Capítulo 3.

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Después de estar en cuatro clases seguidas junto a Sam, ambos nos vamos a la azotea del edificio para poder fumar un cigarrillo antes de ir a comer. El sol pega fuerte contra nuestros rostros pero no nos importa, el vicio es más que nuestras fuerzas de voluntad.

—Creo que mi prima está embarazada.

Mis ojos se amplían y miro a Sam boquiabierto. La única prima de Sam que conozco es una chica que va en secundaria y tiene una imagen falsa de chica buena que no quiebra ni un huevo. Ya pensaba que se iba a convertir en monja pero este secreto lo tenía bien escondido.

—Vaya, como te has enterado.

—Mi tía llamó a mamá anoche y ella me lo comentó. Quieren matar a Cristal.

—Y entiendo a tus tíos —le digo, dándole una calada a mi cigarro—. Ella aún no termina la secundaria y ya está embarazada.

—Es una irresponsable de mierda. Existen demasiados métodos para no quedar embarazada y la muy estúpida queda igual.

Asiento y me quedo en silencio sin saber que decir. Cuando estoy a punto de darle otra calada, el cigarro es arrebatado de mi mano. Alzo la mirada encontrándome a Serena frente a mí, pisoteando el cigarrillo contra el suelo.

—Oye, ¿qué mierda haces? —gruño en su dirección, escuchando como Sam ríe a mi lado.

—Fumar está en contra de la política escolar —comienza la chica mientras esconde sus manos en las carteras de su chaqueta—. Los estudiantes no deben fumar. En un cigarrillo hay 2.000 componentes químicos malos para tu salud y es tan tóxico que ya es considerado como una droga en algunos países. Sin mencionar que los fumadores tienen el doble de riesgo de sufrir cáncer que los no fumadores.

Ruedo los ojos —Ya, cállate y vete de aquí.

—Los fumadores que comienzan antes de los veinte tienen mayor riesgo a sufrir cáncer de laringe, cáncer oral, cáncer de esófago, cáncer de vejiga y carcinoma pancreático...

Suelto un suspiro mientras la escucho parlotear sin parar sobre los peligros de fumar cigarrillos. Si ella quiere demostrar cuán culta es, no hay necesidad de seguir porque ya nos ha mostrado sus conocimientos en clase pero su maldita boca no se calla en ningún momento y su voz comienza a irritarme.

—Cierra la boca, cotorra —escupe Sam esta vez haciendo que los ojos de Serena se fijen en él—. Nadie pidió tu opinión. Además, nosotros sabemos perfectamente los riesgos de fumar cigarrillos, no somos los primeros estudiantes de medicina que se cagan los pulmones con esta mierda.

Ella respira profundamente.

—Bueno, ¡también es malo para ti! —grita y golpea su mano con fuerza haciendo que el cigarrillo caiga al suelo. Después de eso, desaparece.

—¡¿De dónde ha salido esta alienígena?! —espeto en voz alta, mirando en dirección a la puerta.

—¡Me ha golpeado en la mano! —señala Sam, estupefacto— ¡Y me ha hecho botar el cigarro!

Saco el paquete y le doy otro cigarro a mi amigo. Lo encendimos a la misma vez y le damos una profunda calada.

—Esa chica parece una cabra loca, ¿y así ustedes quieren que le pida ayuda para aprobar mis materias? Sinceramente, prefiero ser golpeado por mamá.

*

En cuanto aparco la motocicleta en el garaje de casa, ya sé que algo anda mal porque no veo por ninguna parte el coche de papá. Los días martes, él llega temprano a casa y ver que su coche no está me extraña. Aun así, bloqueo la moto y dejo el casco a un lado, rodeando la casa para entrar por la puerta principal.

En el interior, no me recibe nada más que el silencio y es doblemente extraño. Me quito los zapatos y los dejo apilados a un lado, arrastrando mi bolso, mirando a todos lados buscando a mamá.

—¿Mamá? —hablo, echando un vistazo en la cocina— ¿Papá?

Cuando estoy seguro que no hay nadie en casa, lanzo mi bolso en el sofá pequeño y me acerco al mini bar para servirme una copa. Me detengo frente a la mesa de centro al ver una cámara de vídeo junto a un pequeño casete y un papel similar a un cheque.

Enciendo la televisión y conecto la cámara de vídeo, para poder ver qué contiene el casete. En cuanto le pongo play, mis padres aparecen en la pantalla haciéndome fruncir el ceño.

—Chase, hijo... —comienza a decir papá mientras que mamá está sentada a su lado, luciendo solemne—, tú sabes que nosotros te amamos y que hemos dado la vida por tu bienestar para que no te falte nada. Pero tu madre y yo pensamos que ya es demasiado. Eres demasiado para nosotros. Por lo tanto, nos marchamos de casa. Tu madre me contó acerca de tus calificaciones en la universidad y realmente estoy cansado de estar pagando una educación que no sabes aprovechar. El día que recobres la compostura y te des cuenta que la vida que llevas no te hará bien, volveremos. Hasta entonces, buena suerte.

Dejo caer mi trasero sobre el sofá y suelto un suspiro, tomando la hoja que estaba junto a la cámara. Miro la imagen de mis padres que está en la pantalla y ruedo los ojos al verlos. ¿Cómo es posible que mis padres hicieran esto? ¿En vez de hacerme entrar en razón me dejan a la deriva para que yo haga lo que quiera en casa? El pensamiento me hace sonreír al saber que estaré solo en casa por un tiempo indefinido.

—Por supuesto —escucho nuevamente la voz de papá—, la tarjeta de crédito ha sido cancelada. Cien dólares es mucho dinero, por favor, sé prudente y administra bien el dinero que te dejamos. En caso de que te falte dinero, tendrás que recurrir a tus ahorros porque yo no te daré ni un centavo más.

Cierro los ojos, apretando el cheque entre mis manos intentando tranquilizarme y no explotar por la irresponsabilidad de mis padres. Respiro profundamente y froto mi frente, sintiendo como mis labios se curvan en una sonrisa al tomarle el real peso a esta situación.

Rápidamente, saco el teléfono del bolsillo de mi pantalón y le marco a Sam.

—Estoy solo en casa. ¿Por qué no le avisas a Tyler y vienen? Iré al supermercado por un par de botellas. Nos vemos aquí a las nueve.

¿Este bebé es tuyo?  (PP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora