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mike

6.28 - algun lugar desconocido

Abrió los ojos para encontrarse en una habitación bastante oscura. Sentía la suave tela de la sabana sobre su piel desnuda. Sentía la respiración de otra persona a su lado. También sentía un calor corporal un poco exagerado. La mano de la otra persona rodeaba su cintura. Era una mano grande y musculosa, pero al mismo tiempo firme y juvenil. La verdad era que no se había parado a preguntar cuántos años tenía aquel chico. Se habían ofrecido, Mike había aceptado, y ese fue todo el recorrido que (al menos eso recordaba) había pasado.

Tomó su celular que, milagrosamente, todavía tenía un treinta por ciento de batería, y se fijó en la hora. Seis treinta a.m. Un poco más tarde de lo que debía pero al menos ya había amanecido.

Corrió la mano que lo oprimía y se sentó sobre el borde de la cama. Había unos boxers tirados en el suelo, así que los tomo y se los puso, aunque no sabía si eran los suyos. Bueno, que más daba, su padre no se iba a dar cuenta. Prendió la lámpara que estaba sobre la mesa de luz y la habitación tomó rápidamente un tono amarillento.

La cama estaba toda desarmada y, más abajo de donde él estaba, manchada. Observó a su acompañante y se sorprendió de que al menos fuera una persona bastante bella. Tenía una nariz un poco huesuda (aunque quien era él para quejarse, ya que era parecida a la de él), unos labios carnosos lastimados y una quijada bastante marcada. Un poco de barba le crecía por los bordes de la mandíbula.

Al menos no te descontrolas tanto. Pensó para sí mismo.

Al lado de la cama había un tocador con un espejo roto enmarcado hermosamente en decoraciones de plata bañada en oro y luces de navidad. Sobre la madera había polvo blanco (cocaína seguramente, aunque él no había usado), tres cajas de cigarrillos de distintas marcas, dos porros de marihuana y uno de tabaco, y la envoltura de un forro de frutilla.

Tomó sus pantalones negros favoritos, la camiseta con la que había llegado, agarró los dos porros y una de las cajas de cigarrillos, un encendedor, sus zapatillas rotas y, ultimo de todo, revisó los pantalones del otro, y encontró doscientos dólares en un bolsillo, cien en otro, y una bolsa de cocaína, la cual dejó en su lugar. Salió de la habitación descalzo con sus zapatillas en mano para cruzar un largo pasillo lleno de borrachos y drogadictos durmiendo. El suelo estaba pegajoso y Mike por poco vomita, pero cuando menos se lo esperaba, ya estaba del otro lado.

Bajó las escaleras y vio que en uno de los sillones de salón de estar estaba Lila, acurrucada contra una esquina y tapada con una frazada. Otro chico al que no conocía estaba cubriendo lo que ella no del sillón, y Louie estaba tirado justo debajo de ella, mirando algo en su celular. Mike silbó y el pelirrojo lo miró rápidamente

―¡Hey! La bella durmiente no está ni cerca de levantarse. ― corrió el brazo de Lila que colgaba de él, y lo sacudió rápidamente. La rubia hizo un sonido de protesta típico de cuando no quería levantarse. En general tenía varias etapas antes de poder despertarse, pero recién iba por las primeras. ― Si quieres inténtalo tú, pero no creo que funcione.

Mike se acercó al oído de su amiga y susurró algo lentamente. Lila abrió los ojos y le respondió con una cachetada, la cual erró, ya que Mike se corrió lo suficientemente rápido.

―Maldito. ― fue la respuesta de Lila. Louie se quedó observando la escena, nuevamente incrédulo. Aquellas palabras de Mike eran únicas entre ellos dos, ya que nadie sabía lo que le susurraba para que se levantase.

Lila finalmente sacó su trasero del sillón y se acomodó el piloto verde que tenía. Se acomodó el cabello y, haciendo una pose triunfal de señorita, salió por la puerta abierta hacia la cocina. Louie la siguió con los pies torpes a través del piso minado de personas. Mike tomó uno de los cigarrillos y lo encendió. No era su casa y había gente que había hecho cosas peores, así que no le podían decir nada.

freakout: amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora