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Pasaron semanas y por fin se graduaron. La escuela hizo una elegante clausura y después festejaron cada quien con sus familias. Al siguiente día, todo estaba normal, hasta que llegó una carta para luke.

Él como todas las mañanas, se levantó, desayuno y se sentó en la sala donde podía ver el correo. Y ese día por fin llegó.

—Oh, por Dios —habló por lo bajo, volvió a leer lo escrito y gritó —¡Logre entrar!—

Estaba tan emocionado que pensaba eso tenía que saberlo Michael, su mejor amigo. Asi que corrió a su casa como loco. Al llegar lo resivio su hermana, Michelle. Ella y Luke no solían relacionarse mucho pero hablaban de vez en cuando.

—¿Esta mike? Tengo que verlo—hablo rapido con una gran sonrisa.

—Eh, si, pero esta algo...ocupado—lo miró un momento, como pensando que hacer. Al final, lo dejó entrar —Pasa—

—¿Esta arriba? Porque puedo subir—

—Si, pero...¡espera!—lo detuvo cuando estaba por subir las escaleras. Luke pudo oir perfectamente los gemidos que venían de arriba.

—¿A eso te referías cuando dijiste ocupado?—

—Si ya sabes, siempre son ruidosos pero no tardan mucho —le contestó volviendo a su revista, mientras Luke se quedaba sentado en el sillón no muy seguro de que hacer.

Se podían oir claramente las frases: ¡Dios, mike! Y ¡más, más!

Luke de pronto ya no tenía sonrisa y hasta sentía mareos. Él pensó aguantar, o tal vez irse y regresar, pero no podía controlar las ganas de vomitar, hasta que lo hizo.

Agarró su gorra, la cual por suerte llevaba, y vomitó en ella. La hermana de mike solo comentó despreocupadamente: —Lo sé, dan asco—.



Tal vez no es para siempre║Muke Donde viven las historias. Descúbrelo ahora