Abrí la puerta mientras un escalofrío recorría toda mi espalda y sentí como mi piel se erizó. Quise creer que fue por el cambio brusco del clima, no sabía que tenía bastante calor hasta que entré a la casa y sentí alivio al sentir una fresca brisa proveniente de algún lugar de la habitación, supongo que deben tener aire acondicionado aunque la verdad me sorprende que sí quiera tenga electricidad estando tan retirado de la ciudad.
Caminé con paso lento por el que parece ser un vestíbulo con una decoración bastante antigua que contrasta con los colores vivos de la pequeña choza, por fuera se veía muy pequeña pero por dentro es mucho más grande, ¡que loco!, sinceramente no quería buscarle una explicación y meterme en asuntos de... ¿física?
Seguí caminando hasta que llegué a la sala, todos los muebles también eran viejos ahí, la casa era demasiado antigua pero bien conservada, sólo espero que los diablillos no rompan nada, siento todo tan frágil que hasta me da miedo sentarme en esa mecedora hecha de cuerdas, se ve tan...curiosa, hace años que no veía una igual, ¡necesito subirme en eso! pero no puedo, que tal sí...
-Sube, te aseguro que resistirá tu peso.
Di un brinco por lo que choqué con una mesa llena de antigüedades, tembló todo por un momento y entré en pánico, era demasiado torpe y con mala suerte, me aseguré que nada podría caerse hasta que escuché como un idiota se reía detrás de mí, y eso hizo que me fastidiara aún más.
Me di la vuelta y efectivamente, era un imbécil.
No sabía donde estaba todo el mundo, y no quiero que mi abuela me escuche hablando mal y haga un escándalo, tuve que respirar profundo y tranquilizarme, no quería gritarle que dejara de reírse de mí o decirle cosas peores por lo que hable entre dientes.
-¿Te parece gracioso?, tú tuviste la culpa.-
-Yo porqué tendría la culpa de que seas una pequeña tonta.
Eso sí no lo soportaría, y menos de ese imbécil. -No me llames así ¡imbécil!, ¿quién te crees que eres?
-Oye tranquila enana.-No soy tan pequeña.-¡vaya, la pulga tiene agallas.!
Bien, el sujeto era demasiado alto pero yo estoy en la estatura promedio de una chica de casi 14 años. Como sí leyera mis pensamientos soltó una carcajada, parece que necesita que alguien le enseñe modales.
-¡Vaya, el gigante tiene cerebro de pulga!
Sonreí triunfante, el idiota no se esperaba eso, ¡toma eso, gigantonton! y de nuevo como sí pudiera escuchar mis pensamientos comenzó a reírse como idiota otra vez.
-Que pulga tan ocurrente, creo que la conservaré.- Éste juego ya me está hartando.
-¿Quién carajo eres?
Tonton estaba a punto de hablar cuando escuché una voz chillona y muy irritante.
-Alessa, que acaso no tienes educación, te lo he dicho millones de veces, respeta a tus mayores, no intentes ponerte a la altura de nosotros.-¡Genial!, buen momento por aparecerte tía.
-Sí el idiota tiene mentalidad de niño de 6 años como pare ser un adulto.- Lo dije para que sólo yo lo escuchara pero tonton logró hacerlo aún cuando estaba más lejos que mi tía, eso es tener buen oído.
-¿acaso me veo tan viejo, primita?
-¿¡PRIMA!?- debía imaginar que estos dos eran familia.
-Así es pulguita.-Ya lo estoy odiando, no importa que sea...-Familia.- otra vez me contestó como si realmente pudiera leer mi mente, pero es imposible ¿no?
ESTÁS LEYENDO
El Collar del Lobo
Teen FictionCuando almas gemelas necesitan del otro, son mas fuertes que sus mundos y el mismo destino que los quiere separados. Alessa sobrelleva su vida, sigue apesar de su pasado pero se siente incompleta como si le hayan quitado algo, impidiendo seguir con...