[Día 8. Lunes. Reserva de bosque. Proyecto Vcvdv. En la madrugada]Una fuerte punzada en la base del abdomen me despertó en medio de la noche. Me levanté de golpe, después de unos minutos me volví a acostar convencido de que solo había sido algo aislado y no conllevaba el inicio de mi celo. Cuando estaba a punto de volver a dormir sentí la presión interna tan conocida. Me puse en posición fetal mientras esperaba que la oleada de dolor se calmara.
No pude pensar claro hasta que levanté mi cabeza buscando mi estante donde guardaba los supresores o en todo caso la cosas necesarias cuando no podía contenerlo con fármacos. Sin embargo mi vista se topó con desnudas paredes de madera. No estoy en casa. El pensamiento caló en mí y un escalofrío me recorrió.
Corrí hacia la pequeña maleta dentro del closet y rebusqué entre la ropa esta vez en busca de las cajitas de pastillas rosadas. Nada. La chica no traía porque era beta obviamente. Aún así me negué a aceptarlo hasta que caí de lado agarrando mi abdomen.
Dolía. Mi pantalón de pijama empezó a humedecerse en la parte trasera.
Si no hacía algo pronto toda la cabaña estaría impregnada de mi olor. Y los demás lo notarían y ...
Entre el pánico, una idea se coló por mi mente. ¿Por qué se había adelantado tanto mi celo? Estaba programado para una semana después de llegar a casa. Presentí que el factor detonante fue estar atrapado en un espacio reducido con cuatro alfas muy lejos de otros omegas.
Comencé a enlistar mis opciones:
•Salir corriendo y quedarme en el bosque dos días con pocos alimentos. Y con posibilidad de que me coma un lobo.
•Salir corriendo y quedarme en el bosque dos días con pocos alimentos. Y con posibilidad de que me coma un oso.
•Avisar al maestro y pasar la vergüenza de mi vida ante alfas que les gustaría hacer cosas poco éticas conmigo.***
A hurtadillas salí de mi habitación y comencé mi camino hacia la cocina. Se me había ocurrido un mejor plan.Abrí la alacena y saque con cuidado unas latas de atún, las dejé en la mesa y me volteé a agarrar botellas de agua. Cuando me giré vislumbré una figura alta en el umbral de la puesta y deje caer los recipientes por el susto. Mi corazón comenzó a bombear rápido y vi mi reputación arruinada.
—¿Louis?—dijo el profesor Liam en pijama con voz ronca y tallándose los ojos.
—Hola—sonreí levantando las botellas del suelo.
—¿Qué haces a esta hora? ¿Y por qué hay víveres como si fueras a huir? Espera ¿Ibas a huir?
—Tal vez...—No estaba en el momento más inspirador para inventar excusas.
—¿Qué pensabas?—se frotó la frente.
—Salir corriendo y quedarme en el bosque dos días con alimentos enlatados. Y con posibilidad de que me coma un oso y un lobo.
—Espera Louis. Déjame procesarlo—Se quedó en silencio y empezó a pasear por la cocina—Solo una pregunta: ¿Por qué?
—Mi celo está comenzando y no tengo supresores—la verdad era lo único que podía decir en ese momento.
—¿Sólo por eso?—Asentí—Yo tengo supresores, te puedo regalar algunos.
—No. Esos no me sirven.
—¿Eres alérgico o no te funcionan? Eso debería estar en tu expediente médico.
—No, no. Huela.
—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Estás bien?
—Huela, aspire, olfatee.
Hizo lo anterior y sus pupilas se dilataron, se puso rígido. Y unos segundos después estaba unos centímetros frente a mí rozando mi cuello con su nariz. Me empujó con su cuerpo y me acorraló en una esquina, presionándose contra mi.
Mi omega interno se regocijó, y fue cuando mi mano se posó en el abdomen de Liam que reaccioné y lo empujé. Huí lo más rápido que pude y me encerré en mi habitación. El maestro no me siguió.
Me recargué en la puerta con el corazón latiendo a mil por hora y sentí la humedad en mi ropa interior. Me senté en el suelo respirando profundamente y tratando de imaginar cosas que no tengan sentido para olvidar lo que sucedió y pensar con claridad.
El polo norte. Pingüinos. Frío. No hace calor. Calor. Caliente. No, no. Frío. Frío.
Unos golpes en la puerta me sobresaltaron, mi agudo oído no había percibido a la persona aproximarse.
—¿Louis? ¿Estás ahí?
No contesté. Osos polares.
—Abre. No te haré nada—Glaciares, agua—Respiraré por la boca. Hay que solucionar la situación y para ello debes explicarme—Morsas. Helado—No me dejas otra opción. Abre la puerta—Demandó con su voz de alfa.
Y cuando me di cuenta ya había quitado el pestillo y girado la manija. El profesor me empujó y cerró de nueva la puerta.
—Louis ¿qué está pasando?
—Nada—Susurré sintiéndome pequeño. Cuando pasaba por mi celo mi lado omega lo controlaba todo, y me sentía como un sumiso nato.
—No me dejas opción, no hay tiempo—La cercanía con el alfa me nublaba la mente. Siempre era tan horrible esta situación. ¿Por qué no soy alfa puro? ¿Por qué tengo que soportar esta mierda?—Explícame. ¿Eres omega?—Usó su voz de alfa de nuevo.
—Soy un híbrido de alfa y omega.
—He leído de eso en internet. ¿Tienes un celo?
—Aja—me dirigí a la cama y me aventé en ella incapaz de mantenerme parado más tiempo.
—¡Oh Dios! ¡Y en medio de una cabaña llena de alfas!—tomó su cabeza entre sus manos—Seguro me quitan mi empleo por esto. Es necesario que te quedes encerrado aquí y...—se detuvo en medio de la frase y estornudó. Y en esos segundos inconscientemente aspiró por la nariz y el olor lo embriagó.
Se sentó sobre mi en la cama con las rodillas a cada lado de mi cadera, mientras volvía a enterrar su cara en mi cuello como lo hizo en la cocina. Solo que ahora lamiendo y dejando chupetones por todas partes. Y esta vez no iba a hacer absolutamente nada para impedirlo. Me quitó la camisa y recorrió con su húmeda lengua mi liso pecho.
—Profesor—gemí. Se separó de mí como si le hubiera dicho que tenía una enfermedad contagiosa.
—Cuando salga cierra tu habitación con seguro y no salgas de aquí ni dejes entrar a nadie. Yo me ocupo de lo demás—Exigió usando otra vez su voz. Y salió disparado de allí mientras hacia lo que me ordenó sin rechistar.
Me volví a recostar en la cama. Lagrimas de frustración sexual amenazaban con salir. No tuve más opción que meter mi mano dentro de mi pantalón.
.......................
La diversión comienza 😏
#CapítuloLilo
ESTÁS LEYENDO
For your eyes only
FanficPor unas desafortunadas situaciones Louis termina dentro de una cabaña con 4 alfas desconocidos, cada uno con una personalidad muy distinta. Todo parece ir bien hasta que la situación se complica y el secreto de Louis sale a la luz. Más pronto que t...