Capitulo Tres

14.6K 1.6K 565
                                        

–Rose siempre habla de ti, incluso sentía conocerte antes de conocerte– dice Louis, pareciendo dejar de lado el tema de mi embarazo, el cual no pareció inmutarlo. Creí que tendría más preguntas o incluso que se pondría a la defensiva, pero parece que ni siquiera reconsidero opciones, simplemente, sin decirlo directamente, me da entender con su tranquilidad que está dispuesto a quedarse. No me ha entregado la ecografía, la mantiene debajo de su mano, empiezo a creer que se quedará con ella. –No fue difícil identificarte, eres tal y como te describió– sonríe, sonríe con sus ojos achicándose de las orillas.

Saber que le he gustado a Rose me cae de sorpresa, siempre creí que le desagradaba por como me miraba de arriba a abajo cada que pasaba a su lado. O que si me regalaba té y biscuits cada mañana por un año y medio, era porque éramos vecinos de cubículo he intentaba agradarme y ser amable. Yo también llegue a llevarle chocolates, en una ocasión flores en el día internacional de la mujer, no realmente porque me gustara, sino porque llevaba más de medio año alimentándome, suponía que lo correcto era corresponderle, no creía que sin saberlo pude haber alimentado su gusto por mí.

–¿Como me describió?– pregunto curioso.

Louis me mira, me observa a detalle, su mirada comenzando a intimidarme.

–Extremadamente encantador– responde, volviendo a sonreír.

–Ja– exclamo, no pudiendo evitar la sonrisa que se me dibuja y que estoy seguro me marca los hoyuelos en mis mejillas. Él aun me observa con esa sonrisa traviesa y yo comienzo a sentir calor corriendo por mis mejillas. Tengo que apartar la mirada aun con la sonrisa pintada.

–¿Así eres con toda tu visita?– pregunto intentando desviar el rumbo de la conversación, regresando la mirada a su rostro. Su sonrisa se mantiene, pero ahora es solo una sonrisa amistosa, sus ojos son pícaros y me escanean toda la cara.

–Solo con los guapos– responde. –O con los que he dejado embarazados–

Me carcajeo, tirando mi cabeza hacia atrás y negando. Rasco mi frente con nerviosismo, aun con la sonrisa incrédula por su comentario.

Él también ríe, volviendo a colocar su plato frente de él, la ecografía la ha guardado en su bolsillo, lo he visto hacerlo.

–Basta, no quiero incomodarte– dice, niegue ligeramente. –Terminemos de almorzar y charlamos sobre que haremos, ¿te parece?–

Asiento. Pero una nueva duda se me mete a la cabeza. Antes de picar los panqueques, lo observo detenidamente. Como come despreocupado y como su cabello cubre hasta donde comienzan sus cejas, su nariz perfilada y sus labios delgados. Es guapo, desde que lo vi llegar aquella noche.

–¿En que trabajas?– pregunto.

El me mira de reojo y traga el bocado que masticaba. Lleva su mano hasta la taza blanca y da un sorbo largo.

–¿Cantas?– responde con otra pregunta.

–No sé si lo hago bien–

Sonríe y mueve su cabeza hacia un lado, señalando otra fotografía de él en lo que parece ser el mismo estudio de grabación de la foto del pasillo.

–¿Tú cantas?–

–Grabó a otros cantando y me pagan– vuelve a darle un sorbo a su taza. –Deberías venir un día y yo evalúo si cantas bien o no–

Rio y asiento. Regresando la mirada a la fotografía. Se mira feliz, con unos audífonos negros puestos sobre su cabeza y sentado sobre una silla de piel negra.

Seguimos almorzando y con los mismos sonidos de fondo. De vez en cuando me sonríe y yo le correspondo. Hasta que terminamos y él insiste en recoger mi plato.

–Realmente pensé que nunca más sabría de ti, o bien, seguiría sabiendo de ti gracias a Rose– dice. –Pero creí que ya nunca volvería a verte–

–Juraba lo mismo– respondo. Colocándome en el borde de la puerta de la cocina.

–Rara vez hago lo que hice esa noche– se encuentra lavando los platos usados, me da la espalda. –Ahora tengo más seguro porque no debo volver hacerlo–

Suelto una risa, enderezándome en la puerta cuando el gira para verme. Se seca las manos con una franela roja y se recarga sobre el lava trastes, tira la toalla hacia un costado y se cruza de brazos. Frunce los labios juntos y alza sus cejas como en pregunta.

–¿Qué esperas que hagamos?– pregunta.

Niego, encogiéndome de hombros, volviendo a recargarme sobre el borde de la puerta.

–No sé, nunca espere que esto llegara a pasarme– contesto sincero. Sintiendo como el miedo comienza a acumularse en mi pecho. Tengo que parpadear varias veces cuando siento como mis ojos se me llenan de lágrimas involuntarias. Tengo tanto miedo y me siento tan solo. Aun si tengo a mi familia a la que puedo llamar y contarle sin problemas, aun si tengo a Niall y Mitch. Aun así cada que llegó a casa he llorado hasta quedar hinchado y sin poder abrir los ojos. Me siento mal por el bebé que crece dentro de mí y me escucha quejarme por su accidental existencia. No es que no me emocione que crezca, desde que escuche su corazón latir, sentí la responsabilidad sobre él, sin embargo, tengo tanto miedo a defraudarlo, a la vida que será puesta en mis manos para pulirla y guiarla. Me da miedo que por mi irresponsabilidad, no logre que mi hijo o hija, sea feliz.

–Acordemos el costo del parto y después hablamos sobre la crianza– dice Louis.

No se en que momento se colocó frente de mi, solo siento su mano en mi hombro, da un apretón ligero, como diciendo "estoy aquí" agacha su cabeza para encontrar mi mirada. Aun sonríe, sonríe tan sincero y con sus ojos azules brillando.

–Hey, no llores– murmura. –Todo va a estar bien, no fue intención de ninguno pero no es tan malo– sonríe, apretando aun más fuerte mi hombro. –Estarás bien, aquí me tienes. Sé que apenas nos conocemos, pero tenemos 8 meses para hacerlo mejor– envuelve su brazo sobre mis hombros y me jala lentamente hacia él.

Comienzo a llorar más fuerte. Hundo mi nariz en su cuello sollozando.

–Shh, shh– susurra, dándome ligeras palmadas a mi espalda. –Todo va a estar bien, Harry–

Expecting Donde viven las historias. Descúbrelo ahora