Sueño imposible

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Recordé. Desde toda mi infancia con  mi madre y abue, la muerte de papá,  la desaparición de abue, las huidas  de  mi madre,  cuando cuidaba a mi hermana  y soportaba sus berrinches porque  quería a mamá o simplemente  a alguien que no fuera  yo.  Cuando  los  de trabajo social  llegaron  un  día, el día  que conocí a Paula. Cuando llegamos al orfanato, cuando le  encontraron una familia  a Camila pero yo no iría con ella, cuando me sentí algo triste pero también tranquila por que Cam tendría una familia. Cuando Paula  me dijo que hubo un cambio de planes; no  me separarían de mi hermana pero nos iríamos a otro orfanato. Cuando tenía que hacer   favores y trabajos  con  las  más grandes  para evitar  que las niñas locas  me dieran su "bienvenida" y darle protección a Camila. 

Cuando  estaba  cada  vez mas  alejada  de ella  a tal  grado  donde solo cruzábamos   un  par de  palabras en el comedor  o  cuando la  encontraba  en  el patio. Y cuando  llego  abue, cuando la vi sentada  en  esa silla  de la oficina  de Paula,  cuando solo pude  ver su cabellera rubio pero supe de  quien se trataba en el primer instante  y  cuando corrí a  abrazarla.  

Cuando entre a  la  secundaria,  a  una  verdadera  escuela y  no un salón  lleno  de  niñas  de diferentes  edades  y una  enfermera  dejándonos tareas  de  caligrafía  y  para las  más  grandes  trabajos  de  investigación  de "secundaria"  que nunca  calificaba. Cuando entre  a mi primer día  y  no sabía  absolutamente nada  de  lo  que  hablaban. Cuando todos  se  burlaron de  mí  y  mi  abuela  me  mandó  a  tutorías  para mantenerme  al  corriente, que por  suerte  se  me hizo  sencillo y no tarde mucho en estar  a  la altura  de  los  demás.  

Cuando volví  a  ver  a  mi madre  después  de  casi  cinco  años  y  como  mi abuela  cambio ciento ochenta grados conmigo  después  de  ese día.  Y  de  todos  esos  días en  los  que  solo  la ponía  de pésimo  humor,  arruinando los  buenos  momentos y  siempre  hacer que  se enoje  por  cada estupidez que hacía  por muy  mínima  que sea.

No pude  evitar  que  una  silenciosa  lágrima  resbalara por  mi mejilla  derecha,  tanto  tiempo  había  reprimido los recuerdos,  los había  bloqueado  en algún lugar  de  mi mente  que me era difícil  recordar  algo  de mi pasado  y  ahora la  vi  como  una vieja  y deprimente  película. Estaba a  punto de limpiarla  cuando  alguien habló.

-Alessa  ya  se durmió.- Sentí  un ligero  movimiento en mi  pierna- ahora sí  me  puedes  explicar  a  donde rayos  vamos.- Era  mi tía.

-Ya habíamos  hablado  de  esto.- Sonaba  molesta,  ella  nunca le  hablaba  así  a  "la  maravillosa  hija  ejemplar."-mis planes no cambian.

-No crees  que  estaría  demasiado  cerca  de  ella,  podría decirle todo  y de nada servirá  todo lo que  hicimos  hace años.

-¿En serio  crees  que voy  a permitirlo?, ademas  esta  al borde  de  la  muerte, no  la reconocerán  aunque  llegue  a   toparse con ella. 

-Sigue siendo igual de peligroso  para ella.

-Por  eso es  que  te traje  a  tí  y  a  tus  engendros.- ¿qué  esta pasando?, ¿acaba  de llamar "engendros" a sus  adorados nietos?- Se quedaran con ustedes  y  asegúrate  que  todo  el tiempo  este  contigo  o  con  esos niños  mientras  yo  arreglo  este  asunto.

-¡¿Qué?!.- Mi tía dio un grito, sentí  como  se  removían  mis primos  en  su  asiento  y  hubo  un momento  de silencio, imagino  que querían  asegurarse  sí  alguien  se  había  despertado  por  el  molesto  grito  de mi tía  hasta  que  por  fin  mi  abuela  la  regaño -sonreí mentalmente-  no  es  que la  odie, pero  digamos  que  es  igual  de imposible  de  tratar como  mis  compañeros  del  manicomio.

El Collar del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora