Shh...

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Estaba muy feliz con la vida cuando de pronto llegas y me dices que te regañaron, mi sonrisa desapareció y te diste cuenta. Empecé a regañarte, y un amigo me dijo que parecía tu madre. Admito que perdí la cordura por unos momentos y reí discretamente. Me mirabas fijamente a los ojos y yo estaba inútilmente tratando de esquivar tu mirada porque si llegaba a cruzarme con tus ojos cafés, entonces ni una palabra habría salido de mi boca. Ya habían pasado varios minutos en lo que seguía hablándote sobre eso, y bla, bla, bla... Las palabras me salían más rápido que a Eminem. Lo peor —y de cierta forma lo mejor— es que tú no te molestaste a responderme nada,  tú solo te dignaste a mirarme con una sonrisa torcida, una maldita sonrisa que me enamora mas de ti. Podría decirse que estaba hablando mucho, demasiado, en exceso, y tu hiciste lo que pienso que hubiera sido la única —y mejor— manera de callarme. Me besaste. Maldito. Sabes que hacer en todos los momentos que me vuelvo loca, que son mas o menos dos tercios del día, y generalmente conllevan a besarme. Tal vez solo son excusas. Fuera como fuera, me besaste y me encantó.
Sinceramente,
Tu novia, que aunque le haya gustado no significa que no se le olvide lo de el regaño.

Besos RobadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora