freakout: amanecer

ii

lila

8.25 - alguna plaza abandonada

―La cuestión es que sabes que te diviertes, aunque la mitad de las veces tengamos que correr de la policía. ― Louie se dejó llevar por la conversación, sin ganas de seguir hablando de cosas que le parecían medianamente mal. Lila prendió un cigarrillo y Mike también.

Se tiraron los tres en el pasto crecido a mirar el cielo. Era una clase de tradición. Siempre, luego de salir, se tirarían al piso para observar por un rato como el clima y el sol cambian. Solo era el sonido de su respiración. No hablaban. No pensaban. Solo miraban hacia arriba, esperando a que algo mágico suceda.

De pronto el celular de Mike comenzó a vibrar produciendo un sonido insoportablemente malo. Era una canción de la banda favorita de Mike, aunque la peor canción que podrían haber hecho. Era puro sonido de metal siendo aplastado y una voz femenina gritando de fondo. Ni siquiera a Mike mismo le gustaba. La tenía puesta porque el odio que le producía hacia querer sacarla lo más rápido posible.

Mike atendió y, por la forma de contestar, supuso que era su padre.

―¡Louie! ¿Me sacas una foto en el carrusel? ― le arrojó su celular al pelirrojo mientras ella se acomodaba junto a uno de los caballos de madera. Puso sus dos dedos en forma del típico 'amor y paz' y los ubico tapando su cara, casi como en todas las fotos que tenía en Instagram. Louie hizo un ruido avisándole que ya estaba, y ella bajó del andén.

Mike apareció detrás de ellos, despidiéndose ya que su padre le había pedido que vulva.

―Mándale saludos a Jake de mi parte. ¡Hace tiempo que no le vemos! ― Mike sonrió y comenzó a caminar hacia el oeste. Mike vivía en un barrio más precario, donde la gente tenía menos dinero que la normal, aunque al menos era buena gente. Había barrios de gente desesperada, que harían cualquier cosa por un poco de efectivo, incluso asesinar. Ella y Louie vivían en una zona un poco más adinerada. Lila vivía en un barrio relativamente normal, y Louie, en la zona más rica de la ciudad.

Sus padres eran dueños de 'The machine', uno de los clubes nocturnos más populares en todo el centro. Se llenaban los bolsillos cada viernes y sábado por la noche. El problema era que, a pesar de que sea un club conocido, a ellos no les gustaba mucho, así que no iban muy seguido. Iban más que nada cuando no tenían dinero o cuando los rebotaban de otro club por tener identificaciones falsas.

Comenzaron a caminar hacia el lado donde estaba la casa de ese antro. Ya había pasado un tiempo, así que la policía no estaba cerca, pero la zona estaba desértica. Había algún que otro vago tirado en el césped que no tenía a donde ir, otros que se habían drogado tanto que todavía, al día siguiente, no sabían en dónde estaban.

Cuando llegaron a la esquina se cruzaron con un grupo de cinco, dos chicas y tres chicos. Los conocía. No quería hacer contacto de ningún tipo. A Louie le caían medianamente mal, pero no tenía problema en saludar. De todas formas los ignoraron.

Habían caminado media cuadra lejos de ellos cuando una voz les gritó.

―¡Hey! ¡Lila! ― Un chico de su edad llego corriendo detrás de ellos. Llevaba puesta una camisa verde con rayas negras y unos vaqueros ajustados negros. Tenía el mismo tono de pelo que el de Mike, aunque ahora Mike estaba teñido de rubio. ―He oído que estuvo la policía por aquí, ¿ustedes saben algo?

―Nos perseguían a nosotros, Jack. ― respondió la rubia. El castaño se sorprendió abriendo grande los ojos, aunque luego se dio cuenta de que le estaban tomando el pelo.

―Tampoco vengas a decir cosas como esas. ¿Estaban en la casa aquella? ― hizo un gesto con la cabeza para señalar la casa que ahora estaba completamente abandonada. Los dos asintieron. ―Wow, ¿y no se los llevaron? Sigo sin entender como hacen para no ser agarrados. ¡Magia! ― Definitivamente no le agradaba Jack. Tenía la tendencia a creerse superior solo por el hecho de que tenía dieciséis años y salía a clubes nocturnos con documentos falsos. ¡Ah, pero la diferencia era, que ellos lo vivían contando a toda persona que se les cruzaba! Él y los otros cinco eran de aquellos que todo lo que hacían era conocimiento público porque ellos lo vivían revelando.