CAPÍTULO 2

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El senador Owen Tomar soltó un gran suspiro.

-¿Cómo supo Delarosa que había una bomba atómica en ese barco? -echó un vistazo a Haru Sato, el soldado que le había comunicado la noticia, y luego miro al oficial de Inteligencia de la isla, el señor Mkele-. O lo que viene mas al caso, ¿cómo es que usted no lo sabia?

-Sabía que había una flota hundida- respondió Mkele- no tenia ni idea de que llevaba una ojiva nuclear.

A Haru, Mkele siempre le había parecido un hombre capaz y seguro de sí; aterrador cuando habían estado en bandos opuestos, ferozmente tranquilizador cuando estaban en el mismo. Ahora, sin embargo, el oficial de Inteligencia parecía desesperado y apabullado. Le resultaba más perturbador ver a Mkele así, incapaz de dar una respuesta, que los horrores que los había llevado a esa situación.

-Uno de los hombres del grupo de resistencia de Delarosa lo sabia- dijo Haru- No se quién. Un viejo integrante de la armada.

-¿Y se lo guardo todos estos años?- pregunto Tovar- ¿Acaso quería que fuera una sorpresa?

-Probablemente tenía el temor comprensible de que, si se lo contaba a alguien, buscará el arma y tratara de usarla. Y resulta que eso fue precisamente lo que pasó. - respondió el senador Hobb dando unos golpecitos en la mesa.

-El argumento de Delarosa es que los Parciales nos están superando- dijo Haru. Los cuatro hombres se encontraban en las profundidades de los túneles que había debajo del antiguo Aeropuerto Internacional J. F. Kennedy; ahora se hallaba en ruinas, pero estaba rodeado por un terreno amplio y despejado que hacía que fuera fácil divisar a cualquier enemigo que intentará acercarse. Se había convertido en el último y desesperado escondite del Senado en fuga-. No sólo ahora, sino siempre; dice que la raza humana nunca podrá recuperarse mientras existan Parciales. Y lo peor es que tiene razón, pero eso no significa que el hecho de detonar una bomba atómica vaya a mejorar las cosas. Yo se lo habría impedido, pero tiene todo un ejército de guerrilleros, y la mayor parte de mi unidad se unió a ellos -explicó y sacudió la cabeza.

Haru era el más joven de los cuatro hombres, con apenas veintitrés años, y ahora se sentía como un niño más que lo que se había sentido en años; desde el Brote, en realidad. La destrucción y el caos eran de por sí terribles, pero lo que más le afectaba era la familiaridad, la sensación de que todo ese horror ya se había dado antes, doce años atras, cuando el mundo se había terminado, y ahora se repetía. Él volvía a ser aquel niño, perdido, confundido y desesperado por que alguien, no importaba quien, interviniera y mejorará las cosas. Esa sensación no le agradaba en absoluto, y se odiaba por permitirle entrar en su mente. Ahora era padre, el primero en doce años que tenia una hija viva, sana, respirando, y él y la madre de la criatura se encontraban atrapados en medio de tanto desastre. Tenia que recomponerse, por ellas.

-Delarosa me caía mejor cuando estaba en la cárcel -comentó Hobb-. Eso es lo que obtenemos por confiar en terroristas -echó un vistazo a Tovar-. Exceptuando los aquí presentes, claro.

Partials: Ruinas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora