Mi Ardiente Tentación (CAMREN)

DEJANDO LAS COSAS EN CLARO

Pasé saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta de golpe, élla se dio la vuelta y me miró asustada, guardó silencio unos segundos, me dio una sonrisa fingida y siguió hablando.

– Tengo que irme hermanita – volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al interlocutor – aquí está Camila, yo le doy tus saludos, sí, ella también te manda saludar, un beso y mañana hablamos – agregó y finalmente colgó – buenos días cariño – dijo dándome un beso pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla – era Leah, está de vacaciones en Nueva Jersey.

No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, ¿desde cuando Vero le llamaba princesa a su hermana?, por qué me sentí mal al escucharla?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizá yo sola era la que me seguía haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era ¿qué sentía yo por Vero?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.

Tomé su cara con mis manos y la miré a los ojos, se veía nerviosa, trataba de esquivar mi mirada y entonces la besé dulcemente, élla titubeo, pero al final puso sus manos en mi cintura y yo corrí las mías hacia su cuello, terminó por abrazarme completamente y el beso se intensifico un poco, yo bajé mis manos a su espalda y de pronto, se escuchó un fuerte carraspeo que nos hizo romper el beso, pero permanecimos abrazadas.

– Lamento la interrupción – dijo Lauren visiblemente molesta, con el ceño fruncido, recargada en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.

– No te preocupes Lauren, lo dejaremos para después, ¿verdad amor? – respondió Vero sin soltarme y me dio un corto beso en los labios.

– Pueden aprovechar más tarde cuando Jen y yo vayamos al supermercado – exclamó en tono sarcástico y pude notar como apretaba más los puños.

– Voy a preparar café – dije separándome de Vero y pude sentir la mirada asesina de Lauren aún cuando estaba de espaldas.

– Vero, ¿me puedes dar las llaves del Volvo?, por favor, ya que tú fuiste la que lo guardó en el garaje.

– Claro, voy por ellas, las dejé en la habitación.

En cuanto Vero salió de la cocina, Lauren me sujetó fuertemente por el brazo y me hizo girarme para mirarla.

– ¿Qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara? – recriminó furiosa.

– Es mi novia, no puedo rechazarla todo el tiempo.

– Eres mía Karla, sólo mía y si no quieres que le tumbe los dientes a esa  imbécil , vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.

– Odio que me digan Karla y suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.

– Estás muy equivocada si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides.

– No soy un objeto Lauren, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides tú.

Se escucharon los pasos fuertes de Vero y entonces me solté. No supe de donde saqué fuerzas para decirle eso, lo que había entre Lauren y yo no era sólo sexo, al menos no de mi parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por los celos de Lauren, aunque no sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de mujer  herida.

Veronica y Jennifer entraron a la cocina, ella abrazó de nuevo muy efusiva a Lauren y sentí un dolor en el pecho, después me saludó a mí muy entusiasta como siempre, yo le sonreí, pero la tensión se sentía en el aire.