Era un viernes, el último día de la semana. Y ya era la hora de el almuerzo. Shay llevaba la capucha puesta de su sudadera tratando de ocultar su rostro, avanzaba a su mesa con la charola en las manos, cuando se escucharon fuertes reclamos agitados y antisonantes, espesando el lugar llamando la atención de toda alma presente. Shay levanto la vista buscando la fuente de el escándalo.
Entonces los vio; a unas 2 hileras de mesas y sillas, frente de ella, un chico rubio escupiendo cólera por los ojos, y otro largilucho y de cabello enmarañado y castaño tratando de controlar algunas risitas que se las arreglaban para colarse por sus delgados labios, agraciando de manera simpática sus facciones faciales, causando de repente acalorados vuelcos en el pecho de Shay. Estaban a una distancia favorable como para poder escuchar claramente lo que discutían:
—Disculpame, fue un accidente —no se cansaba de repetirle el castaño al enardecido rubio de ojos verdes.
—¡CIERRA LA MALDITA BOCA!
—Woh, tranquilo amigo, solo es una camisa...
—¡SOLO UNA CAMISA! ¡SOLO UNA JODIDA CAMISA! —le señalo— mira estúpido, se ve que no tienes ni una puta de idea de lo que cuesta esta jodida camisa.
—Oh, te equivocas —contra atacó él castaño con su resplandeciente sonrisa—, sí tengo idea, y bastante, por eso no comprendo porque te molestas tanto, la lavas ¡y listo!
—Y listo —repito con una seca carcajada—. Escuchame imbécil, sí tu....
—¿Alguien quiere explicarme que sucede aquí? —apareció en la escena el Director(Mrs. Simpson) y todo el mundo guardo silencio. Un silencio tan profundo que hasta el aleteo de una mosca inocente cruzando por el lugar, se hubiese escuchado—. Eh, ¿nadie responderá?
—Este chico —empezó a explicar una voz que inesperadamente le pareció de lo más familiar a Shay—, sea ofendido demasiado porque accidentalmente e derramado coca–cola en su camiseta de marca, carisima.
—¡¿Qué?! ¡¿accidentalmente?! ¡LO AS E HECHO A PROPÓSITO!
—Oh no —levanto las manos en señal de defensa—. No fue así, tu te atravesaste en mi camino...
—A ver, a ver —interrumpió él Señor Simpson—, ¿Todo este alboroto a sido porque le as derramado soda en su camiseta? —ambos asintieron—. ¡¿En serio?! — exclamo incrédulo ante la situación.
El ojo verde empezó a balbucear algo que Shay no alcanzó a captar, pues su vista se centro en él otro implicado. Algo en su rostro le resulto conocido.
Él chico se dio cuenta de que le observaba, girándose en su dirección.
Se quedo viéndolo, perpleja desde su lugar, su corazón no paraba de latir emocionado, pero no sabía por qué, un cosquilleo le recorrió el cuerpo acompañado de una sensación familiar, pero que no recordaba a ver sentido antes. Era como un aire impregnado de recuerdos, pero no podía descifrar uno en específico, no había algo en concreto, solo era la sensación de... Algo familiar. Y sin duda muy intenso, de pronto un mar descontrolado de sentimientos se desbocó en su interior, sentimientos que hasta ese día había sentido, pero a la vez cálidos y reconfortantes. Se asusto.
Por un momento sintió que quizás estaba enloqueciendo.
Ni siquiera lo vio venir, cuando se dio cuenta de que estaba viéndolo a los ojos, a la distancia, pero ahí estaban, aquella sensación incremento y su pulso lo reflejo, sintió que la cabeza le iba a explotar, no lo soporto y se fue corriendo. Llego hasta los baños, entrando al primero que vio libre, se encerró, bajo la tapa de el excusado y se sentó. Inhaló y exhaló un par de veces, aun sentía la sangre hirviendo y bombeandole en el cerebro, no la dejaba pensar bien.¿Qué me está pasando?
La cara de el muchacho se había quedado guardada en su memoria, su gesto entre estar sorprendido y alegre, porque se había dado cuenta que en ese diminuto lapso de tiempo, vio como vagamente una sonrisa quiso hacerse presente pero él la reprimió.
—De acuerdo Shay —empezó a decirse así misma—, no pasa nada, ok. Solo te estas volviendo un poco loca pero... —su vista se fue nublando, no había nada que le pudiera consolar.
Otra vez esa sensación de sentirse perdida.Su llanto era un poco escandaloso ya, cuando escuchó unas risitas provenientes de los lavabos.
Con las manos sobre su boca, mojadas por las lágrimas y el flujo nasal, intento callarse, poniéndose alerta, a ver que otra cosa escuchaba.
Un par de cuchicheos fue lo único que logro entender, pero sin comprender una sola palabra. Luego otras risas más.
Pensó que tal vez la habían escuchado, y se burlaban de ella, no pudo evitar sentirse avergonzada ante tal suposición.
Tuvo ganas de llevarse las rodillas hasta el pecho, ponerse en posición fetal, y seguir llorando.
Unos pasos se escucharon, se asusto al suponer que venían hacia ella, pero no, se fueron alejando hasta que se dejaron de escuchar. Sintiéndose algo alivianada decidió dejar su escondite, abrió temerosa la puerta con la esperanza de no encontrar a nadie, y para su suerte, así fue.
Fue hasta los lavabos, se quedo viendo su reflejo en el espejo por unos segundos, tenía la cara roja, y algunos cabellos sobre la misma, se los retiro. No podía dejar que la vieran así, no quería.
Abrió el grifo, el agua estaba fría, pero no le importó, lavo su cara. Volvió a revisar su aspecto, ya no estaba tan roja, solo mojada. Con las mangas de su sudadera intento secarse, que no ayudaron mucho, pero algo es algo.
Salió y reviso los pasillos, atenta a las reacciones de los demás alumnos, sorprendida al ver tantos deambulando por aquí y por allá, pensaba que el receso había terminado, al parecer no. Había creído haber tardado más escondida en los sanitarios. Muchos chicos y chicas ignoraban su presencia, y otros le veían como sí fuera una loca que huyo de el psiquiátrico. Haciendo que deseara desaparecer, que el tragame tierra que muchos dicen fuera real. Deseando incluso desmayarse, pero luego pensó que llamaría más la atención, así que eso mejor no.
Al final no paso nada, se conformó con no haberse encontrado con el chico castaño. Que vergüenza sentía al respecto.
Se preguntaba que habría pensado él cuando la vio. Tal vez y aquella sonrisa que le pareció ver, sí fue real, y fue de burla.
Se imagino que debió verla tan patética, y rara, allí, viéndole como una estúpida.
Sintiéndose solo con más ganas de morir. Por alguna razón le dolió mucho.
Con un nudo formándose en su garganta, entro a su clase de español, sentándose en una silla que estaba en medio de el salón, maldiciendo su suerte, odiaba estar tan expuesta, pero no le quedó de otra, ya todas las demás estaban ocupadas, se sentó en silencio, consciente de las miradas hostiles que le dedicaban sus compañeros.
—Bien, chicos —anunció la profesora, una mujer rubia de mediana edad, con algo de sobre peso, entrando al salón—. Antes de empezar la clase quiero presentarles a su nuevo compañero —se giro a la puerta—. Pasa Nathan, no seas tímido, por favor.
Y como sí ese día hubiera sido la escena de una película de Disney o Hollywood, un muchacho, alto y castaño entró.Dios, no.
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Gracias por leerme.❤
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Humo. (editando)
Teen FictionUna vida perdida. Una alma perturbada. Un amor, que tal vez, no sea suficiente para salvarla. 2015/2016