Capítulo 11

50 4 0
                                    

Me despierto de golpe.

Me duele bastante la cabeza.

Y todo está oscuro.

Estoy acostada. De eso estoy segura.

El otro lado de mi cama está deshecho... Bah, habré sido yo, que me muevo muchísimo durmiendo.

Intento hacer memoria de lo último que hice para explicar este horrible dolor que me está taladrando la cabeza. Pero en mi mente, solo hay un vago recuerdo de Carla hablándome a través de la pantalla de mi ordenador. Lo cual no explica nada.

Intento visualizar todo lo que hay a mi alrededor. Escudriñando la oscuridad que me rodea. A mi derecha, un ventanal. Al lado de este, una alta cómoda. Al otro lado del ventanal, una puerta.

Me concentro en la puerta. No recuerdo que haya ninguna en mi cuarto. Y ahora percibo un ruido, como el de alguien duchándose.

No, no puede ser. Es imposible. En mi cuarto no hay baño. ¿Me lo estoy imaginando?

ESTOY ZUMBADA, de eso también estoy segura.

Vuelvo a cerrar los ojos teniendo claro que el ruido de la ducha es mi inconsciente.

El sonido del agua cayendo cesa.

BIEN, ERA MI IMAGINACIÓN.

Y la puerta en la que me había concentrado antes ,se abre. Y de ella, distingo la figura de alguien. La de un hombre. Todas mis alertas se disparan.

Avanza por la oscuridad como si lo viera todo, porque no choca con nada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Avanza por la oscuridad como si lo viera todo, porque no choca con nada. El único problema:  que se dirige hacia mi cama.

Al instante me pongo nerviosa. ¿quién es? ¿qué hace en mi cuarto? Ojalá se lo pudiera preguntar, pero no me veo con fuerzas para hablar, el miedo me retiene callada. Decido hacerme la dormida. Sigo observando a la figura moviéndose por distintas partes de la habitación y descubro algo que me sobresalta: he distinguido un brillo.  Y como siempre, pienso en lo peor "¿¡Un cuchillo!?"

"Por favor, por favor, por favor, que no sea un ladrón y me mate" Grito mentalmente.

Siento cada uno de sus movimientos aunque ahora esté de espaldas a él. Sus pasos se detienen en la cómoda, en el lado derecho de la gran ventana y empieza a abrir y cerrar cajones, en busca de algo. Registrando cada uno de los cajones de la alta cómoda, tirando ropa al suelo. Definitivamente, es un ladrón. Pero, ¿Un ladrón que va a robar ropa? no tiene sentido.

Me giro hacia él haciéndome la dormida. Intentando mantener la respiración regular y acompasada y suplicando por todos los medios que no se de cuenta que no estoy dormida.

Una gota de sudor me cae por la frente. "Dios, ¡que tiene un cuchillo!"

Aún con los ojos cerrados, ya no sé donde está el hombre. Me decido por abrirlos  y descubrir su paradero para mantenerme en alerta o no.

Justo cuando abro el primer ojo, la cabeza del tío se vuelve a la velocidad de la luz hacia mi.

¿Habrá descubierto que no estoy dormida?

¿¡QUÉ HAGO SI VIENE A POR MI?!

El corazón se me acelera del miedo. Estoy temblando.

La figura del hombre misterioso avanza con sigilo hasta los pies de la cama y yo no hago más que temblar.

"Por favor que no me toque un pelo, que no me toque... vete, ¡vete! " suplica mi subsconsciente, desesperado.

Se ha parado en los pies de la cama. Ahora no hace nada. Me está mirando. ¿¡Sospecha de que le he visto!? Todos sabemos lo que pasa cuando descubres a un ladrón en pleno acto... te mata. 

La bilis me sube por la garganta y siento el corazón latiéndome con fuerza en el pecho. SIgue mirándome, en busca de algo que delate que no estoy dormida.

¡Necesito algo! Necesito un plan perfecto por si me ataca. Pero estando nerviosa nunca se me ocurre nada.

"Vamos. Paula, piensaa ¿para qué tienes la cabeza?" 

El hombre se da media vuelta y se dirige al ventanal, donde extrañamente, se pone a mirar por la ventana.

Me muevo lo más despacio que puedo y cambio de postura en la cama, quedando de espaldas a él y mirando la mesilla de noche. Distingo un reflejo de el vaso de cristal...

¡ESO ES! ¡EL VASO!

Cojo el vaso como una auténtica ninja y salgo lentamente de la cama, sin que el hombre, que sigue mirando por la ventana, se de cuenta.

Me acerco lentamente y sin hacer ruido por detrás de la corpulenta figura. Perfecto, así puedo pillarle desprevenido. Espero que con tirarle el vaso de cristal sea suficiente para dejarlo inconsciente, o al menos clavarle algunos cristales y que no se pueda defender. De lo contrario, no creo que sea tan rápida como para salir y pedir ayuda.

"Solo tengo una oportunidad, sólo una" me repito una y otra vez mientras avanzo con el vaso en mano hacia él. Cada vez me voy poniendo mas y más nerviosa. Si fallo a la primera, la habré cagado. Cuando estoy a un paso de él, levanto el brazo con el que sostengo el vaso ,dispuesta a arrojárselo a la cabeza.

"Vamos Paula, solo una oportunidad, tiráselo de una vez" me chilla mi subsconsciente mientras me cae una gota de sudor por la frente.

Sigo manteniendo el vaso en alto, temblando a causa de mi acelerado corazón.

A medida que me lo pienso me voy bloqueando. Me replanteo volver a la cama y esperar...

NO.

No puedo hecharme atrás ahora. Levanto el vaso en alto con fuerza, con decisión, mientras veo la espalda corpulenta del ladrón. Estoy a escasos centímetros de su cabeza.

"UNO" Hecho el brazo para atrás, para conseguir un mayor impacto en su cabeza.

"DOS" Mantengo el brazo en alto, ya no hay vuelta atrás. Antes de que él me ataque lo atacaré yo.

"¡TRES!" Cierro los ojos, esta escena es muy dolorosa. Con una fuerza que no sabía que habitaba en mi, consigo estrellar el vaso contra su cabeza.

SILENCIO.

¿Y el vaso? ¿se ha roto?

Para aclarar mis dudas, abro lo ojos lentamente.

Frente a mi, hay alguien que no esperaba encontrar








IntercambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora