Fría noche la del 18 de agosto, al fondo una Luna ensangrentada en lo alto del firmamento junto a las estrellas de espectadoras ven un alma desvanecerse mientras suspira de agonía. A 15 kilómetros de Víznar, se sujetaba un fuerte olivo de hojas caídas y en frente, un genio consciente de su trágico final. Ante el, 12 fusiles apuntando a su ardiente pecho por soldados con el símbolo del águila negra mientras que los desafiaba con una mirada desafiante.
A las 4:45 de la mañana ante un cielo oscuro, 12 balas rompieron el frágil silencio del viento destrozando los espesos tejidos de la piel. La sangre brotaba de forma fluida alimentando la tierra del viejo olivo trayendo la muerte de un hombre que describía la muerte y la tragedia como nadie es fruto que el recibe.
El aire olía a pólvora quemada y los 12 hombres del águila negra manchados de sangre en uniforme y alma, empiezan a acabar la tumba sobre la espesa y dura tierra que el cuerpo yacente a de tragar. La lluvia caía de forma precipitada y brusca sobre los asesinos. Esa noche se lloraba al amigo de las letras y al genio de la tragedia teatral española.