Yo asiento, bajando la mirada a mis manos cubiertas por anillos, comienzo a jugar con el que se encuentra en mi dedo índice.

–¿Estas seguro que soy yo?– pregunta con timidez, posando ligeramente su mano sobre mi hombro, lo miro y no parece molesto o juzgándome, sino genuinamente confundido.

Claro que es él. Desde la universidad que no he estado con otro chico. Estaba casi seguro que sería más probable que yo embarazara a una chica a que fuera yo el que resultara embarazado.

–Si, pero si no confías podemos hacer una prueba, no tengo problema– respondo mirándole fijamente.

Él niega, apartando su mano de mi hombro, para así entrelazarla con su otra mano.

–Confío en ti– murmura.

Coloca su barbilla sobre sus manos y suspira, cierra sus ojos y niega con la cabeza débilmente, abre sus ojos y me mira fijamente.

–¿Que quieres hacer?–

–¿Perdón?– pregunto confundido con su pregunta, aclaro mi garganta con nerviosismo y ahora muevo las dos piernas.

–¿Quieres que lo tengamos o...quieres no hacerlo?– pregunta. –Cualquier respuesta es correcta– asegura asintiendo y recargándose sobre la silla, sus piernas abiertas y sus manos caídas dentro del hueco que queda.

–Lo tendré– respondo seguro.

Él asiente. Muerde con nerviosismo su labio superior.

Guardamos silencio unos minutos que parecen horas, solo se escucha el burbujeo de la pecera y la televisión con Friends de fondo.

–Siempre creí que después de casarme tendría hijos– murmura, lo observo y sonríe. Una sonrisa traviesa, que casi anuncia un comentario que puede que también me saque una sonrisa a mi.
– Pero nunca imaginé, que tendría un hijo con el amor platónico de Rose– dice mirándome con una ceja arqueada. –Me odiaría de por vida–

¿Rose está enamorada de mi?

Expecting Donde viven las historias. Descúbrelo ahora