Capítulo 8: Incómodo

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[Namjoon]

Después de la situación vivida con Jin hacía unos días, las cosas se habían calmado. No es que él estuviera más distante, pero sí que evitaba formas problemas o rechistaba la mitad de las veces que antes. Yo siempre intentaba sacar el tema, pero él o me cortaba de raíz o me lo cambiaba, distrayéndome con cualquier cosa. No quería hablarlo y yo me moría por hacerlo. Me era imposible sacarme esa imagen suya, tan débil y roto. Y esa obsesión comenzaba a ser un problema.

Como en este momento.

Estábamos en medio de un encargo y yo no podía dejar de mirarle.

Está bien, no era una tarea muy complicada. Consistía en asistir a una fiesta privada en una casona de pijos y encontrarnos con un infiltrado que nos entregaría unos documentos. No tenía ni idea de que ponía en ellos, pero tampoco me importaba.

- ¿Tengo que distraerlos?

Pestañeé varias veces, observando la figura de la voz que acababa de devolverme a la realidad. Inconscientemente le eché un rápido vistazo de arriba abajo, porque era imposible no hacerlo. Al menos el ochenta por ciento de la sala se había girado ciento ochenta grados para observar a Jin, y lo entendía, porque le quedaba como anillo al dedo.

- Exacto. Solo acércate a ese grupo de allí y pon una de esas sonrisas tuyas.

- ¿Cómo esta?

Sonrió y rodé los ojos. No porque se viera mal, sino porque se veía demasiado perfecto.

- Sí, como esa. Vamos.

Asintió y desapareció entre la multitud para terminar entre el grupo de personas más importante de toda la sala. Estaba hasta la dueña del caserón, quien no quitaba la vista de Jin, al igual que la mitad de las personas que lo rodeaban. Tenían esa mirada de "Me gustan las cosas bonitas y tienes que ser mío". Daban miedo y lo mejor de todo es que Jin no parecía tímido o acobardado, al contrario, fingía y actuaba como un actor de Oscar.

Pib. Pib. Pib.

Noté el móvil vibrándome en el bolsillo del pantalón, lo que quería decir que Jungkook ya había recogido la mercancía. Levanté la vista hasta el comienzo de las escaleras y le divisé con un maletín negro, no muy grande. Jimin iba a su espalda, cosa que no comprendí del todo. No debían vernos juntos a ninguna con la excepción de a mí y a Jin.

Hice una disimulada seña a Jimin, señalando la puerta y él asintió, agarrando del hombro a Jungkook y guiándole por la fiesta. No me gustaba que lo protegiera tanto, lo único que hacía era llamar más la atención.

Busqué otra vez a Jin con la mirada, divisándole en el mismo grupo de antes, solo que ahora podía notar una cercanía mayor de los demás hacia él. Incluso un hombre tenía su mano en la cintura del castaño. Por algún motivo no me hizo ninguna gracia, y mucho menos al ver la manía que había aparecido en el castaño de rozar constantemente la tela del bolsillo de su pantalón con el pulgar. Con ese pequeño detalle, con ese insignificante y desapercibido detalle, supe que se sentía incómodo.

No dudé ni un segundo y me acerqué a paso rápido hacia él, rodeándole de la cintura nada más llegar y haciéndome un hueco entre los presentes, devolviendo una considerable distancia entre Jin y los demás.

- Nam-

- Te había perdido –le interrumpí antes de que dijera mi nombre, exagerando una carcajada de por medio. Seguidamente me giré hacia los presentes e hice una pequeña reverencia sin soltar a la princesa. – Disculpen mis modales, con las prisas ni me presenté. Soy Mongook, su novio.

En otra ocasión habría dicho algo como "su compañero de trabajo", "un amigo" o "el hermano de su novia", pero las palabras me salieron solas. Gracias a Dios en Hwa me comentó que la homosexualidad estaba bien vista en ese ambiente, principalmente porque el hijo de la dueña lo era y la mitad de los presentes eran amigos de su misma orientación.

- ¿Es eso cierto, Mario?

"¿Qué? ¿Mario?"

- Eh... –Jin me miró, mordiéndose el labio inferior con frustración. "Así que ese es el nombre de tapadera que se le ha ocurrido... bueno, al menos escogió uno" – Sí... más o menos. Estamos empezando.

- Oh, ya veo.

- Si me disculpan, me lo llevo –sonreí falsamente, refiriéndome a Jin y acercándolo a mí. –Tenemos prisa. Mi hermana nos está esperando y ya perdí bastante tiempo buscándole.

- Cierto, tu hermana – el castaño sabía adaptarse rápido a la improvisación. Me sonrió y acarició tiernamente la mejilla, haciéndome estremecer. No me gustaban los actos cariñosos, y menos en público. Pero sobretodo me incomodó enormemente que me mirara fijamente mientras lo hacía, jamás me habían atrapado de tal forma con los ojos. – En ese caso démonos prisa, cariño.

- S-sí –tragué saliva y me giré hacia el grupo, haciendo una última reverencia de despedida. –Buenas noches.

Jin también me imitó, con más elegancia y porte, ganándose las últimas miradas del grupo. No le solté hasta que hubimos salido de la mansión, cuando rápidamente se deshizo de mi agarre y esa elegante y educada faceta que llevaba mostrando toda la noche.

- ¿A qué vino eso?

- ¿El qué? –pregunté con desinterés, buscando el coche de Suga por la acera.

- Lo de que eras mi novio, qué sino.

- Ah, eso –sonreí al divisar el gran coche negro a unos metros de distancia. Agarré de la muñeca a Jin y comencé a tirar de él en dirección del vehículo. –Cuestión de precaución.

- ¿Cuestión de qué?

- De precaución, princesa. La mitad de los presentes estaban decididos a pedirte el número, y gracias a mi intervención no tuviste que dar ningún dato, ya fuera falso o verdadero.

- Oh –se quedó callado durante varios segundos, bajando el ritmo y provocando que yo me tuviera que acomodar al suyo para no dejarlo atrás. – En ese caso, gracias.

- De nada –respondí sin mirarle. Aún recordaba ese insignificante roce en la fiesta que por algún motivo me había importado. ¿Le había hecho dedos y me ponía nervioso que acariciara mi mejilla? ¿Qué clase de broma era esta?

Entramos en el coche que conducía Suga, yo delante y Jin detrás. El peliverde giró la llave, poniendo en marcha el motor y me miró.

- Hope acaba de de avisarme de que el maletín llegó bien. Ya se lo han entregado a Hwa.

- Genial.

- Y Jin –el mencionado puso más atención en la conversación, inclinándose ligeramente hacia Suga. – también me dijeron que tu tío quería verte. No le contestabas al móvil.

- Oh... eso... s-se me rompió hace poco.

- Lo que sea. Dice que irá mañana a recogerte al departamento para que salgáis a cenar.

- ¿Ma-mañana? –esta vez se giró hacia mí. Parecía asustado, o nervioso, o una mezcla de ambas cosas. – ¿No teníamos ningún compromiso?

- No que yo recuerde –respondí extrañado, intentando analizar su comportamiento. Claro que antes de que pudiera sacar ninguna conclusión, debió darse cuenta de que yo sospechaba y volvió a mostrar esa serena sonrisa, recostándose en el asiento trasero. Suspiré y yo también aparté la mirada.

- Está bien. Gracias por avisarme, Suga.

El resto del trayecto se lo pasó callado. Ni siquiera cuando saqué el tema de su sobrenombre se quejó. ¡Le dije que Mario era un nombre lamentable y no rechistó ni un poquito! No sé si esto entraría en sus cambios de humor, pero no me gustaba. No me gustaba nada.

¿Y si me tuviera que marchar? ▌Namjin▐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora