–No tengo su numero–
–¿Como que no tienes su número?–
–No lo tengo–
–Si era tu cena de ascenso, se supone que era invitado tuyo–
–Se supone, pero yo no lo llevé–
Mierda.
–¿Sabes de alguien que lo tenga?– pregunto sonando un poco más desesperado de lo que quisiera sonar.
Ryan frunce el entrecejo y rasca su mejilla lentamente. Encoge sus hombros mirándome.
-Llegó junto a Rose- dice inseguro, inclinando su cabeza hacia un lado, su ceño se frunce aun más y pregunta: -¿Por qué quieres su número? Ni siquiera yo lo conozco-
Lo miro con mil ganas de golpearlo y dejarlo sin más preguntas estupidas por unas cuantas semanas.
–Gracias, Ryan– digo sonriendo forzadamente.
Me doy la vuelta y camino fuera de su cubículo
–Por nada– susurro entre dientes.
Camino por los pasillos, buscando la cabeza pelirroja y rizada de Rose, su cabello voluminoso se mira a metros de distancia, sin embargo hoy parece que se ha camuflajeado entre la montaña de carpetas y archiveros. O tal vez es mi desesperación por tener el número de ese personaje desarreglado y mañoso que al parecer se coló a una cena de contadores sin él siquiera ser uno o siquiera conocer al contador anfitrión de la cena.
–¡Rose!–
Exclamo con tanta alegría que ella frunce su entrecejo y mira sobre su hombro y sus costados.
–¿Me hablas a mi?– pregunta apuntándose al pecho.
–¡Claroo!– exclamo sonriendo, sonriendo tanto y tan falso que me comienzan a doler las comisuras de los labios. –Rose, mi vecina de cubículo Rose–
–Me cambiaron de cubículo hace dos años, Harry– responde con un tono monótono y arqueando una ceja. –¿Qué necesitas?–
–¿En serio?– pregunto realmente sorprendido.
¿En serio? Vaya, realmente no estoy al tanto de nadie en estas oficinas. Parece ser que hoy es el primer día que voluntariamente hablo con alguno de ellos. Si no hubiera cogido en el baño de ese hotel, creo que no estaría aquí, frente a una Rose cruzada de brazos mirándome de arriba abajo. ¿No les agrado? ¿En serio vivo tan encerrado en mi mundo?
–¿En que te puedo ayudar?– pregunta
–Tu llevaste a ese chico a la cena de Ryan ¿cierto?– pregunto esperanzado porque la respuesta sea afirmativa.
–¿Louis?– pregunta. –¿Hablaste con él?–
Hicimos más que hablar Rose. Y ahora por fin sé su nombre.
–Louis– repito. –Claro que hablamos, excelente chico, por eso mismo, ¿tienes su número?– preguntando sonriendo mostrando los dientes y moviendo la pierna de forma errática.
–No– responde, una sonrisa burlona comenzando a formarse en su boca.
Mi sonrisa cae y la miro fijamente, parece comenzar a sonreír más y yo solo atino a fruncir mi mano en un puño.
–¿Entonces de donde lo conoces?– pregunto, intentando sonar lo menos molesto posible.
–Es mi vecino– responde. –¿Por qué quieres tener su número? ¿Te ha gustado?– pregunta burlona, arqueando su cadera hacia un costado. –Porque si te ha gustado tengo que decirte que creo que sale con alguien–
Oh excelente, estupendamente excelente. Dejé entrar a mis pantalones a un hombre infiel y vecino de Rose. Ni siquiera recuerdo en que momento 3 gin tonics me tenían riendo ante sus chistes sobre lo nefasto que era Ryan. Puede que ni los los gin tonics hayan sido los que me convencieron de seguirlo al baño, tal vez fue el mutuo acuerdo de lo detestable que puede llegar a ser Ryan. O tal vez fue su perfume que se combinaba con el olor a tabaco recién fumado o la forma en que su acento rodaba por la punta de su lengua o la manera en la que con una mirada mutua que tuvimos, nos dimos el mensaje de que había suficiente atracción como para desvanecernos de la mesa poblada de gente emborrachada. También pudieron ser sus manos que me treparon al lavamanos y me desabotonaron la camisa y me dejaron...
–¡Harry!– exclama Rose chistando sus dedos.
Parpadeo dos veces y la miro.
–Está es su dirección– dice tendiéndome un papel.
...
–Vaya vaya, ¿te quedaste con ganas de más?– pregunta con una sonrisa coqueta, de brazos cruzados y un cigarro cayendo del borde de su boca.
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Expecting
FanficHarry queda embarazado después de que un extraño lo convenció de hacerlo sobre un lavamos de un hotel de cinco estrellas.