Incompleta

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Hace dos meses que llegamos con ella, mi abuela materna. Antes de todo esto vivimos mi hermana y yo en varios orfanatos desde hace varios años. Mi infancia esta enterrada en algún lugar de mi subconsciente o al menos la mayoría, solo conserve unos cuantos recuerdos; como el día en que llegó abue por nosotros. 

Ya habíamos cumplido cuatro años en ese lugar, tuvimos una visita por primera vez en mucho tiempo. Era mi abuela.

Nos enviaron a la oficina de la Lic. Paula, ella siempre fue mi amiga en ese agujero, siempre me escuchaba y me traía dulces o  chocolates en cada sesión que tenía con ella. Ese día  nos llamaron a mi hermana y a mí, me pareció algo raro pero pensé que era otra revisión de rutina o quizá alguien por fin quiso adoptarnos.

 Llegué a  la puerta, mi hermana se quedo unos pasos atrás, quería entrar de una vez por todas pero recordé lo alejadas que estábamos ya, apenas y nos hablábamos, nunca fuimos tan unidas pero ese lugar nos alejó aún más, nos veíamos un par de veces en el día como en el comedor y el patio. Así que la esperé, era la única familia que me quedaba, solo éramos ella y yo, siempre fue así, quería hablarme, aunque realmente no sabía como iniciar la conversación, ¿qué le diría?...¿qué hay de nuevo?. ¡PATETICO! 

Fue un intento fallido, simplemente me ignoro y antes decir cualquier cosa ella simplemente abrió la puerta. Me sentí culpable, poco a poco esto se esta yendo al carajo si no es que perdí la poca esperanza de recuperar a mi hermana hace varios años atrás.

De pronto todos esos pensamientos se detuvieron al instante que vi una cabellera rubia sentada de espaldas a nosotras, Paula solo me miraba esperando una reacción mía y mi hermana se quedo en la puerta desconcertada, ella no sabía de quien se trataba ya que era muy pequeña como para recordarla. Era mi abuela, a tan solo un metro de nosotros, seguía siendo la misma mujer que me llevaba al parque después de recogerme de la escuela, la misma misma mujer con esos enormes y hermosos ojos café y una mirada dulce. Esos mismos ojos que lo habíamos heredado mi madre y yo, solo que ahora tenían un toque de misterio. Aunque las canas ya se le empezaban a notar, su cara se veía impecable como si los años no la hubieran afectado, después de todo ¡fueron cuatro años! sin contar los meses después de la muerte de papá. Se veía mas cansada pero aún tenía la misma sonrisa que me tranquilizaba después de un buen regaño de mi madre.
No le dí oportunidad para  hacer más, fui directo hacía ella, la abracé, la abracé  por todas esas veces que la quería a mi lado  y solo encontrando únicamente una habitación con veinte niñas más.
En ese momento no me importó que jamás se haya despedido, que desapareciera dejándonos solas con un millón de dudas por su partida. No importo sí jamás llamó para preguntar si estábamos bien, no importo el dolor que su ausencia nos ocasionó. En ese momento olvidé todo. mi infancia y todo lo que traía con ella. Sabía que era una oportunidad para volver a vivir y tener una familia de verdad.

-Te están esperando niña, ¡muévete que se te hace tarde, Alessa!- unos gritos fuera de mí habitación me volvieron a la realidad. Suspire. Sabe que odio que me digan "niña." Esto fue más difícil de lo que alguna vez imagine.

Tenía razón, ya era algo tarde para llegar a la escuela. Últimamente hacía esperar demasiado a mi tía que era la que me llevaba a la escuela, pero no lo hacía a propósito. Bueno, si lo hago pero no es mi culpa, ya no quiero ir a esa escuela de riquillos engreídos. Solo llevaba mes y medio y ya todas las niñas me odiaban por ser "vulgar", la única niña que se atrevió a ser mi amiga era la puta de mi salón, nos odiaban por igual así que nos llevamos super bien, era buena onda y como yo soy lo suficientemente tímida para entablar una conversación con los niños ella era mi única compañía en este maldito lugar.

La escuela no era grande ni lujosa, no entiendo la razón de esos tipos para creerse tanto. Esto parecía un manicomio, y créanme que no exagero. Todo estaba pintado de blanco con un verde opaco. Las puertas de todos los salones  tenían  rejas al igual que las ventanas e incluso había cucarachas gracias a los asquerosos niños. El ambiente era algo tétrico para ser una secundaria. Como dije un manicomio con todo y sus loquitos.

-Llegamos justo a tiempo- oí decir a mi tía cuando estábamos en la entrada. Ya se me estaba haciendo costumbre estar en las nubes, no me dí cuenta a que se refería cuando una trabajadora de la escuela se acercó para abrirme la puerta y que yo saliera. ¡Por favor! como sí fuéramos de la realeza. Dije un "gracias" sin mucha gana y me despedí de mi tía. -Nos vemos luego- y salí.

Me gusta estar sola, aprovecho cualquier oportunidad para escaparme y alejarme de todo pero sin llamar suficiente la atención, ya no quería ser la "inadaptada antisocial que se corta atrás de los salones" otra vez. Antes de llegar al orfanato, cuando iba a la primaria se rumoreaba eso en la escuela, era cierto que me iba sola a esos lugares pero jamás  me corté aunque me sigue sorprendiendo como esos  "niños"  tuvieron tanta imaginación.

Llegué al pequeño patio donde hacían intentos de ceremonia y esas clases de cosas. Quería escaparme para estar sola al menos hasta que tocaran el timbre pero ahí estaba mi única amiga llamándome justamente en medio del patio, atrayendo la atención de todos, pensé en fingir que no la había visto e irme pero ya no había escapatoria. Así que me acerque a ella.

Megan, una chava mas baja que yo, que hace resaltar aún más sus enormes senos y sus chinos le hacían ver aún mas sensual. Era muy hermosa para ser sincera y aunque era la "zorra" de las niñas y la "mejor amiga" de los niños era muy agradable.

-Hola Megan.-Espero que no note mis ánimos o estará preguntándome de nuevo.

- Ale, ¡llegas tarde! ¿lo sabías?- me dijo entre risas, estaba de buenas podía saberlo, al menos no noto algo extraño en mí.

-Lo importante es que ya estoy aquí- no soportaba esos comentarios tán obvios y estúpidos pero a ella se la perdonaba, así que solo me acostumbraría. 

-Ayer volví a hablar con Fer- Fernando, su ex, ya sabía porque el buen humor. - pero me volvió a pedir lo mismo.- dijo algo ansiosa. Ese imbécil le volvió a pedir fotos "coquetas" que básicamente es sin ropa. Era un idiota pero no sabía si ella lo sería aún más porque lo estaba considerando.

-adivino... ¿aceptaste?- no me contesto, así que era oficial, ella era aún más idiota.

-sabes que puede hacer públicas esas fotos ¿no?, Megan esto es estúpido, tus padres te matarían sí se enteran.-

-Lo se, solo que...- sabía sus miles de pretextos, no quería que la regañara otra vez, así que solo me dedique a escucharla, o eso intenté. No me culpen, era un batalla que ya tenía perdida, lo haría y no cambiaría de opinión por más que yo le dijera miles de razones del porqué Fernando era un idiota, así que volví a mi mundo.

Tocaron el timbre, las clases empezarían y Megan no para de decirme que "él la quiere enserio" y que "jamás la dañaría". Así que solo caminé en silencio hacía el salón mientras que ella seguía insistiendo sobre que Fer es buena persona. Y así eran todos los días. Clases largas y aburridas, niñas poniendo su basura en mi asiento, niños intentando hablarme y yo ignorándolos, Megan hablando de su ex y yo...
...yo solo me sentía incompleta.

El Collar del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora