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Llegue a mi casa, no esta de más decir que muy enfadada, no entiendo porque, ni siquiera debería molestarme.
Nosotros ya no estamos juntos, pero no entiendo porque me jode tanto la vida este maldito ser humano.

Tenía la garganta seca y no podía sacarme esa maldita e ingreida sonrisa de la cabeza.

Me acerque a la cocina y tome un vaso de agua, lo único en que pensaba era en la maldita rubia, el maldito restaurante y en el imbécil mal parido de Patrick.

Di media vuelta y arroje con todas mis furias el vaso contra la pared, este se hizo añicos. ¿Saben que hice luego? Comencé a reírme como loca, si, siempre que estoy nerviosa me sucede.

Como la tonta que soy recogí el desastre que hice y luego como de costumbre me tire en el sofá, últimamente pachorra me ataca muy de seguido, pero se supone que algo tengo que hacer por mi vida ¿No? ¡Despejarme! eso es lo que necesito.

Primero tome una de mis piernas con toda la flojera del mundo y la arroje fuera del sillón, luego hice lo mismo con la otra, acto seguido levante mi pesado cuerpo como pude y luego me arroje al piso de llena. Me quede recostada algunos segundos y reí. No puedo creer que este siendo tan floja.
Estoy volviendome loca.

Me levante y mire las escaleras, juro que se hicieron infinitas pero aun así decidí continuar con mi duro trabajo.
Cuando pase por la habitación de mi madre escuche que ella roncaba como nunca, así que solo seguí caminando no quiero molestarla.

Entre a mi cuarto y me acerque a mi cama, pero solo fue un amague, uno muy tentador.

Mire a través de la ventana y note que el día se había despejado bastante, no creo que salir con jeans sea una muy buena idea, así que tome un short blanco, una musculosa rosa y mis vans negras. Me vestí, y tome lo necesario para salir a la calle incluyendo celular y auriculares.

Iba caminando muy concentrada en mi celular cuando de repente choco con algo duro que provoco que me tambaleara.

-Fíjate por donde vas niñata. Si así prestas atención en la calle ¿Como quieres que me fié de ti?

Mierda, estoy jodida.

Deje de captar toda mi atención en mi móvil para centrarme en el.

-¿Tu que haces aquí?

-Hola para ti tambien.-

No pude evitar sonrojarme, de veras que este chico es intimidante. La forma maligna en la que te mira te hace sentir inferior, o más bien diminuta.

-Lo siento, ho- hola.- Pero que estúpida soy, ni siquiera pude pronunciar una palabra bien.

-¿Porque quieres el jodido trabajo?

Fruncí el ceño. ¿A que se debe esa pregunta?¿ Acaso acosa a todas las mujeres que se presentan para hacerle una entrevista callejera? Eso no tiene sentido...

-Yo... bueno, de veras lo nece- lo necesito.- Fue lo único que logre articular. -Aún... aún no me dijiste que haces aquí.-

Este se coloco la mano delante de la boca, dejándome así una perfecta vista de su reloj, que por cierto era muy llamativo pero no más que sus elaborados tatuajes.

Me miro de esa forma nuevamente y sonrió de lado.

-Bien.-

Fue todo lo que dijo antes de seguir su camino. Lo quede mirando desconcertada mientras el pasaba por mi lado y este paro en seco. -No te emociones, solo fue un encuentro casual.- Dijo aún dándome la espalda.

Vaya "encuentro casual". Mire la pantalla de mi móvil ya que me había llegado un mensaje y en cuanto volví a levantar la cabeza el ya estaba a metros de distancia. ¡Pero que raro es!

PosesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora